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"Aquellos maravillosos años"

Pablo Soto, que lanzó su primer programa P2P tras el cierre de Napster, cuenta cómo vivió aquellos años

PABLO SOTO

La droga de los desarrolladores. Eso es lo que Shawn Fanning perseguía a finales de 1998 cada vez que compilaba el código de Napster; la sensación de haber dado con una solución elegante y única a un problema extremo. A finales de los 90, el diseño de un sistema que permitiera a 25 millones de nodos poner en común miles de millones de archivos era un problema extremo. Cuando el número de usuarios de Napster creció exponencialmente, también lo hizo el de enemigos. Y fue entonces cuando la descentralización se convirtió en el nuevo paradigma.

El primer paso lo dio Justin Frankel, el creador de WinAmp, el primer reproductor de MP3 para Windows. Frankel diseñó un protocolo que daba un paso de gigante para la resolución de dicho paradigma: la distribución de tareas de búsqueda de contenidos y organización de nodos. El 14 de marzo de 2000, Frankel colgó en la página de su empresa, recientemente adquirida por AOL Time Warner, una primera versión de la aplicación a la que bautizó con cierto sarcasmo como Gnutella.

Menos de 24 horas después, AOL retiraba a hurtadillas Gnutella de la web de su filial. Pero ya era tardísimo; la página había aguantado esa noche de milagro el efecto Slashdot.

Durante 2001, más y más soluciones elegantes aparecían de la mano de un grupo de desarrolladores. Repartidos por el mundo, todos éramos de la misma generación, la de Shawn Fanning: Greg Bildson de Limewire, Vincent Falco de Bearshare, Steve Bryan de Mactella, John Marshall de Gnucleus, Gene Kan y Spencer Kimball de Gnubile, Niklas Zennström y Janus Friis de Kazaa y yo.

Lancé Blubster en junio de 2001, en plena vorágine de investigaciones y desarrollos en protocolos P2P, mientras los Gnutella Developer Forums discutían posibles formas de descentralización mediante UDP. El pobre Fanning se enfrentaba a una demanda multimillonaria, comentábamos allí. Perdió el recurso el 5 de marzo de ese año, mientras los demás buscábamos una posible vuelta de tuerca a lo que él había descubierto.

Todos soñábamos con topologías avanzadas de red, desayunábamos y cenábamos protocolos y especificaciones, y pasábamos largas noches en el IRC. Aquellos tiempos fueron maravillosos. Lo que no sabíamos es que todos los que compartíamos aquella inquietud, uno tras otro, recibiríamos nuestra propia demanda multimillonaria.

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