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"La democracia es imposible en un país de analfabetos científicos"

El divulgador coruñés se hace cargo del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología para convertirlo en 'el escaparate de la ciencia española'

ÓSCAR GUTIÉRREZ

Tras más de un cuarto de siglo al frente de los Museos Científicos Coruñeses, Ramón Núñez (A Coruña, 1946) ha conseguido que su ciudad natal se convierta en sede de un Museo Nacional de Ciencia y Tecnología que hasta ahora se mantenía en un edificio prestado en Madrid. Núñez, conocido y reconocido divulgador de la ciencia en España, quiere convertirlo ahora en un moderno centro referente de la ciencia de hoy en día, una auténtica institución nacional cuyas exposiciones puedan recorrer toda España.

¿En qué se va a diferenciar el nuevo museo a su cargo del anterior?

Es imposible definir los objetivos de un museo de ciencia y tecnología al margen de las responsabilidades sobre la educación y la cultura científicas. Un país puede vivir con ciudadanos analfabetos artísticos, pero no puede vivir con analfabetos científicos. La democracia, en un país así, no es posible.

¿Va a tratarse de un museo interactivo?

Sí, va a ser interactivo. Y también va a ser un exponente del patrimonio científico-histórico. Aquí tiene cabida ese patrimonio, que es más restringido de lo que mucha gente piensa. Se van a utilizar las piezas de la colección como eje narrativo de un discurso que, temáticamente, puede ser contemporáneo, de actualidad. En otros casos va a servir de escaparate de la ciencia española. Un museo nacional tiene que enseñarle a la gente el tipo de ciencia que se hace en este país, qué líneas se investigan...

¿Está hablando de la ciencia actual?

Sí. No va a ser un museo de historia de la ciencia; tiene que servir a los ciudadanos de hoy. Hay un deber con el patrimonio científico-histórico, pero hay otros deberes. La sociedad demanda información científica continuamente, especialmente en crisis como las de las vacas locas o la gripe aviar, pero la gente también busca criterios científicos a la hora de comprar un coche, un móvil, una crema cosmética. ¿Y quién tiene que satisfacer esta demanda? ¿Quién tiene que ayudar a las adolescentes a saber cómo se tiene que tomar la píldora del día después? ¿El laboratorio que las vende, el obispo de la diócesis? Esa es una de las muchas cosas que un museo nacional de ciencia y tecnología tiene que abordar. Tiene que dar respuesta a muchas preguntas relacionadas con la ciencia y tecnología que están en el entorno.

¿Cómo van a explicar a los madrileños que el museo se va de Madrid?

No se va.

Pero la sede principal se traslada de Madrid a A Coruña.

No hay ningún documento público que haya fijado nunca la sede del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Era un museo sin sede que ahora tiene sede central en A Coruña, y para el que estamos buscando otra sede en Madrid.

¿Qué va a pasar con la exposición permanente?

Lo de exposición permanente es un concepto del siglo XIX, propio de museos que no son dinámicos.

¿No habrá, entonces, exposición permanente en el nuevo museo de ciencia?

No tiene por qué haberla. Supongo que sí podríamos tenerla en Madrid. Eso sí, sin que permanente signifique que sea para toda la eternidad. Porque, mientras las obras de arte como Las Meninas tiene valor en sí mismas, muchas piezas científico-históricas sólo cobran sentido expositivo si se contextualizan. La veneración del objeto, que en arte sí tiene sentido, en este caso sólo se puede producir dentro de un discurso, que para empezar tiene que ser muy atractivo.

El nuevo Museo Nacional de Ciencia y Tecnología que se va a poner en marcha, ¿tendrá diferentes sedes repartidas por España?

Sí, en Madrid, por ejemplo. Esperamos que con el apoyo de la Comunidad y del Ayuntamiento encontremos una sede digna de la capital de España.

Porque hasta ahora no era muy digna...

Es de dominio público que la situación del museo en Delicias era provisional. Pero, claro, era una provisionalidad muy duradera.

¿Habrá otras pequeñas sedes en otras ciudades?

Por mi parte, será posible que haya sedes allí donde exista colaboración por parte de las instituciones locales y autonómicas y se pueda crear una base para que se genere un germen de museo. El cambio principal va a consistir en que la gente se va a enterar de que hay un museo nacional de ciencia sin ir a A Coruña o a Madrid.

Y este nuevo museo, ¿nace con vocación de ser itinerante?

Queremos producir al año unos 600 metros cuadrados de exposición itinerante, quizá divididos en dos exposiciones. Eso quiere decir que, dentro de cinco años, tendremos circulando por España diez exposiciones diferentes de ciencia y tecnología.

En cualquier caso, su ciudad, A Coruña, va a tener la Casa de las Ciencias, el Domus, el Acuario... y ahora el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. La ciudad se va a convertir en el paraíso de la ciencia...

La ciencia no cree en paraísos.

En un paraíso, entonces, para los amantes de la ciencia.

Ojalá. Para una población como la de A Coruña, es un privilegio. Y para mí es una satisfacción tremenda que esa sea mi ciudad. Pero tampoco hay que olvidar que se ha progresado mucho en toda España. Por ejemplo, también Valencia es un privilegio, y Granada.

Se asume ya que la ciencia es cultura...

¡Todo el mundo dice que la ciencia es cultura! ¿Sabe usted cuándo el verbo se hizo carne? En mi caso, cuando el interventor de A Coruña en los años ochenta firmó que una parte del presupuesto de Cultura se iba a dedicar a la Casa de las Ciencias.

¿Y ahora ocurre lo mismo con el nuevo museo?

Bueno, sí, pero parte del presupuesto de Ciencia e Innovación, no de Cultura.

Es decir, que hemos avanzado, pero no tanto...

Una cosa que el Gobierno está haciendo bien es contemplar la cultura científica como una responsabilidad. No olvidemos que, en los últimos 25 años, desde el nacimiento de la Casa de las Ciencias, se han creado numerosos museos similares, asumidos por diferentes instancias: ayuntamientos, comunidades, instituciones financieras... Y el Gobierno de España se dio cuenta de que podía asumir esta responsabilidad. Lo hizo por primera vez en el año 2007, con el Año de la Ciencia, y la dotación de dinero por parte de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) para apoyar este tipo de iniciativas.

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