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Clint Eastwood: "No estoy hecho para que el Estado me regule"

Clint Eastwood, director y actor. El cineasta estadounidense estrena ‘El intercambio’, un melodrama basado en la historia real de una madre, interpretada por Angelina Jolie, que busca a su hijo desesperadamente

ANDREW SMITH

Clint Eastwood (San Francisco, 1930) fue durante mucho tiempo el actor mejor pagado de Hollywood. No obstante, nadie duda ahora, mal que le pese a Harry El Sucio, que Eastwood pasará a la historia por sus labores detrás de la cámara. Hoy se estrena El intercambio, melodrama basado en la historia real de una mujer, Christine Collins, interpretada por Angelina Jolie –nominada a los Globos de Oro– que, en su lucha por averiguar el paradero de su hijo, se enfrentó a los poderes de Los Ángeles a finales de los años veinte.

¿Por qué decidió recrear este suceso histórico?

Me sorprendió no haber oído hablar más sobre este asunto porque, aunque históricamente Los Ángeles es un lugar donde ocurren todo tipo de situaciones demenciales, se trata de un caso muy extraño. El guionista Joseph Michael Straczynski adjuntó al guión fotocopias de los artículos que se publicaron sobre el caso en rotativos de la época como Los Angeles Times. Mientras leías el guión, podías ver las fotografías de las personas involucradas, lo que te hacía implicarte mucho en la historia.

¿Cómo se documentó para recrear la época?

La mayor parte del mérito corresponde a Straczynski. Yo me crié en los años treinta y aún mantengo frescos algunos recuerdos. Me acuerdo de cómo eran mis padres cuando era pequeño: muy pero que muy jóvenes.  Prestaba mucha atención a lo que decían… y a lo que no decían. No obstante, las cosas han cambiado mucho desde entonces. Filmar una película que transcurre en 1928 siempre es difícil; pero si además transcurre en Los Ángeles, las dificultades se extreman. En esa época, era una ciudad muy centralizada y no demasiado grande si la comparamos con Chicago o Nueva York. Ahora se ha convertido en algo muy diferente.

¿Todos los exteriores están filmados en Los Ángeles?

Sí. Rodamos en vecindarios que aún conservan un aspecto antiguo… y los acondicionamos para que parecieran aún más antiguos.  De hecho, uno de esos barrios, fundado en los años veinte, estaba un poco dejado de la mano de Dios. Pedimos permiso a los vecinos para filmar allí a cambio de adecentarles un poco sus viviendas: las pintaremos para que parezcan casas nuevas de 1928, les dijimos.

Hay un par de escenas sobre la fuerza corruptora del poder que parecen remitir a eventos contemporáneos. ¿Intentaba que la audiencia hiciera esa conexión?

Existe una clara relación entre la corrupción contemporánea y los egos de los agentes de Policía que vemos en la película, que toman decisiones equivocadas. Hoy en día, vemos cosas parecidas muy a menudo, así que la analogía parece bastante pertinente. No obstante, es importante no descuidar la atmósfera y las características propias de la época.

¿Refleja la película Los Ángeles actual?

Parece como si cada cierto tiempo la Policía de Los Ángeles cayera en una espiral de corrupción. En realidad, puede que esto ocurra en todas las ciudades donde cada día suceden millones de historias que merecen la pena ser contadas. El cine negro y las historias de detectives han convertido Los Ángeles en una ciudad glamurosa. Pero, en ocasiones, la realidad es más interesante que la ficción, como sucedió en el caso de Christine Collins. El elemento dramático está implícito en la historia de esta pobre mujer. En aquel momento, como no existía la televisión o Internet, la Policía conseguía salirse muchas veces con la suya y nadie se enteraba de lo que realmente había pasado. Tengo escalofríos de pensar en la cantidad de casos que no fueron aclarados.

¿Existió el personaje de John Malkovich?

Sí, era un pastor presbiteriano que tenía una iglesia cerca del Estadio Olímpico de Los Ángeles. Era una especie de activista que se implicaba en casos como el de Christine Collins, a la que consiguió encorajinar. En aquella época, las mujeres no podían expresarse de un modo franco y directo. Es fácil imaginarse las dificultades de esta madre a la hora de tratar con un cuerpo policial predominantemente masculino o con el establishment político.

Sus primeros filmes hablaban sobre personajes muy masculinos. ¿Por qué cuenta ahora historias de mujeres que luchan contra una sociedad patriarcal?

No sé, tal vez me volví más femenino. Hablando en serio, siempre me intrigaron esta clase de historias. Cuando dirigí Los puentes de Madison (1995), me enfrenté a una historia escrita originalmente desde una perspectiva masculina. El libro contaba las peripecias de un fotógrafo que atravesaba el país y conocía a una mujer que había enviudado durante la guerra. El guión de la película, a diferencia del libro, se centró en la visión de la mujer. Honestamente, creo que el guionista tomó la decisión correcta, porque cada trama tiene sus necesidades y creo que las mujeres protagonizan historias más profundas y batallas más arduas que los hombres. Y la base del drama es el conflicto.

¿Va a dejar de actuar?

Llevaba ya unos años amenazando con retirarme cuando surgió Million Dolar Baby (2004). Me gustó tanto el personaje del entrenador que dije: bien, voy a hacerlo una vez más porque creo que soy el tipo adecuado. Me ocurrió algo parecido cuando leí el guión de Gran Torino

Usted es simpatizante del Partido Republicano…

Me hice republicano en 1951. Era un joven de 21 años que estaba en el Ejército y quería votar por Eisenhower porque prometía que iba a poner fin a la Guerra de Corea. Pero tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata cambiaron profundamente en esa década, de manera que poco a poco me fui convirtiendo en un libertario. El Partido Libertario no se comió nunca una rosca, pero todo ese rollo de dejar a la gente en paz y no regular nada casaba muy bien con un tipo como yo, alguien que creció durante la Gran Depresión, vio a sus padres sufrir y nunca quiso que le dieran nada a cambio. Hoy en día, los políticos prometen cosas como regalar coches, al estilo de lo que hace Oprah Winfrey en su programa. ¡Te daremos cualquier cosa! Creo que la política está pervertida. Estamos en una época muy confusa. Mi mujer y yo somos libertarios. Cuando nos conocimos, ella era demócrata y yo, republicano. Nos  juntamos en un punto intermedio, en mitad de ninguna parte…

Clint Eastwood lleva muchos años coqueteando con la retirada. No obstante, mientras se lo piensa, el director ha decidido trabajar a destajo. Hoy se estrena su nuevo filme, ‘El intercambio’, y en febrero llegará a nuestras pantallas ‘Gran Torino’. En esta cinta, el actor encarna a Walt Kowalski, un veterano racista de la Guerra de Corea que trata de enderezar a un joven de origen asiático que le intenta robar el coche, un Gran Torino 1972. Kowalski acabará defendiendo escopeta en mano a la familia del muchacho de las pandillas de macarras que asolan el barrio. ¿Es Walt Kowalski un Harry Callaham de ochenta años?, se preguntan expectantes los fans del Eastwood más cazurro. Además, en unas semanas, debería empezar el rodaje de ‘Human Factor’, ‘biopic’ sobre Nelson Mandela protagonizado por Morgan Freeman y Matt Damon. El filme de Eastwood está basado en el libro del periodista John Carlin, ‘El factor humano: Nelson Mandela y el partido que cambió el mundo’.


 La infancia

Desde Sin perdón, donde William Munny acepta un último trabajo para sacar adelante a sus hijos, pasando por Mystic River y ahora en El intercambio, la infancia es el territorio  sagrado que la corrupción de los adultos viola. No es casual que Eastwood declarara hace poco que apoya la pena de muerte para los asesinos de niños.

El orden y la corrupción

Desde los tiempos de Harry El Sucio, Eastwood tiene una larga asociación con las fuerzas del orden y con su reverso de corrupción. Los medios, la Policía y la burocracia encarnan un poder  que tiende a la injusticia , y que no se cansa de denunciar con monumentalidad.

Protagonistas

Por mucho que los protagonistas masculinos dominan su filmografía, no hay que olvidar a Meryl Streep, en Los puentes de Madison; a Hillary Swank, en Million Dollar Baby, o a Kay Lenz, en Breezy.

La música

No sólo es que haya dirigido películas como Bird (1988), sino que es el habitual compositor de las bandas sonoras de sus filmes. En El intercambio, lo hace. 

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