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Desnudos ante el público

Las salas de Madrid, Barcelona y Valencia apuestan por el teatro de improvisación

PAULA CORROTO

Sin texto, sin estructuras. Sin nada. Lanzados al vacío del escenario sin ningún tipo de arnés, y vendidos ante las directrices del público. Así es el teatro de improvisación, una técnica que en los últimos tiempos ha sabido llenar lasalas alternativas de Barcelona, Madrid y Valencia.

Precisamente, este estilo nació para atraer a los espectadores al teatro. Fue en 1977, en Canadá, cuando los actores Robert Gravel e Yvon Leduc se dieron cuenta de que lo que realmente hacía a los jóvenes salir de casa un sábado por la tarde era el hockey. En ese momento decidieron crear lo que ellos denominaron como teatro deportivo. Nacían así los principales formatos del teatro de improvisación: el match y el catch.

Las reglas del match y el catch

'El primero consiste en un encuentro de dos grupos de seis contra seis que, siguiendo las normas que pone un árbitro, tienen que crear un texto según las indicaciones del público. Luego es éste quien da las votaciones y decide si gana un equipo u otro. Por su parte, el catch es mucho más salvaje: ya que es un partido de dos contra dos sin reglas', explica Ignacio López, de Impromadrid, una de las compañías decanas de la improvisación en España. Precisamente esta semana ha presentado La familia García de la impro, un remedo de los Simpsons con textos instantáneos, en el Nuevo Teatro
Alcalá de Madrid.

Tras ver el éxito de los match y los catch surgió la improvisación no deportiva. Ésta consiste en obras de una hora de duración que desarrollan historias a partir de los títulos y vínculos entre los personajes que impone el público. Más elaborado pero igualmente exitoso.

Pero, ¿cómo llegó el teatro de improvisación a España? Según cuenta Ignacio López, uno de los pioneros fue Pablo Pundik, quien en 1993 realizó el primer espectáculo de este estilo en la mítica sala madrileña Ensayo100. 'Lo monté con la ayuda de unos argentinos que ya hacían improvisación. Fue un match, que era lo que más se representaba por aquéllos tiempos', explica Pundik. Poco después le siguió la compañía Imprebís, de Carles Castillo y Santiago Sánchez. En 1998 nacería Impromadrid, compuesto por muchos de los alumnos de Landik surgidos en el taller Asura. Y, finalmente, en 1999, la Liga de improvisación Madrileña.

El gran éxito, sin embargo, ha sucedido en el transcurso de los dos últimos años. 'Desde 2006 estamos viendo cómo las salas se llenan', cuenta Verónica Regueiro, de la compañía Dobles. La lista de grupos no deja de crecer. Ahí están Improtour, No es culpa nuestra o Jamming, en Madrid; Planeta Impro en Barcelona; y Teatro Instantáneo en Valencia. O las salas que lo programan, como las madrileñas Plaza de las Artes, Tarambana y TIS; la barcelonesa Teatreneu; o la valenciana Colibrí.

La participación, clave

Dentro de esta ebullición no se puede olvidar la labor realizada por el FESTIM, un festival internacional de ‘impro' que se celebra desde el año 2005 en Madrid y al que acuden las mejores compañías de improvisación del mundo. Para 2007, en Impromadrid ya están organizando la programación, que estará lista en diciembre y que incluirá a compañías procedentes de Argentina, México y Perú.

Pero, ¿dónde radica el interés del público en la improvisación? Para Regueiro, 'la clave está en la participación del público'. Lo peor son los tópicos. Sobre todo los que atañen al sexo, que suelen ser los más recurrentes. 'Muchas veces te sueltan eso de ‘todos los hombres son iguales' y ahí tienes que improvisar algo totalmente diferente al sentido de la frase', puntualiza Regueiro. 'Tampoco es cómodo tratar temas como el 11-S o el 11-M', apostilla Pundik.

Para salir bien del lance, todos coinciden: un actor de impro es como un deportista. Necesita entrenar todos los días. Si no, puede quedar fuera de juego.

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