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La basura espacial amenaza al 'Atlantis'

El ‘shuttle’ volará al telescopio ‘Hubble’, situado en una órbita llena de escombros

JAVIER YANES

Responsables de la NASA han anunciado que la misión STS-125 del transbordador Atlantis del próximo 10 de octubre será más arriesgada de lo habitual. En esta ocasión, y por primera vez desde hace seis años, el destino del shuttle no será la Estación Espacial Internacional (ISS), sino el telescopio orbital Hubble, que espera la que será su última visita de revisión y reparación.

El motivo del peligro es que la órbita que ocupa este instrumento, a 563 kilómetros sobre la Tierra, está más saturada de basura espacial que la capa donde circula la ISS, a unos 354 km de altura. Esto supone una probabilidad de colisión catastrófica de 1 entre 185, según la NASA, frente a 1 entre 300 en las misiones a la ISS.

Según el director del programa de los shuttle, John Shannon, “no es teoría”. Este portavoz explicó que todos los transbordadores regresan con pequeños impactos después de cada vuelo y que la ISS presenta múltiples “agujeros de bala” debido a las colisiones con micrometeoritos o escombros orbitales. “Es sólo que típicamente no se producen en lugares críticos”, dijo.

El responsable explicó que actualmente estas colisiones representan la principal amenaza a las misiones de los shuttle, superando los riesgos de despegue y reentrada que causaron, respectivamente, los accidentes del Challenger en 1986 y del Columbia en 2003.

Vertedero en órbita

La basura flotante puede ser tan singular como el guante que el astronauta estadounidense Ed White perdió durante el primer paseo espacial de la NASA en 1965. A otro colega suyo se le escapó una cámara de fotos un año más tarde y, en 2007, un tripulante de la ISS perdió unos alicates. Pero la mayoría de los 600.000 objetos mayores de un centímetro que orbitan la Tierra, según estimación de la ESA, son fragmentos de cohetes y satélites viejos.

Según Shannon, el riesgo ha aumentado con la reciente destrucción de tres satélites, de EEUU, Rusia y China, respectivamente. Al riesgo de impacto se une que el Hubble, al contrario que la ISS, no puede cobijar a los astronautas en caso de emergencia. Por si fuera preciso un rescate, la NASA ha situado en otra rampa de lanzamiento a un segundo transbordador, el Endeavour.

Todo ello, si el Atlantis por fin despega: la decisión final aún deberá firmarse al más alto nivel de la NASA, como exige el protocolo cuando el riesgo es mayor que 1 entre 200.

Si se cancelara la misión, como ocurrió en el anterior intento en 2004 tras el desastre del Columbia, el Hubble quedaría abandonado a su suerte.

El asesor de la NASA Donald Kessler predijo que la acumulación de la basura espacial podría llegar en el futuro a impedir el tráfico orbital, tanto para satélites como para misiones tripuladas. Este escenario, acuñado como ‘síndrome de Kessler’, considera una proliferación de fragmentos que aumentaría la frecuencia de colisiones, produciendo más escombros y choques en cadena. Como ejemplo, el satélite destruido por China el pasado año para ensayar un sistema anti-satélite liberó al menos 2.317 pedazos mayores que una pelota de golf y hasta un millón incluyendo los menores. Los objetos más cercanos a la Tierra suelen perder velocidad por la fricción con la atmósfera y acaban cayendo, pero los más alejados pueden permanecer durante milenios.

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