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Un ensayo en ratones emula el mito de adelgazar sin esfuerzo

Los autores lograron inhibir la formación de grasa mediante señales de alta frecuencia.

 

DANIEL MEDIAVILLA

El desarrollo tecnológico redujo el hambre, pero con el don dio un látigo: sudar para mantener una figura esbelta. Ahora, un nuevo estudio, publicado ayer en la edición adelantada de la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense (PNAS) puede abrir una vía para aligerar el insano exceso graso a través de métodos menos traumáticos que el sufrido ejercicio diario.

Un grupo de científicos de la Universidad de Stony Brook, el laboratorio Spring Harbor y el Centro de Maine para la Osteoporosis (todos en EEUU) ha realizado un experimento en el que sometió a varios ratones a sesiones diarias de 15 minutos de exposición a señales mecánicas de alta frecuencia, sobre una especie de plataforma, que producía unas vibraciones casi imperceptibles. Tras 15 semanas, los roedores tratados desarrollaron un 27% menos de grasa que otro grupo que llevó la misma vida que ellos, pero no recibió las señales.

Los científicos creen que durante el desarrollo de los ratones, las vibraciones engañaron a sus células madre y las empujaron a generar células de hueso o de músculo, en lugar de producir células grasas. Así, los ratones, además de más delgados, acabaron por ser más fuertes.El hallazgo, explicaba ayer National Geographic, se produjo en parte a partir de investigaciones relacionadas con vuelos espaciales tripulados. Los autores han tratado de desarrollar un sistema para que las células madre se conviertan en células óseas, con el fin de paliar la pérdida de hueso que provoca la falta de gravedad en el espacio.

Los investigadores indican en PNAS que los resultados obtenidos podrían servir de base a tratamientos para prevenir la obesidad, atajando la formación de grasa en el momento de su desarrollo. No obstante, aún queda mucho para que los anuncios de farragosos instrumentos vibratorios pensados para convertir a los compradores en sílfides sin esfuerzo sean realidad. Como el director del estudio, Clinton Rubin, explica, “el estudio es preliminar y provoca tantas dudas como respuestas”. Aún queda mucho para comprender cómo funciona este mecanismo, adelgazar seguirá costando.

Las células de grasa también son útiles 

“La razón por la que tenemos esas células es para absorber el exceso de grasa”, dice Roger Unger, de la Universidad de Texas. “Si inhibes las células grasas y sigues comiendo demasiado, los lípidos que sobren acabarán en órganos donde no es deseable que estén, como el corazón y el hígado”, continúa. Los daños para la salud, según Unger, serían aún peores que los derivados de la propia obesidad que se trata de evitar. 

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