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Victoria de la derecha en toda Europa

Los partidos minoritarios y ultras también encuentran su sitio en el Parlamento por la baja participación

DANIEL BASTEIRO

Más conservador, más fragmentado y con la irrupción de la ultraderecha. Éste es el retrato robot de un Parlamento Europeo con una izquierda en estado de coma, que coleccionó derrotas notables (Francia, Austria, Holanda, Italia y Reino Unido según las encuestas) o erosiones (en España y Portugal).

Las elecciones al Parlamento Europeo confirmaron una vez más la incapacidad de las instituciones europeas para arrastrar a más votantes a las urnas. Pese a asistir en primera línea a los efectos de la crisis económica más grave desde la Segunda Guerra Mundial, la participación continuó avanzando hacia el abismo y registró un 43,39%, un punto menos que en 2004.

La consulta bate el récord histórico de abstención al votar sólo el 43,39%

La apatía de los votantes europeos, que comienzan a escasear tras dos décadas menguando, coincide paradójicamente con unos años en los que Eurocámara ha conquistado más cotas de influencia y decisión.

En varios países bajó considerablemente. Es el caso de Italia, con un 66% (frente al 71,72% de 2004), o Irlanda, donde fue cuatro puntos menor. Tras conocer el dato europeo, el presidente saliente de la institución, Hans Gert Pöttering aseguró desde Bruselas que 'habrá que reflexionar' sobre la alta abstención, la más alta de toda la historia. 'No es tiempo para la complacencia', aseguró el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso.

El voto conservador acerca la reelección de Barroso al frente de la Comisión

La derecha sigue mandando en el nuevo hemiciclo, fiel al color actual de los grandes Gobiernos europeos, y vence en las urnas a una izquierda sin armas ni capacidad movilizadora.

En Francia, la UMP de Nicolas Sarkozy sube 12 puntos mientras los socialistas pierden 18, según los resultados provisionales. En el Reino Unido, el escándalo de los gastos de los parlamentarios y las dimisiones de miembros de su Gobierno sitúan a los laboristas muy por debajo de los tories de David Cameron, según las encuestas.

Al cierre de esta edición, el Reino Unido aún contaba sus papeletas, tres días después de haberse producido la votación, algo que levantó todo tipo de críticas y dudas sobre el procedimiento de recuento.

La derecha que domina el Parlamento Europeo no es compacta. Está muy fragmentada en múltiples partidos que buscarán desde hoy superar el mínimo de 25 diputados de al menos siete países que permiten disponer de un grupo parlamentario propio en la Eurocámara.

La primera fuerza europea seguirá siendo el Partido Popular Europeo (PPE), donde se integran los partidos de centro derecha más importantes del continente, entre ellos el Partido Popular español.

El PPE ocupará entre 267 y 271 de los 736 escaños que se eligieron anoche, frente a los 288 que tenía en la anterior legislatura, donde la Cámara contaba con 785 diputados.

El Partido Socialista Europeo, incapaz de rentabilizar la crisis, seguirá ocupando la segunda posición, con 157-161 escaños y una caída de un 5%. 'Es una noche triste para la socialdemocracia', aseguró el presidente de los socialistas europeos, Martin Schulz, que reconoció que esperaba 'mejores resultados'. Schulz insistió en la necesidad de 'mercados mejor regulados o una política mejor para el clima' y atribuyó a los 'factores internos' y la ausencia de un debate europeo el descalabro socialista.

El principal grupo conservador perdió ayer escaños en una Eurocámara con menos sillas para repartir que en 2004, pero está ideológicamente más arropado que nunca. Su retroceso numérico se explica por la marcha de los conservadores o tories británicos, que han anunciado la creación de un grupo propio, posiblemente con partidos checos y polacos.

El espacio ideológico más radical del centro-derecha europeo fue aprovechado ayer por pequeños partidos que avanzaron posiciones, desde los países con más tradición europea hasta los miembros del Este.

En la nueva Eurocámara, la presencia de la ultraderecha dejará de ser anecdótica. Ya no se reducirá a la inspiración del reelegido Jean-Marie Le Pen, del Frente Nacional, y diputados afines. En Holanda, el Partido por la Libertad, del anti-Islam Geert Wilders, se convirtió el jueves en la segunda fuerza del país, con un 15,3% de los votos. En Austria, los herederos de George Haider junto a la Unión por el Futuro suman el 18% de los sufragios.

En Finlandia, Dinamarca o Hungría, los partidos que piden más mano dura con la delincuencia, más control de la inmigración o la paralización de las ampliaciones avanzan posiciones, alimentándose del descontento popular con los grandes partidos.

Tras PPE y PSE se sitúan los liberales, que ocuparán entre 80 y 82 escaños y los Verdes (54), dos grupos a menudo imprescindibles a la hora de ganar votaciones en una cámara sin una disciplina de voto estricta. Los Verdes avanzaron en Finlandia, Bélgica y en Francia.

Los resultados muestran que, pese a una crisis económica sin precedentes en el último medio siglo, los ciudadanos europeos no han optado de manera masiva por el voto de castigo a los gobiernos. En algunos casos, como en Francia, el partido en el poder ha visto multiplicar sus votos gracias a una oposición dividida cuyo mensaje no cuajaba. En otros, como en Alemania o España, el partido gobernante cedió varios puntos sin cosechar una drástica derrota.

Irlanda y Grecia son quizás la excepción a la regla. Según los primeros sondeos, el partido Fianna Fail, liderado por el primer ministro, Brian Cowen, sufrió un descalabro en favor de la oposición. Irlanda es uno de los países que más está sufriendo la crisis económica, pasando de una creación de empleo y riqueza ejemplar a abanderar el furgón de cola de una Europa en recesión.

La baja participación, que apenas llegó al 20% en países como Eslovaquia, Lituania o Eslovenia, ha beneficiado en otros países a partidos pequeños y muy movilizados. El caso más paradigmático es el del Partido Pirata en Suecia, que logró un escaño pese a no contar con oficinas y organizarse íntegramente en la Red. Sus líderes lograron convencer al electorado más joven con las promesas de reforma de las leyes de propiedad intelectual y la defensa de los valores de Internet.

Barroso, el presidente de la Comisión, siguió ayer con especial interés el desenlace de las elecciones europeas, que lo han colocado más cerca de repetir mandato. No era candidato por ningún partido, pero en el Ejecutivo comunitario nadie oculta que su campaña ha sido más larga que la de ninguna fuerza política europea. Su continuidad al frente de la Comisión, respaldada de momento por España, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, depende de una mayoría de derechas en la Eurocámara, que debe ratificar su nombramiento.

Aunque en los últimos meses han surgido dudas sobre el apoyo de Sarkozy, Barroso es, de momento, el único candidato a un puesto que deberá renovarse antes de final de año.

Pese a criticar su escasa actividad frente a la crisis o sus extremas cautelas para no enfadar a ninguno de los grandes países, la izquierda europea no ha logrado presentar un candidato alternativo y ha afrontado las elecciones dividida entre los partidarios de 'cualquiera menos Barroso', como reza una campaña en Internet, y los firmes defensores del antiguo primer ministro de Portugal, entre ellos José Sócrates, su sucesor en el cargo, Zapatero o Brown.

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