Público
Público

El sexo nació de un alga acorralada por un virus

Un organismo unicelular se convierte en espermatozoide para evitar los ataques virales

MANUEL ANSEDE

El sexo nació bajo el agua, pero de una manera muy diferente a como lo practicaban Brooke Shields y Christopher Atkins en la película El lago azul. Los protagonistas del primer acto sexual de la historia fueron un alga unicelular, Emiliania huxleyi, y un virus especialista en exterminarla denominado Eh V. Según una concepción habitual del sexo, el virus podría haber arrinconado al alga y ambos habrían acabado amancebándose en el fondo del mar. Pero el romance fue un poco más complejo.

Un equipo de la Estación Biológica de Roscoff, en Bretaña (Francia), ha descubierto que, en presencia de su asesino, el alga pasa de un estado diploide, con dos lotes de cromosomas, como la mayor parte de las células humanas, a un estado haploide, con un solo juego de cromosomas, como los óvulos y los espermatozoides de los mamíferos.

Al metamorfosearse, E. huxleyi se vuelve invisible para su enemigo, como el filosófico gato de Alicia en el país de las maravillas era capaz de desaparecer para evitar ser decapitado por la Reina de Corazones. Por ello, los autores de la investigación, coordinada por el biólogo Colomban de Vargas, han bautizado a esta táctica de supervivencia como la estrategia del Gato de Cheshire. 'Es como si una persona se transformara en otra para escapar de un peligro', explica De Vargas.

En su opinión, esta artimaña, germen de la sexualidad, habría permitido a los primeros seres vivos evitar la insorteable amenaza de sus adversarios cada mililitro de agua marina contiene millones de virus y evolucionar hacia formas más complejas, compuestas por varias células.

La estrategia del Gato de Cheshire, publicada recientemente en PNAS, explica el éxito evolutivo de E. huxleyi, capaz de multiplicarse en el mar hasta formar masas lechosas del tamaño de media España, visibles desde el espacio. Las algas camufladas, haploides, puede fusionarse como el óvulo y el espermatozoide y formar, de nuevo, células diploides.

El papel de E. huxleyi cuyo apellido homenajea al biólogo inglés Thomas H. Huxley, conocido como el bulldog de Darwin por su defensa de la teoría de la evolución es fundamental para el planeta. Durante sus florecimientos, estas algas almacenan una enorme cantidad de CO2 en una especie de escamas de carbonato cálcico que rodean su célula, denominadas cocolitos.

Los cocolitóforos, como se conoce al grupo de algas similares a E. huxleyi, producen aproximadamente 1,5 millones de toneladas de calcita cada año, convirtiéndose en un importantísimo sumidero de carbono.

Ahora, la humanidad sabe que, además de agradecer a las algas que sujeten las riendas del desbocado CO2, deben darles las gracias por inventar el sexo.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?