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El 'Prestige' duplicó los parásitos de los peces en la costa gallega

El gusano causante de la anisakiasis podría haber participado en el 'boom' parasitario provocado por la marea negra

MANUEL ANSEDE

La mousse de chapapote en que se convirtió la costa gallega tras el naufragio del petrolero Prestige, el 19 de noviembre de 2002, provocó una multiplicación de los parásitos marinos en el litoral del norte peninsular, según un estudio de la Universidad de Valencia.

Las 60.000 toneladas de crudo que ennegrecieron el mar Cantábrico duplicaron tanto el número de especies parásitas presentes en los peces como su cantidad. Sólo ahora, seis años después del hundimiento, los comensales microscópicos están volviendo a los niveles anteriores al vertido.

La investigación, que se publicará en enero de 2009 en Environmental Pollution, es una rareza en el ámbito del estudio de las mareas negras. Habitualmente, es imposible llevar a cabo este tipo de trabajos por una sencilla razón: la ciencia, de momento, no puede predecir cuándo y dónde va a naufragar un petrolero, por lo que los investigadores no suelen disponer de muestras de animales anteriores al vertido para las comparaciones.

Sin embargo, el azar hizo que un equipo de la Unidad de Zoología Marina de la Universidad de Valencia estuviera estudiando la boga -un pez poco explotado comercialmente pero presente en algunos mercados del Mediterráneo- en Malpica y Vigo, en la costa gallega, y en Ondarroa (Vizcaya). Una primera comparación, realizada en 2004 y 2005, entre las muestras tomadas antes de la catástrofe y las recogidas después mostró 'un cambio brusco' en las comunidades parasitarias, pero entonces era pronto para sacar conclusiones. El nuevo estudio, sin embargo, refleja un retorno gradual a las condiciones anteriores al vertido, lo que refrenda la hipótesis del petrolero como culpable de la explosión parásita.

'Ahora podemos decir que es muy probable que el vertido del Prestige sea el causante del pico', explica la bióloga Ana Pérez del Olmo, principal autora del trabajo. Los parásitos encontrados en los 400 peces incluidos en el estudio resultan, en su mayoría, inofensivos para el ser humano, pero son un indicador de la bajada de defensas de la fauna marina. Los parásitos son un excelente centinela que advierte del deterioro de un ecosistema.

'Si te comes una boga con 30 parásitos no pasa nada, tiene más proteínas', bromea la bióloga María Mercedes Fernández, coautora del estudio. Sin embargo, su equipo sigue tomando muestras en la zona del vertido para comprobar si un parásito más inquietante, el anisakis, ha participado en este festín. Este gusano, cuyo ariete más habitual para penetrar en el ser humano es el boquerón en vinagre, puede parasitar el tracto digestivo del ser humano, causando dolor abdominal y náuseas. En casos aislados, el visitante puede desencadenar reacciones
alérgicas muy graves.

El estudio demuestra que hasta dentro de unos años no se conocerán las verdaderas consecuencias del naufragio del Prestige, cuyas dos mitades descansan hoy a más de 3.500 metros de profundidad.

La Unidad de Zoología Marina de la Universidad de Valencia trabaja en otro proyecto con importantes implicaciones en la conservación del ecosistema marino. Los investigadores aseguran que los parásitos son como un DNI: en función de la carga parasitaria de un pescado se puede determinar su procedencia. El sistema podría impedir las capturas ilegales de especies como el bacalao, cuya población podría desaparecer en 15 años, según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El método no se puede aplicar al atún rojo, muy afectado por la pesca ilegal, ya que es una especie en constante movimiento, pero es válido para peces más sedentarios, como el salmonete.

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