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"No nos engaña el maquillaje legal del golpe en Honduras"

Secretario de Estado para Iberoamérica. Diplomático con experiencia en América Latina, encara el difícil reto hondureño, el más complejo desde que asumió el cargo hace tres meses

GORKA CASTILLO

Su perfil diplomático está siendo puesto a prueba. La crisis desatada en Honduras ha colocado a Juan Pablo de Laiglesia (Madrid, 1948) en una tesitura difícil que calibrará la confianza hacia España de algunos paises de la región.

¿Contempla España una salida negociada a la crisis de Honduras, por ejemplo, permitiendo que Micheletti se mantenga en el poder hasta las elecciones?

El Secretario General de la OEA ha recibido un mandato muy estricto en cuanto al objetivo que deben perseguir sus gestiones diplomáticas y el plazo en que debe hacerlo. En él reside ahora la responsabilidad y sabe que cuenta con la confianza y pleno apoyo de España en esa delicada tarea.

Y en el caso de que se enroque en la presidencia, ¿qué medidas se pueden tomar?

Lo que ahora debemos hacer es esperar el resultado de las gestiones del secretario general de la OEA. Ya veremos qué escenario resulta y qué medios pueden ser los más eficaces para abordarlo.

¿Cree que de no regresar Zelaya se abre un peligroso precedente que puede afectar a la estabilidad en la región?

Es el golpe lo que podría llegar a afectar a la estabilidad de la región. Pero la contundencia y la unanimidad de la respuesta es un mensaje inequívoco del compromiso de la región con la democracia y el respeto al Estado de derecho.

¿Que el Congreso y la justicia hondureña hayan validado el golpe de estado sirve para vestir de legalidad el golpe ?

Una vez roto el consenso constitucional, a nadie engañan los maquillajes supuestamente legales. Al presidente Zelaya le secuestraron a punta de pistola y le expulsaron ilegalmente del país.

¿Qué papel está desempeñando España para lograr el retorno a la normalidad constitucional en Honduras?

España está desarrollando desde el inicio de la crisis un papel activo en la condena del golpe, el aislamiento diplomático de las autoridades de facto y su no reconocimiento, así como en la reinstalación del presidente Zelaya en el pleno ejercicio de sus funciones. Y lo estamos haciendo de forma coordinada con los países latinoamericanos en el marco de la OEA, con otros organismos en los que participamos, así como con la UE donde impulsamos iniciativas para materializar ese aislamiento diplomático.

¿Es tan compleja América Latina?

Muchas veces se simplifica el concepto de América Latina para hablar de un todo homogéneo. Sin embargo no hay una América Latina sino 21, tanta como naciones, cada una respondiendo a su propia evolución política, social y económica. Estas condiciones particulares exigen a España un esfuerzo de adaptación para tener las mejores relaciones con todos los países que integran el continente.

¿Percibe recelo al papel político de España en Latinoamérica?

En absoluto. América Latina nunca ha dejado de ser una parte fundamental de nuestra propia identidad. España no se entiende sin Latinoamérica, de la misma manera que Latinoamérica no se puede comprender sin España. Siempre hemos estado preocupados por lo que allí sucede, porque nos afecta. Y lo que pretendemos es acercarnos para prestar nuestra contribución a solucionar sus problemas desde el más riguroso respeto a sus procesos políticos y a las decisiones que tomen sus gobiernos en el ejercicio de su soberanía.

Pero al menos algunos países dicen que son tratados con una cierta prepotencia

Sinceramente, ni creo que sea así ni lo percibo en ninguna nación. España respeta de igual manera a todos los estados latinoamericanos y repito que ni el respeto es alejamiento ni la ayuda a solucionar problemas acarrea prepotencia. Los tres principios que rigen la política de este Gobierno con América Latina son la universalidad, la simetría y el respeto. Es decir, queremos tener las mejores relaciones con todos los países del continente, desde un trato de iguales y alejado del paternalismo e independiente de la magnitud de nuestros intereses.

¿Es complicado realizarlo precisamente ahora que América Latina se encuentra sumergida en una difícil tesitura?

Precisamente por la existencia de fuertes cambios en el continente, debemos trabajar escrupulosamente bajo esos principios. Latinoamérica está viviendo transformaciones económicas y políticos muy importantes. Muchos países están revisando sus modelos de desarrollo, su arquitectura institucional e incluso la forma de relacionarse a nivel regional.

Cambios que muchos consideran ruido y fomento de un espíritu de confrontación. ¿Cuál es su opinión?

Pienso más bien todo lo contrario. Estos esfuerzos demuestran dos cosas. Una, que los latinoamericanos no están contentos con lo que tienen y, por consiguiente, entre optar por el desinterés o por coordinarse de otra manera con instituciones nuevas que den mejores respuestas a sus necesidades, han optado por esta última vía.

España asumirá en enero la presidencia de la UE y una de las prioridades será fortalecer los puentes entre ambos continentes, ¿cómo piensan hacerlo?

Ese es uno de los empeños de España desde que forma parte de la UE. Pero no es tarea fácil, especialmente en un momento en el que existe una grave crisis económica y la UE ha realizado una ampliación que ha distraído a los países del escenario latinoamericano. Lo que pretendemos hacer durante nuestra presidencia es dar un impulso a las relaciones para colocar a América Latina en la parte alta de la agenda europea. Uno de los momentos clave será la Cumbre Europa-Latinoamérica que nos toca organizar y que reunirá a 60 jefes de Estado.

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