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Una Venezuela partida en dos vota el referéndum de Chávez

Si triunfa el sí a la reforma de la Carta Magna, el presidente podrá ser reelegido indefinidamente

DANIEL LOZANO

Segundo round. Hugo Chávez convoca al combate de las urnas, sólo 14 meses después de sufrir su única derrota tras una docena de procesos electorales. El líder revolucionario no disimula su deseo: quiere permanecer en el Palacio de Miraflores hasta 2020, dos décadas después de asumir el poder, y consolidar así su revolución bolivariana.

El cuadrilátero de la política, en el que el presidente venezolano ha noqueado a todos sus rivales (excepto a los universitarios), ha provocado unos daños colaterales devastadores para el alma del país suramericano. Venezuela está profundamente dividida. Irreconciliable hoy por hoy. Con una tensión política constante, siempre al filo de la navaja. Una división que no sólo es ideológica, es, sobre todo, social. Incluso para distintos analistas políticos también tiene un componente racial. El referéndum de hoy ahonda más esta polarización.

La tensión se mide en la calle. Y es de tal calibre que la famosa crispación de la primera legislatura de Zapatero sería aquí un juego de niños. Dos ejemplos, que podrían ser millones. Adriana sólo tiene 18 años y es estudiante de Medicina Integral Comunitaria. 'Quiero que Chávez sea mi presidente para siempre. Esos fascistas sólo quieren robar el petróleo del pueblo'. Ender Arias (19 años) estudia idiomas. Ve el mundo al revés. 'Chávez es un autoritario. Y sus seguidores, unos ignorantes. Repiten las tonterías del presidente'.

En el termómetro de la calle resuena en ambos bandos, desde hace años, la misma frase: 'Aquí se va a armar el peo' (lío)'. De hecho, el peo ya se formó con el intento de golpe de Estado de 2002 y con la posterior huelga petrolera. Un peo latente, siempre en la boca de todos. ¿A qué se debe tal radicalización, que ha dividido familias y roto amistades?

Por supuesto, depende del cristal con que se mire. Chávez apostó por los sectores populares, el 60% del país, muy empobrecido, olvidado durante décadas por los anteriores gobiernos. Se volcó con programas sociales como las famosas misiones, con el acceso a la educación, con subvenciones directas de todo tipo. Chávez se ha transformado en su líder único, casi mesiánico, con un cordón umbilical invisible que les une y que el presidente tensa y destensa a su antojo. En un extremo, convertido en el 'comandante del amor'. En el otro, en el látigo inmisericorde de la oposición: vendepatrias, escuálidos, pitiyankis o la 'jauría enferma de odio'.

Y no se equivoca. Odio es la palabra que mejor define a ambos bandos. Abelardo Oropeza (55 años), comerciante. 'Estos reaccionarios manipulan a la población. No quieren asumir el proceso revolucionario. La Historia ha pasado para ellos'. Yadira Martins (58 años), también comerciante. 'Los chavistas se están robando el país, incluso regalando nuestro petróleo a los cubanos. A nuestros jóvenes sólo les queda la emigración'.

Para los opositores, es de esta lucha de clases de donde Chávez consigue sus mejores réditos electorales.

La polarización que marca el presente y el futuro de Venezuela cuenta con cómplices mediáticos. Una ayuda inestimable, sin la cual sería imposible tamaña crispación. En el lado chavista, las televisiones públicas, con Venezolana de Televisión a la cabeza. Y en el lado opositor, varios periódicos y, sobre todos, el canal de noticias Globovisión. Dos maneras radicalmente distintas de interpretar la realidad.

Venezolana de Televisión parece hermana del modelo televisivo cubano. Pensamiento único y estigmatización aplastante del enemigo durante 24 horas con el dinero de todos. En la trinchera de enfrente se sitúa Globovisión. Con un estilo diferente, pero igual de comprometido y machacón, bombardean a su audiencia durante 24 horas con su visión del país. La capacidad hipnótica que tiene sobre sus oyentes profundiza en la desazón de este antichavismo militante, que ve fantasmas e irregularidades por todas partes.

Los radicales mediáticos; el toma y daca agresivo de los políticos; los continuos procesos electorales, que impiden la normalización; las acciones violentas de los ultras; la inmensa presencia del Estado rojo rojito en todas las parcelas de la vida; la nostalgia por tiempos ya pasados Factores de mucho peso. La reconciliación de Venezuela parece, hoy por hoy, un sueño imposible.

Yoselinda Rojas Chávez tiene 55 años, es secretaria y tiene sus propios sueños. Se sintió una paria casi toda su vida. 'Los ricos nos han robado durante décadas, ahora ha llegado la hora de los pobres. Mi país está dividido, roto. Pero es que Venezuela necesita una ruptura de clases sociales'.

Ender Arias, el estudiante de idiomas, sí se atreve a soñar. Será cosa de la edad: '¿Reconciliación? Si en el pasado fuimos hermanos'.

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