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Las adopciones internacionales van a la baja

China y Rusia favorecen la adopción nacional en detrimento de la extranjera

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Roberto Pili explica a sus tres hijas que China es un país muy bonito donde la gente es muy simpática. Las tres nacieron allí, y aunque ahora ellas son hijas de un padre italiano y una madre catalana, 'China está en su cara'. Así que Roberto, siempre que puede, las lleva de viaje al país asiático y les cuenta cuál es su origen. Sin embargo, a diferencia de lo que en su día hizo Roberto, cada vez son menos las parejas que se deciden por la adopción internacional.

En Catalunya, donde se lleva a cabo casi el 30% de todas las adopciones del Estado, hubo 2.500 solicitudes y 1.419 adopciones en 2005. Dos años más tarde, la cifrá bajó a 1.859 solicitudes y 880 adopciones. En el resto del país el proceso de ralentización es parecido (aunque las cifras disponibles sólo llegan hasta el 2006): 4.472 adopciones en 2006, frente a las 5.423, en 2005.

Menos facilidades

Los factores que han contribuido a la situación actual son varios. Los países donde más se adopta, Rusia y China, han empezado a ponerse mucho más estrictos y los tiempos de espera ya nunca son inferiores a tres años. 'Hay una racionalización de la adopción internacional', dijo ayer en rueda de prensa, la consellera de Acción Social y Ciudadanía, Carme Capdevila.

Desde el otro lado, las cosas se ven distintas. 'China ha cambiado sus criterios y las familias monoparentales o con enfermedades crónicas ya no pueden adoptar', explica Roberto, que dirige Transmes, una empresa dedicada a gestionar los trámites de las adopciones. Además, las condiciones socioeconómicas en estos dos países están cambiando y la adopción 'para ellos ahora es una deshonra'.

Para Puri Biniés, de ADDIF (Asociación en Defensa del Derecho de la Infancia a la Familia), la adopción internacional está colapsada. Explica que la mayoría de parejas busca niños sanos, de cero a tres años, y de éstos ya no quedan o son acogidos por padres del país de origen. 'Habría que hacer una reflexión de por qué los padres adoptantes pueden excluir a niños discapacitados', dice Biniés.

En contra de la adopción

'Últimamente parece que hayamos ido a arrancar a unos niños felices y que los queramos sacar a pasear como a perritos', afirma Roberto. Está enfadado, indignado casi. Explica que los mensajes en contra de la adopción internacional desde hace un tiempo son una constante. Mal rendimiento escolar, niños problemáticos, futuro incierto.

Para Mercè Vilaseca, presidenta de FADA (Federación de Asociaciones para la Adopción), la sensación de malestar es la misma. 'Me gustaría creer que no es por un tema de racismo', reflexiona. De 2002 a 2006, en España se cerraron 23.012 adopciones internacionales. Según Roberto, esta fue la época dorada. Pero ahora las cosas están cambiando.

'Tengo la sensación de que antes todo era coser y cantar, y de golpe todo es peligroso, todo son problemas. Por nuestra experiencia no nos consta que los niños adoptados tengan más dificultades en la escuela', explica Biniés, quien dice que la preocupación de los padres adoptantes es la misma que la de los padres biológicos. Y ella lo debe saber. Tiene dos hijos biológicos y una tercera hija adoptada en Bolivia.

Ayer, la consellera explicó que la Generalitat pondrá en marcha un plan piloto para acompañar a las familias que están a la espera de la adopción, pero también organizará sesiones en grupo para que las familias sepan abordar la integración del niño adoptado, ya que, al llegar a la adolescencia, han detectado que presentan 'problemáticas graves'.

De momento Roberto no tiene esos problemas. Eso sí, su hija mayor quiere aprender chino; a él le parece bien. 'Las cosas hay que hablarlas, nunca negarles su origen'. Por lo demás, 'todo normal, como cualquier otra familia', asegura.

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