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Esperanza Aguirre dice ante Rajoy que el PP no precisa un cambio

El presidente del PP y la presidenta de la comunidad de Madrid coinciden en la celebración del aniversario de la victoria del partido en las pasadas elecciones municipales

MARÍA JESÚS GÜEMES

Como si fueran los novios pero menos avenidos. Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre hacían su entrada en unos salones de boda de San Sebastián de los Reyes (Madrid) donde el PP celebraba ayer el primer aniversario de la victoria del PP en las elecciones autonómicas y municipales de 2007.

Entre tantas desgracias, el líder del PP trataba de tomarse un respiro pero hasta estos debe compartirlos. A su lado figuraba la presidenta de la Comunidad que presumía de sus resultados. Además, para su alegría, no debía compartirlos con otro de los protagonistas, su compañero Alberto Ruiz Gallardón que a la misma hora asistía a una gala del Comité Olímpico Español junto a Francisco Camps.

Mientras Juan José Güemes departía con Manuel Cobo y Ana Botella compartía mesa y mantel con Manuel Lamela, Aguirre tomaba la palabra. La lideresa pedía que el partido se concentrara en satisfacer a sus votantes. Y lanzaba una advertencia: 'No podemos dedicarnos a caer simpáticos a los que en los últimos cuatro años nos han intentado marginar de la vida política porque solo obtendremos de ellos sus burlas y menosprecio'. Según Aguirre, 'el PP no debe afrontar cambios radicales que nadie entendería'.

Llegada la réplica, Rajoy incidió en que lo que en estos momentos tocaba era 'seguir trabajando, gobernar bien, estar con la gente, no perder nunca el contacto con la realidad, no olvidar que nadie tiene un cheque en blanco... Que las victorias se ganan todos los días y que las derrotas también se pueden acumular en el día a día'. Por eso mismo pidió a sus filas que de cara al futuro hagan uso de 'humildad, cercanía y eficacia'.

El líder del PP se mostró seguro ante las críticas que le han lanzado: 'No tengo nada que cambiar, ni una coma de lo que dije cuando se debatía el plan Ibarretxe, la negociación con ETA y la reforma del Estatuto de Cataluña'.

Pero el punto culminante de su intervención llegó al señalar que él quiere un partido que 'sume más'. 'Se puede conciliar la defensa de los principios y de las ideas y ser más', defendió. Para el presidente del PP los valores de su partido son fundamentales pero cree que también hay que tener en cuenta que 'los ciudadanos nos dieron su confianza y quieren, es lo que más desean, ser muchos más. No quieren ser 10.400.000 sino 12 millones, quieren ganar las elecciones y que el PP gobierne y ese tiene que ser el objetivo y no otro'.

Durante su intervención recordó que 'algunas decisiones de nuestros dirigentes nos gustan más que otras'. Parecía una alusión a Gabriel Elorriaga y a todos en los que los últimos días le habían lanzado duras acusaciones. Pero para todos ellos tenía un mensaje. En los próximos años, en su opinión, habrá que poner el énfasis en que su partido es de 'centro reformista' y recordar que 'las cosas no son como hace 20 años'. 'Cambian las circunstancias, las políticas, el mundo y este partido debe dar respuesta'.

Rajoy defiende el diálogo porque este 'es bueno con quien quiera hacerlo lealmente'. Y para ello recordó su relación con los nacionalistas en 1996: 'Nosotros tenemos experiencias, llegamos al gobierno dialogando y lo que desde luego lo que no implica el diálogo es renunciar a los principios que uno cree'.

El líder del PP prometió que trabajará para estar 'a la altura de las circunstancias y para que el PP de Madrid esté orgulloso de quien ha sido su número uno en las pasadas elecciones' y comentó que su intención es que 'el congreso vaya a bien' y que el partido salga 'unido' entorno a unas ideas.

Su mensaje final: 'Yo tampoco quiero Esperanza un partido de etiquetas. Llevo cuatro años intentando unir al partido en unas circunstancias que no eran las más fáciles'. Tampoco cree que haya que ser simpáticos 'con aquellos a los que les trae sin cuidado, con aquellos a los que hagamos lo que hagamos no van a dar su apoyo al PP'. Sólo se deber ser 'un partido simpático para la amplia mayoría de los españoles'.

La posibilidad de una candidatura alternativa sobrevolaba anoche la velada. Muchas voces apuntaban a que Juan Costa estaba ultimando los detalles para presentarla. Sin embargo, su hermano Ricardo, mano derecha del presidente de la Comunidad Valenciana, decía que todo eran 'rumores' y reiteraba por 'enésima vez' su apoyo a Rajoy.

Para algunos si el dirigente político da el paso adelante será un suicidio político, para otros ayudará a legitimar a Rajoy. Muchos no ven a Costa integrando todas las posturas del partido y menos las del ala dura.

Mientras tanto lo de Elorriaga seguía coleando. La portavoz del grupo parlamentario popular, Soraya Sáenz de Santamaría, decía que ni personalmente ni como militante del PP compartía las afirmaciones del secretario ejecutivo de Comunicación. Y la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, decía que eran 'cosas de Gabriel'. Y por si fuera poco, Jorge Moragas le acusaba de sumarse a una 'candidatura fantasma' siguiendo el guión de algunos medios de comunicación. A toda la polémica se sumaba ayer un nuevo granito de arena, el del diputado Alejandro Ballestero quien acusaba a Rajoy de haber hecho del partido 'una sangría de votos y de personas'.

 

 

 

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