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"No fue un voto antieuropeo sino contra el Tratado de Lisboa"

Naoise Nunn, director ejecutivo de Libertas, el grupo que hizo campaña por el ‘no’

LOURDES GÓMEZ, enviada especial

Naoise Nunn es el director ejecutivo de Libertas, el principal impulsor de la campaña en contra del Tratado de Lisboa, que ha aglutinado a formaciones de ideología dispar: desde el Sinn Fein a grupos católicos fundamentalistas y asociaciones marxistas.

Libertas nació en otoño de 2006 como un ´think tank´ de centro derecha, y ayer celebró su primer gran éxito, el rechazo de Irlanda al proyecto de reforma institucional europea que promocionaban el gobierno y la oposición política. De 35 años, con una licenciatura en políticas por la Universidad de Queens, en Belfast, Nunn explica en una entrevista en Dublín las razones del rotundo No de Irlanda.

 ¿Cómo valora la victoria del 'No' en el referendo del pasado jueves?

Estoy muy contento con los resultados. Es un buen día para la democracia en Irlanda y el resto de Europa. No fue un voto antieuropeo, sino en contra del Tratado de Lisboa. Los irlandeses apoyan Europa, pero su instinto les dijo que este tratado es demasiado profundo, va demasiado lejos y a mucha velocidad. Libertas está a favor de la reforma, creemos que es necesaria, pero este Tratado no da solución al déficit democrático de la Unión Europa (UE).

El electorado demostró su desconfianza en la clase política, ¿fue también un voto de protesta contra el Gobierno?

Algo hubo de ello pero, ante todo, el pueblo se pronunció sobre el tratado. Se intentará deslegitimar el resultado diciendo que no se votó realmente sobre las cuestiones básicas del Tratado. Pero el Gobierno y sus amigos en Europa han de saber que votamos no debido al déficit democrático de la UE. La decisión de Irlanda abre la posibilidad de entablar un debate genuino sobre la dirección a la que deseamos conducir Europa.

Pero el proceso de ratificación sigue su curso en otros países.

Me enoja y me preocupa. Nos dijeron que el Tratado moría si un Estado lo rechazaba. Esas son las reglas.

Su primer ministro, Brian Cowen, aún no ha anunciado el ocaso del Tratado.

Cierto, y es muy preocupante. No gusta la respuesta de Irlanda y ahora se busca la forma de ignorarla. Es una falta de respeto hacia la opinión de los irlandeses. La política es el arte de lo posible. Y si cuesta alcanzar un acuerdo, hay que seguir esforzándose hasta alcanzarlo.

¿Se puede enmendar?

Probablemente, pero necesita algo más sustancial que simples declaraciones o protocolos. Hay que entrar de lleno hasta el corazón de la materia. Esto es, un adecuado proceso de consulta con la ciudadanía y el abandono del principio mayoritario en las tomas de decisión. Los líderes políticos han de aceptar el mensaje de que si quieren un acuerdo, deben recabar y escuchar las opiniones de la gente.

¿Cuál fue el hilo común de la plataforma del 'No'?

Compartimos un tema central: el déficit democrático de Europa. En Irlanda, nos preocupa quedarnos sin comisario cinco de cada 15 años y nos alarma el abandono del consenso y acuerdo en la toma de decisiones por un sistema mayoritario basado en el tamaño de la población. Los países pequeños pierden; los grandes ganan. La voz de Irlanda quedaría reducida.

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