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Guerra desmitifica la Transición

'Las turistas con bikini ayudaron más que muchos discursos políticos', asegura el entonces ‘número dos' del PSOE

GONZALO LÓPEZ ALBA

La Transición se hizo carne ayer en la Universidad Europea de Madrid. El recinto universitario fue el escenario de una situación no ya insólita, sino casi increíble en los tiempos políticos que corren: un diputado del PP ofició de anfitrión y presentador, y con palabras elogiosas, de un diputado socialista. Rogelio Baón y Alfonso Guerra reencarnaron así durante dos horas el espíritu de 1977-78. El motivo fue una conferencia que el ex vicepresidente del Gobierno impartió en la Cátedra de la Transición, que dirige el parlamentario conservador.

Guerra ofreció una lectura desmitificadora de aquel tiempo del que fue protagonista, sin que ello resultara contradictorio con sostener que 'fue una gesta de la que sentirse orgulloso'.

Así, afirmó que 'las primeras turistas que llegaron con bikini ayudaron más a la Transición que muchos discurso políticos'. No fue una afirmación frívola, sino argumentada en el hecho de que el turismo y la emigración -había entonces casi tres millones de españoles en el extranjero- fueron fenómenos que coadyuvaron poderosamente a 'la revolución cultural' que germinó en la sociedad y actuó como palanca del cambio político. 'Algunos han interpretado que fue una obra de un grupo de políticos. Es falso. Ahora se dice que todo fue obra de la sociedad y nada de los políticos. También es falso', explicó.

Sólo una cena constitucional

Guerra echó también por tierra la leyenda periodística de que la Constitución se cocinó entre cena y cena. Explicó que la única fue la primera que -acompañados cada uno por tres colaboradores- mantuvieron él y Fernando Abril Martorell, entonces vicepresidente del Gobierno. La siguiente reunión, según narró, se hizo en el despacho de abogados de Gregorio Peces-Barba y nunca hubo más cenas porque aquella noche, cuando Xabier Arzalluz bajó a buscar unos bocadillos, se topó con los periodistas.

El que fue uno de los ponentes de la Carta Magna, y artífice del texto junto a Abril Martorell, opinó que 'en la realidad política de hoy, la Constitución de 1978 sería imposible porque no hay el ánimo que había entonces de ponerse de acuerdo'. Por ello, y porque 'la hicimos muy rígida' en las mayorías necesarias para su reforma, pronosticó que 'tiene ya 30 años -cumple 29 en diciembre- y va a durar muchísimo más'.

Defendió también que 'si en 1977 los políticos, atendiendo a la presión de la sociedad, hubiéramos optado por hacer el juicio político del franquismo, la democracia se habría retrasado 25 años'. Sin embargo, 'tal como se hizo, el juicio político al franquismo se ha retrasado 25 años'. Su conclusión fue que 'no creo que cometiéramos un error', entre otras razones porque 'es falso lo del pacto de silencio y de olvido: hay catalogados 30.000 libros'.

En el coloquio posterior, censuró que 'algunos, de la izquierda y de la derecha, cambian la ideología por el territorio'. 'El nacionalismo light es un virus que ha prendido en todos los partidos y en todas las regiones, y yo estoy en contra de ese virus', dijo Guerra, que se proclamó 'anticionalista' sin ambages.

El presidente de la Comisión Constitucional del Congreso colgó el cartel de no hay billetes en el auditorio universitario, hasta el punto que un grupo siguió su conferencia por una pantalla de televisión instalada en el pasillo.

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