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El PP reconquista Galicia y los socialistas obtienen la llave para gobernar Euskadi

Feijóo derrota al bipartidismo y apuntala el liderazgo del presidente del PP. Patxi López tiene los apoyos para convertirse en el primer lehendakari no nacionalista de la democracia

MIGUEL ÁNGEL MARFULL

Galicia se convirtió anoche en un balón de oxígeno para un PP que llegaba a los comicios en una aparente situación de ventilación asistida.

El enfermo no lo estaba. Con una participación histórica que superó el 69%, el candidato conservador, Alberto Núñez Feijóo, recuperó para Rajoy el territorio que perdió Manuel Fraga hace cuatro años.

La mayoría absoluta volvió a sonreír, con 39 escaños, a los conservadores en Galicia al concluir una jornada en la que los socialistas obtuvieron una espectacular subida en el País Vasco, donde crecen de 18 a 24 escaños, lo que coloca a Patxi López con posibilidades reales de convertirse en el primer lehendakari no nacionalista de la democracia.

Cerrado el escrutinio, se abrieron las primeras incógnitas post electorales. El PP volverá a gobernar Galicia, pero los nacionalistas, liderados por el PNV, se asoman a un horizonte de enorme incertidumbre que, salvo hipótesis remota, los apartará de tres décadas de gobierno.

El partido de Juan José Ibarretxe fue el más votado al conseguir 30 escaños, el PSE se coloca por detrás, con 24 parlamentarios, y el PP amortigua el golpe anunciado por las encuestas y pierde dos diputados, obteniendo 13 representantes en el Parlamento de Vitoria. Socialistas y populares suman 37 escaños, sólo uno menos de los necesarios para conseguir la mayoría en un Parlamento con 75 diputados y lograr que López cruce el umbral del palacio de Ajuria Enea, sede del Gobierno vasco, convertido en lehendakari.

El escaño de UPyD se convertiría así en la incómoda clave de apoyo para la investidura de López si el voto exterior no concede un parlamentario más al PSE, algo que el líder socialista dio por seguro ante sus seguidores.

La multitud de escenarios abiertos en el futuro político de Euskadi contrasta con la victoria sin matices del PP en Galicia y, por extensión, de su líder, Mariano Rajoy, pontevedrés y criado en la política gallega, que puede exhibir, desde ayer, el primer éxito de su recorrido como presidente del PP tras fracasar en dos ocasiones en sus aspiraciones a La Moncloa.

Antes de que finalizara el escrutinio, en el cuartel general del PSOE la dirección del partido daba por perdida Galicia. Los socialistas obtuvieron ayer 24 escaños, uno menos de los que consiguieron en las últimas elecciones, y el Bloque Nacionalista Galego perdió también uno en el camino de esta legislatura compartida con los socialistas en el gobierno bipartito.

El BNG consiguió 12 parlamentarios cuando tenía 13 diputados hasta ahora.

La fórmula del bipartito no ha cuajado. La izquierda gallega vuelve a la oposición después de la dura campaña alentada por el PP y el futuro político del líder de los socialistas gallegos, Emilio Pérez Touriño queda en el alero de la incertidumbre. El fracaso sin paliativos del bipartito, que perdió un 5% de los votos en las elecciones de ayer, deja a los socialistas gallegos en una difícil tesitura y abocados a la tormenta de una posible crisis interna.

El PSOE cerró la jornada electoral despojado del poder en el territorio con el que siempre ejemplificaba que no hay cambio imposible en política, pero rompió otro de los mitos de lo inalcanzable al conseguir un éxito histórico en Euskadi. El mazazo gallego tuvo su contrapunto en el País Vasco.

El candidato socialista, Patxi López, rompió el techo electoral de los socialistas en Euskadi y celebró un éxito sin precedentes. El PNV consiguió 30 parlamentarios. La suma de fuerzas nacionalistas en el País Vasco queda así por debajo del paralelo 38, en el que se ubica la mayoría absoluta.

Esa cota de poder sí la rebasa la suma del PSE y el PP, que consigue 13 escaños, unidos a UPyD. El previsible apoyo del partido conservador a López en la sesión de investidura, que podría tener como moneda de cambio la presidencia de la diputación de Álava, convertiría al líder de los socialistas vascos en lehendakari, aunque podría ser necesario recurrir al incómodo apoyo de UPyD, que irrumpe en el Parlamento de Vitoria. El españolismo de Rosa Díez que genera un profundo rechazo en el PSE consigue un diputado. El bloque constitucionalista se convierte, así, en mayoría en el Parlamento vasco al lograr 38 escaños.

Las formaciones nacionalistas incluida Ezker Batua suman 37 parlamentarios. El PNV ganó, pero Ibarretxe no será lehendakari. El cambio prometido por el PSE exige su relevo, incluso en el caso de que los nacionalistas pacten con los socialistas en las próximas semanas un acuerdo de Gobierno en Euskadi. El PNV fue el partido más votado en el País Vasco, pero la mayoría no nacionalista cierra desde ayer un ciclo político de 30 años.

Con una abstención del 34%, ligeramente superior a la de las últimas autonómicas, el PNV concluyó la noche electoral despojado del poder y con 30 escaños. El resto de fuerzas nacionalistas, muy atomizadas, obtienen siete parlamentarios más, una suma insuficiente frente a la mayoría de los no nacionalistas.

Dentro del fracaso nacionalista, Aralar se coloca como la fuerza emergente. Su candidata cuadruplica su peso en la Cámara de Vitoria, y pasa de tener un escaño a disfrutar de cuatro. Eusko Alkartasuna logra dos parlamentarios y Ezker Batua pierde dos y se convierte en una formación de representante único.

Las listas anuladas del nacionalismo radical, cuyas candidaturas fueron suspendidas por los tribunales de justicia, optaron por el voto nulo para medir su fuerza. Han perdido un tercio de sus apoyos. Si EHAK consiguió en 2005 un 12,4% de votos, las papeletas nulas sumaron ayer el 8,8%. El voto nulo por razones objetivas nunca supera el 0,5%. El nacionalismo radical baja también su peso en la sociedad vasca.

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