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El origen de los europeos se lee en su genoma

Los finlandeses y los italianos son los más diferentes del continente

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Después de siglos de guerras, migraciones y campañas de conquista cabría esperar que los genes de los europeos se hubiesen mezclado casi del todo. Sin embargo, según han publicado dos grupos distintos de investigadores el pasado mes de agosto, aún es posible vincular con claridad el genoma de un individuo con el lugar en que ha nacido.

La precisión del mapa genético europeo es tan elevada que, puestos sobre un mapa geopolítico, la mitad de los genomas secuenciados quedaron dentro de un radio de 310 kilómetros desde su país de origen y un 90% no se alejaron más de 700 kilómetros.

Estos estudios 'muestran que la geografía importa', según afirma John Novembre, autor principal del estudio publicado en Nature, pero no quiere decir que los ciudadanos de las distintas naciones europeas conformen grupos raciales en miniatura o que existan algún tipo de diferencias nacionales identificables en el genoma. 'La diversidad genética en Europa es muy baja'afirmó a New Scientist Manfred Kayser, director del segundo estudio, publicado en el número de agosto de Current Biology. En realidad, las diferencias que permiten asociar un genoma a un área geográfica determinada son 'variaciones neutrales', un tipo de cambios que no se ve afectado por la selección natural porque no tienen ninguna influencia en la supervivencia de los individuos.

Debido a las escasas diferencias genéticas que existen entre los europeos, para descubrir la asociación entre genoma y geografía fue necesaria una tecnología que permitió analizar simultáneamente cientos de miles de variantes en genes comunes de personas de doce nacionalidades.

El mapa identifica dos barreras genéticas dentro del continente europeo. Una de ellas separa a los finlandeses del resto de Europa. Esta separación se produjo debido a que la población de Finlandia fue muy reducida y después se expandió, dejando en los nuevos pobladores las características peculiares de sus fundadores. La segunda barrera separa a los italianos del resto del continente. Los investigadores creen que esto es reflejo de la influencia de los Alpes como barrera natural que evitó el libre flujo de personas entre la península italiana y el resto del continente.

El estudio descubrió también que la diversidad genética es mayor entre los europeos del sur que entre los del norte. Kayser apunta que esto tiene sentido de acuerdo a las oleadas migratorias que han recorrido el continente de sur a norte desde la llegada de los primeros sapiens, hace 35.000 años. El movimiento se repitió con la expansión humana que siguió la etapa post-glaciar de hace 20.000 años y con las migraciones propulsadas por la llegada de la agricultura hace 10.000 años.

Los autores de los estudios creen que la tecnología necesaria para realizarlos puede tener determinadas aplicaciones forenses. Aunque todavía es necesario demasiado ADN como para que resulte útil en la localización de personas que han participado en un crimen, se podría determinar, por ejemplo, el origen geográfico de un cadáver.

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