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ETA aborta el papel de Otegi para impulsar la vía política

El asesinato de Uría causa malestar en las bases de Batasuna y ahonda su desapego de la banda

GUILLERMO MALAINA

“Mucha gente de HB no va a digerir esto”. El ex presidente del PNV Xabier Arzalluz pronunció el miércoles esta sentencia en la plaza de Azpeitia, a las pocas horas de que ETA acabara con la vida del empresario Ignacio Uria. El discurso de la izquierda abertzale no ha cambiado en absoluto a raíz de este atentado, ni se esperan grandes fisuras por esa cualidad exhibida a lo largo de su historia para cerrar filas. Pero, en cualquier caso, este último golpe de ETA ha supuesto un varapalo definitivo para quienes, como Arnaldo Otegi, han trabajado los últimos meses para tratar de garantizar su presencia en las elecciones vascas del próximo marzo e impulsar, además, un movimiento independentista en alianza con otras fuerzas.

Ambos retos parecen hoy más lejanos por la aparición de ETA. En primer lugar, porque a raíz de este atentado el Gobierno ya ha empezado a explorar vías legales para estrechar más el cerco sobre ANV y echarle de los 42 ayuntamientos que gobierna. Y en segundo lugar, porque aquella pretendida unidad de acción abertzale en un polo soberanista, proclamada por EA y bien recibida por la izquierda abertzale, ha adquirido forma de quimera. La prueba más clara es que EA y Aralar han roto el pacto de gobierno con ANV en Azpeitia por negarse a condenar el atentado. En definitiva, ETA ha vuelto a cerrar puertas al recorrido político que quería explorar la izquierda abertzale, pues si bien el objetivo declarado de la banda era acabar con el Tren de Alta Velocidad, es evidente que todas sus acciones desencadenan una serie de consecuencias dentro de la dinámica de acción-reacción abierta desde la ruptura del proceso de paz.

ETA ha cometido su último asesinato a los pocos días de que el ex líder de Batasuna Arnaldo Otegi reivindicara, en una entrevista con Gara, ante el horizonte de los comicios de marzo, que “Herri Batasuna, desde su fundación, nace con el objetivo de la lucha institucional y la lucha de masas (...) La izquierda abertzale tiene que hacer un esfuerzo por estar en las elecciones”. También planteó que ésta “tiene que retomar la iniciativa política” y “vertebrar una alternativa a la izquierda del PNV que lidere el cambio político desde posiciones independentistas”.

Tras el asesinato de Ignacio Uria, ANV de Azpeitia ha reproducido el discurso oficial sin una condena expresa, pero el atentado ha causado malestar en una parte de la militancia dentro de la creciente desafección hacia la banda. Según el Euskobarometro -observatorio de la Universidad del País Vasco-, desde la ruptura de la tregua, en junio de 2007, un 66% de la izquierda abertzale desaprueba las acciones de ETA: un 41% no admite sus métodos, un 14% no los justifica en democracia y un 11% los rechaza totalmente.

Ese descontento raras veces se personifica. Sin embargo, en ocasiones se producen desmarques claros, como el protagonizado, tras el asesinato del empresario, por Iñaki Antigüedad, ex miembro de la Mesa Nacional y ex parlamentario de HB y EH. El viernes hizo público, junto a otros miembros del colectivo contrario al AVE, un escrito en el que “rechazan la intervención de ETA en este conflicto ecológico y social”. Y piden además a la banda que “deje de interferir en las luchas sociales y que deje de tutelar a la sociedad vasca”.

El texto está suscrito también por Mikel Álvarez, hermano del miembro de la Mesa Nacional Joseba Álvarez -en prisión- e hijo de José Luis Álvarez Enparantza, Txillardegi, uno de los fundadores de ETA.

Tasio Erkizia, otro histórico de la izquierda abertzale, también ha incidido en la vía política. Hace unos días escribía un artículo desde “una perspectiva exclusivamente personal” en el que apostaba por generar “espacios de confianza” para propiciar un “movimiento soberanista”. “Es indudable que las distintas expresiones de violencia que padecemos en nuestra tierra no facilitan el trabajo en común ni posibilitan una convivencia democrática”, señalaba.

Consultado por Público tras el atentado en Azpeitia, Erkizia insistió en la misma idea. “Ni las ilegalizaciones del Estado, ni los encarcelamientos -de dirigentes abertzales-, ni las acciones de ETA facilitan una convivencia democrática. Eso es de perogrullo. Algunos queremos abrir un camino hacia la soberanía, pero todas las violencias lo dificultan”, afirmó.

Este sábado, la izquierda abertzale congregó en Durango (Vizcaya) a unas mil personas en una manifestación contra la Constitución, que “trató de eliminar los derechos de Euskal Herria”. Hubo dos detenidos.

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