Si a Miguel M. H., técnico superior en sistemas informáticos de 27 años, le dieran la oportunidad de arrancar un año de la historia, ese sería sin duda este 2009. Antes de que llegara de lleno la crisis, trabajaba en una compañía de ingeniería en Sevilla con buenas condiciones laborales. Acabó el 2008 sin faltar ni un día a su empleo, pero el 2009 lo empezó de otra manera: apuntándose a la lista del paro después de que su empresa lo despidiera. A esa mala noticia se unió otra más, la finalización del contrato de trabajo de Carmen G.L., su novia, de 25 años.

Los más de 2.000 euros que entraban cada mes para hacer frente al pago de una hipoteca de una casa que todavía no han recibido y del alquiler del piso en el que actualmente residen, se esfumaron como por arte de magia. Los planes de futuro de esta joven pareja, que el amor unió en Sevilla antes ella vivía en Almería y él en la capital andaluza, no están ahora tan claros como hace tan sólo unos meses. 'Si la cosa se pone peor y no encontramos trabajo, antes de pasar hambre, nos volveremos a casa de nuestros padres', afirma contrariado Miguel.

Reducción de gastos

Por ahora, aseguran que todavía no lo están notando de forma traumática, ya que él cobra el subsidio por desempleo y Carmen también, aunque a ella se le termina el próximo mes. Cuando eso llegue, ya no saben qué pasará. Han reducido gastos, y cada vez controlan más variables como el gas, el agua o la electricidad.

Pero han cambiado muchas más cosas, como sus hábitos de ocio. Ahora las cenas en restaurantes y las cervezas han descendido drásticamente, y los desembolsos en pequeños caprichos ya no existen. 'Son pequeños detalles, pero, por ejemplo, si antes nos íbamos al chiringuito en la playa, ahora cambiamos eso por unos filetes empanados que nos hacemos en casa', explica Miguel.

Para este joven, son muchas las empresas que se están aprovechando de esta situación económica y, según él, lo hacen doblemente: 'Por un lado, echan a la gente casi sin argumentos y, por otro, contratan a otros trabajadores con salarios muchos más bajos'. Ahora, mientras que espera volver al trabajo, ocupa su tiempo formándose en un curso de FPO de administración de redes informáticas. E incluso se plantea montar un negocio propio, pero para eso, inevitablemente, dice, hace falta dinero. 'Y por ahora los bancos sólo lo tienen para dárselo al Real Madrid para que fiche a Cristiano Ronaldo; a las pymes y autónomos no les llega ni un euro', critica con sorna.

GUILLERMO MALAINA

A Sergio la crisis le ha revuelto la vida. Su trabajo, como autónomo, en el transporte de muebles le había permitido durante los últimos 12 años juntar unos ahorros para comprarse una casa junto a su mujer. Pero, de la noche a la mañana, el pasado mes de noviembre, se quedó en la calle.

'Ahora vivimos al día', dice con cierta pizca de humor. Lo cuenta así porque el único ingreso que entra en su casa son los 1.100 euros que gana su mujer. Con esa suma, al comienzo de cada mes pagan la hipoteca al banco, de 985 euros, y con los 115 restantes cubren los recibos de la luz, el agua... 'Vamos, que nos suelen quedar unos 20 euros para vivir todo el mes. No me puedo permitir casi el lujo de tomarme un café', lamenta.

La situación de Sergio y su mujer aún podría ser más angustiosa si no fuera por la ayuda que les prestan sus madres. 'Tengo esa suerte. Nos echan una mano y así podemos salir por ahora adelante', cuenta. La cuestión es hasta cuándo. Ha comenzado ya a pensar en la posibilidad de vender su coche: 'Lo que pasa es que si luego encuentro un trabajo y necesito un coche...'.

Sergio es un caso paradigmático de las dificultades extra con que los autónomos afrontan la crisis. Pasó 12 años como autónomo dependiente de una empresa. 'Si hubieran cotizado por mí, ahora cobraría el paro y podría prepararme para algo. Pero, claro, conmigo como autónomo les salía más barato', relata.

En cualquier caso, ya no piensa en las condiciones laborales que tuvo en su pasado. 'Trabajaría en cualquier cosa, de vigilante, de almacenero... He echado más de 100 currículum y también busco trabajo por Internet. No pienso ya en elegir, me basta con poder meter algo de dinero en casa. Si son 500 euros, pues 500 euros al mes'.

M.J. ALBALADEJO

Poli llegó a Barcelona hace siete meses para vivir con su novia, seguro de que en una gran ciudad no le faltaría el trabajo. Pero después de un mes de búsqueda, sólo consiguió un contrato temporal como monitor de piscina. Ahora se ha quedado en el paro.

Lamenta que los jóvenes están condenados a los trabajos eventuales y en puestos que nada tienen que ver con su formación. “Soy licenciado en Educación Física y mando curricula para mozo de almacén, limpieza... ya no puedo bajar más el listón” dice con rabia este gallego de 29 años. La única alternativa que ve a su situación es volver a Santiago de Compostela, buscar un trabajo a tiempo parcial e intentar conseguir una beca para seguir estudiando hasta que el temporal de la crisis amaine.

Barcelona es cara “y para vivir con dignidad, pudiendo ir alguna vez al cine o al teatro y ahorrar un poco debería ganar unos 1500 euros” asegura Poli, que en estos momentos cobra la mitad de lo que el considera un salario justo.

Y todo eso compartiendo piso porque ni se le ocurre pensar en comprarse una casa. Sabe que deben pasar muchos años hasta que obtenga una plaza de profesor en algún colegio y plantearse ser dueño de algo o poner un negocio propio.“Lo peor de todo es que las empresas te piden que te des de alta como autónomo aunque trabajes para ellas” asegura después de las últimas entrevistas de trabajo a las que ha acudido.

A Poli le parece increíble que la mitad de los empresarios con los que se ha entrevistado le hicieran esta oferta que, según él, le dejaría desprotegido en caso de perder nuevamente su empleo. “La cantidad de dinero que te da el paro es pequeña pero al menos es algo” comenta Poli seguro de que esa condición no la va a aceptar por el momento.