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El largo vuelo de Hachís Airlines

Ó. L. F.

Del Aeródromo del Pinar, muy cerca de Castellón, a una pista de aterrizaje situada a 15 kilómetros de Nador (Marruecos). Y de allí, a otra pista en desuso, en Valdepeñas (Ciudad Real). Este fue el peculiar recorrido que entre el lunes y el martes pasado realizaron dos pilotos a los mandos de una avioneta Antonov An-2 de gran tamaño. Un extraño trayecto que tenía un único objetivo: introducir en España una tonelada y media de hachís.

La avioneta ya despertó las sospechas de Vigilancia Aduanera a finales del año pasado, tras ser detectada en el pequeño aeródromo de Turre (Almería). El aparato había sido fletado por una red de traficantes españoles que pretendía llevar la droga hasta Centroeuropa, según las primeras investigaciones. España sólo era la primera escala para el alijo.

Para ello, los narcos contactaron con dos ciudadanos mexicanos, que se trasladaron a España hace poco más de dos semanas. Una vez aquí, uno de ellos se desplazó a Marruecos a negociar con los productores del hachís, mientras el segundo, Jesús C. H., se encargaría de pilotar el avión para traer la droga. Para ello, iba a contar con la ayuda a los mandos de Demián A. H., de 33 años, argentino, aunque residente en España. Ambos fueron detenidos hace tres días.

La avioneta, de fabricación polaca y matrícula húngara, estaba registrada a nombre de una empresa de Valencia. En los últimos meses, los narcotraficantes movieron la aeronave entre cuyas características destaca su capacidad para aterrizar en pistas cortas por pequeños aeródromos de media España. La Guardia Civil y la Agencia Tributaria detectaron su presencia en instalaciones de las provincias de Almería, Cuenca, Ciudad Real y Valencia.

No fueron los únicos lugares donde aterrizó. Según páginas web de aviación consultadas por Público, el avión lleva en España al menos desde finales de enero de 2008, cuando se encontraba estacionado en Requena (Valencia). De allí saltó a Baleares, al aeropuerto deportivo de Son Bonet, a mediados de agosto.

Antes de acabar el año, según fuentes de la investigación, los narcos tuvieron que llevarla a Hungría para repararla. No reapareció en España hasta finales de 2008, cuando los agentes la ficharon en Almería.

Las características del aparato con 12 metros de longitud y dos toneladas de carga son muy superiores a las de las avionetas usuales en España. Sus movimientos despertaron ya entonces las sospechas. Pero los investigadores sólo tuvieron la confirmación de que el aparato iba a ser utilizado con fines ilícitos poco antes de que partiese del aeródromo de Castellón, el pasado lunes. Aquel día, los dos pilotos volaron hasta Nador, donde cargaron 53 fardos de hachís en una pista clandestina.

Allí, al realizar la maniobra de despegue, la avioneta sufrió un pequeño accidente que dejó malparado el tren derecho de aterrizaje. Los daños no desviaron a los traficantes de su ruta. Emprendieron rumbo a España, volando a muy baja altura y sin hacer uso de la iluminación de navegación ni del dispositivo de seguridad aérea, denominado Transponder, para evitar ser detectados por los controladores.

Sin embargo, al penetrar en el espacio aéreo español, un helicóptero de la Agencia Tributaria les esperaba en la provincia de Almería. Empezó entonces un seguimiento con la colaboración de la Guardia Civil. Las autoridades estaban convencidas de que si no eran detectados por los pilotos, podrían detener en el aeródromo de destino al resto de la banda, encargados de señalizar la pista de aterrizaje con camping-gas y de descargar el hachís. Pero no hubo suerte. Los dos pilotos se dieron cuenta y avisaron a sus compinches, que huyeron. Ellos no corrieron la misma suerte. Su largo viaje y el del hachís acababa de madrugada en Valdepeñas.

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