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El PP vuelve la vista hacia Aznar como solución

Para muchos dirigentes conservadores es la única voz 'con autoridad'. Creen que debería desempeñar un papel similar al de Manuel Fraga, cuando regresó en 1989 para poner orden

MARÍA JESÚS GÜEMES

Entre los conservadores cunde el desconcierto. Desde que Mariano Rajoy perdió las pasadas elecciones generales, no ganan para sustos.

La supuesta trama de espionaje en la Comunidad de Madrid, presidida por Esperanza Aguirre, y los escándalos de corrupción, puestos al descubierto por el juez Baltasar Garzón, son los últimos capítulos de una larga lista de sobresaltos que le estallan sin cesar al presidente del PP en la cara cuestionando continuamente su liderazgo.

Por eso cada día son más los dirigentes 'alarmados' por la situación interna que vuelven sus ojos hacia José María Aznar. Consideran que el ex presidente del Gobierno es 'todo un referente' y la única voz del partido 'con autoridad para poner orden'.

Allá donde va Aznar la gente le detiene, le consulta y le ruega que haga algo. Le pide un gesto, una palabra. Las bases le reclaman y son varios los miembros del PP que se acercan a él para comentar sus dudas sobre la estrategia de oposición que el partido desarrolla y transmitirle, de paso, sus temores por las luchas de poder que se cuecen en su seno.

Él, que ahora se dedica a presidir la Fundación para el Análisis y los Estudios sociales (FAES) y a dar conferencias por el mundo, les escucha atentamente y permanece callado ante el cortejo. Se deja querer y prefiere no hablar de la crisis del PP. Aunque, tal y como reconocen sus colaboradores más cercanos, esté 'muy preocupado'.

Pero además de esta romería es curioso observar cómo, desde hace unas cuantas semanas, hay quien comienza a reivindicar su figura sin complejos. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, dijo en una entrevista en Público, que 'sería un error que el PP no consultara a Aznar'. A la zaga estaba Jaime Mayor Oreja quien se refirió a él como 'un activo enorme para el PP del presente y del futuro'.

Tan sólo unos días después, el candidato a las europeas añadía que no veía ninguna necesidad de reinventar el partido. 'Para qué si el mejor Gobierno de la democracia fue el de Aznar', recalcó.

El recordatorio de Aznar se ha convertido, además, en una constante en los discursos de la derecha. Incluso en los de Rajoy, que le pone como 'ejemplo' de la dinamización económica. Poco más les une ya. Los que les rodean afirman que la relación entre ellos es 'fría y distante'.

El líder del PP y Aznar se cruzaron hace poco. Coincidieron en una boda la de Jaime García-Legaz, secretario general de FAES el pasado 24 de enero. Bastó un segundo para que todos los presentes les notaran 'alejados'.

Algunos invitados explican que en ello influyó que Rajoy llegara justo a la ceremonia religiosa y se sentara en los bancos de la iglesia, mientras que Aznar, como testigo del enlace, se situó en el altar. Cuando terminó, el presidente conservador se fue a escribir rápidamente el discurso de inspiración obamista que leería al día siguiente en la clausura del I Foro Abierto de militantes. Aznar, por su parte, se quedó en el banquete y fiesta posterior.

Aunque algunos marianistas traten de quitarle hierro a este asunto, dejándolo en simple anécdota, lo que no pueden obviar es la importancia de que Rajoy no acudiera a Valencia cuando Aznar fue investido doctor honoris causa por la Universidad CEU Cardenal Herrera el pasado 20 de enero. Para muchos en el PP, ésta fue la prueba de que entre ellos no existe ninguna cercanía, más cuando tan sólo unos días después el jefe de la oposición sí acudía a arropar a Rodrigo Rato en un acto similar.

En el Palau de la Música de Valencia, Aznar lanzó dos mensajes: uno pesimista, al referirse a la crisis económica, y otro optimista, al reclamar una segunda transición para salir adelante. El presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, estaban junto a él. Pero también habían acudido a verle, entre otros, Gabriel Elorriaga, Daniel Sirera, Juan Cotino, Jaime Mayor Oreja y hasta Eduardo Zaplana, que reapareció para alegría de comidillas políticas. Fuentes de la dirección nacional excusaron la ausencia de Rajoy diciendo que tenía un encuentro con cinco medios digitales.

Por si fuera poco, tampoco está previsto que Aznar participe en la campaña electoral de los comicios vascos y gallegos del 1 de marzo. Sólo lo haría en el caso de que Rajoy se lo pidiera. Y no se ha cursado invitación alguna. Otra historia diferente serán las europeas, porque entonces puede que Mayor Oreja le reclame.

A sus compañeros de partido no les parece raro que no vaya a Galicia, pero sí que les choca que falte a su cita con el País Vasco. Y es que, se lamenta un diputado, 'ya no es lo mismo': 'No está María San Gil y ni siquiera le invitaron a la tradicional y simbólica cena de Navidad que celebra el partido allí todos los años'.

A los asesores de Rajoy les sorprende que, en estos momentos, vuelva a surgir el nombre de Aznar. Y observan, con cierta preocupación, cómo su sombra planea siempre sobre su jefe de filas. Pero, según destacados miembros del Comité Ejecutivo Nacional, no les debería extrañar tanto. La explicación es bien sencilla: 'En época de caos lo lógico es volver la vista atrás y ver cuándo funcionaban bien las cosas y cuándo en el partido éramos una piña'.

Algunos se remontan al pasado para explicar que cuando Aznar tomó las riendas del partido en el X Congreso de 1990 la situación no era nada fácil y que tan sólo él fue capaz de imponer una férrea disciplina que comenzó a cumplirse a rajatabla. Aún hay quien recuerda cómo fue moviendo sus peones y aparcando dinosaurios para encajar las piezas de una sincronizada maquinaria que le llevaría a ganar las elecciones por mayoría simple en 1996. Con la mayoría absoluta de 2000 se convirtió en un mito para los suyos.

Por esa razón en el PP ha comenzado a extenderse la idea de que con unos resultados electorales adversos y 'envueltos en una espiral de problemas', Aznar se verá forzado a dar la cara.

El ex inquilino de La Moncloa no ha contribuido precisamente a desterrar este debate. Al contrario. Hace nada se encargó de avivarlo al decir en un periódico uruguayo que aunque había mucha gente que le pedía que volviera a la política no era algo que se estuviera planteando. 'No en este momento', dijo. Sin cerrar las puertas a nada.

Más de una decena de dirigentes conservadores, consultados por Público, se muestran convencidos de que Aznar no volverá jamás a primera línea. Pero no descartan que si se convoca un congreso extraordinario o simplemente si la tensión se dispara, éste deba adoptar un papel similar al que desempeñó Manuel Fraga. Muchos recuerdan cómo el ex presidente de la Xunta se vio obligado a volver al partido tras el estrepitoso fracaso de Antonio Hernández-Mancha. Fraga acometió la refundación de Alianza Popular en el Partido Popular y, junto a un grupo de notables, decidió entregarle las riendas a Aznar.

En el partido creen que él sería la pieza clave de un sanedrín encargado de llevar la batuta. Al entorno del presidente de FAES le cuesta pensar que se vaya a involucrar. Pero termina por aceptar que como ha vivido dos frustraciones importantes ver cómo su sucesor no llegó a ser presidente del Gobierno y que el partido no funciona puede que dé un paso por pura 'responsabilidad'. Pero siempre con la idea de encarrilar la situación y retirarse de nuevo a su cuartel ideológico.

En el círculo de Rajoy están convencidos de que no ocurrirá absolutamente nada. 'Aznar no va a jugar a eso', afirman. Y recuerdan que no existe 'ningún paralelismo con aquella época'. Pero, por si acaso, ya comienzan a pensar en el contraataque: 'Si Aznar sale como el mesías, habrá quien le recuerde que una vez se equivocó. Entonces, ¿por qué habría que creer ahora que en sus manos está la solución?'.

En el XVI Congreso de Valencia, celebrado en junio pasado, Aznar causó un gran revuelo desde su llegada porque su tibio saludo a Rajoy contrastó con el efusivo que le dedicó a Ángel Acebes. Fue una imagen dura. Al igual que su discurso, en el que habló de María San Gil y José Antonio Ortega Lara como 'referentes morales del partido'. También recriminaba su marcha: 'Porque sin personas como ellos el PP ni habría sobrevivido ni sería lo que es'. Tras varios meses mordiéndose la lengua, calificaba de 'dolorosa' la ausencia de Acebes y Zaplana en la nueva dirección. Y criticaba el giro de estrategia de Rajoy. El jefe de la oposición había mostrado su disposición a hablar con todas las fuerzas políticas. Aznar se lo echaba en cara: 'Primero ganamos las elecciones y después gobernamos con diálogo y acuerdos. Por ese orden'.

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