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El verano dispara los casos de estafas médicas

La Policía ha desmantelado en los últimos días dos redes clandestinas que ofrecían tratamientos estéticos sin garantías

ITZIAR BLANCO / MARIOLA MORENO

La obsesión tanto de mujeres como de hombres por mejorar su aspecto físico se ha convertido en la gallina de los huevos de oro para muchos estafadores de la medicina. Su único móvil es el dinero; su carta de presentación, las promesas imposibles y los tratamientos milagro. Los resultados: daños irreparables en la salud del paciente.

Cada vez son más los falsos médicos que se apuntan a la nueva moda de la estafa. Sin ir más lejos, hace un par de semanas fueron arrestadas en Madrid tres mujeres acusadas de realizar tratamientos estéticos en peluquerías de la ciudad. Prometían labios carnosos, pómulos marcados y ni rastro de celulitis. Una de ellas era la encargada de llevar a cabo las intervenciones a pesar de que carecía de titulación.

La acusada inyectaba silicona líquida y ácido hilurónico en diferentes partes del rostro de las pacientes. Las intervenciones en ocasiones las efectuaba en domicilios particulares. Otra de las detenidas era auxiliar de enfermería empleada en un hospital de Madrid. Era la que proporcionaba y suministraba los anestésicos. Las detenidas tampoco contaban con la habilitación precisa para efectuar este tipo de intervenciones. En los registros domiciliarios, la Policía se incautó de numerosos productos, algunos de ellos caducados.

Las estratagemas para atraer a los clientes también están evolucionando. Tal es el caso que se registró la semana pasada en el País Vasco, donde se desmantelaron tres clínicas de estética tras descubrirse que vendían adelgazantes altamente tóxicos elaborados con medicamentos prohibidos. Los productos se fabricaban en unos laboratorios de Bilbao y después se comercializaban en los propios locales. Carecían de nomenclatura en su envase y de prospecto informativo.

Desde la Organización Médica Colegial (OMC), advierten de que los medicamentos deben llevar 'siempre' la composición escrita y estar registrados por Sanidad. 'El problema son los que están perfectamente copiados, porque no sabemos los daños que pueden llegar a causar en la salud', explica con preocupación su presidente, Juan José Rodríguez Sendín. Afirma que estos casos se dan especialmente por Internet, donde alcanzan cifras de 'hasta el 80% o 90% de los que se ofertan'.

Y es que el olor del dinero, acompañado por la mala fe, es el móvil que provoca la totalidad de estos sucesos. El presidente de la Fundación Docente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE), Antonio Porcuna, asegura que los casos de intrusismo son menores cuando se trata de operaciones 'que no son caras' y, por ejemplo, 'es raro que haya un neurocirujano falso'. Sin embargo, en la medicina plástica 'sí se dan casos en los que hay veces que ni siquiera son médicos'. Pero el dinero no sólo ciega al que opera, sino también al que se pone en sus manos para conseguir una intervención menos costosa, por lo que Porcuna considera que en este caso ambos implicados tienen su parte de culpa.

Precisamente los precios populares de las intervenciones entre 250 y 500 euros por poner implantes de silicona fueron el anzuelo en el que picaron varios clientes llegados desde diferentes provincias españolas hasta un piso del barrio barcelonés del Raval. Allí, Juan P. L., sin titulación médica ni sanitaria, fue detenido el pasado abril por efectuar operaciones estéticas en condiciones higiénicas 'deplorables'.

Sus utensilios eran material veterinario y el procedimiento que empleaba tenía importantes riesgos para la salud. El detenido inyectaba a sus pacientes silicona líquida, no apta para este tipo de usos, y utilizaba pistolas de uso animal. El acusado tampoco esterilizaba las agujas que usaba.

Los incidentes impactan especialmente al saber que la Normativa Médica y Sanitaria 'funciona bien', según los expertos, aunque Porcuna encuentra un vacío legal con las especializaciones. 'No es sólo cuestión de ponerse en manos de un profesional, sino de hacerlo con el adecuado. No dejaría que un cirujano atendiese el parto de mi mujer, ni que un ginecólogo me operase un tumor cerebral', recalca.

No obstante, el consejo desde SECPRE es que 'jamás hay que operarse en domicilios y locales privados'. El responsable de la organización asegura que, aunque hay muchos casos en los que el que opera tiene el título, los locales no cuentan con las infraestructuras necesarias para reaccionar si hubiese alguna complicación.

La situación empeora cuando la persona en la que han depositado su salud ni siquiera es médico. Porcuna señala que el primer paso para descubrirlos es recurrir al Colegio de Médicos y comprobar si está registrado o no. Para verificar la especialidad, basta con acudir a la Sociedad Científica de Especialidades. Aconseja también preguntar por el hospital en el que se va a realizar la operación, porque 'las clínicas privadas piden el título de especialista y el seguro de responsabilidad civil, y si no los tienen, no les dejan operar'.

Según confirma el responsable de la OMC, en la sanidad privada todos los médicos tienen la obligación de estar colegiados. En la pública, hay algunas autonomías en las que se considera un requisito opcional, pero en este sector 'no te van a prometer milagros'.

Esta es precisamente otra de las señales inequívocas de que el paciente se encuentra ante un fraude. 'Hay que dudar de las promesas extrañas', asegura, porque 'en la medicina está todo escrito y no hay ninguna intervención que sólo sepa realizar una persona'.

El 'secretismo' también tiene que hacer que salten todas las alarmas del cliente. Rodríguez Sendín recuerda que estos falsos médicos suelen exigir 'documentos y cuestiones' que no se ajustan a la normalidad, ni a las peticiones del resto de las consultas.

Ambos profesionales apelan al sentido común de la gente y recomiendan acudir, ante cualquier duda, al Colegio de Médicos. Además, se pueden realizar consultas vía correo electrónico a través de la web del Consejo General de Colegios de Médicos de España. De hecho, aseguran que las denuncias de los afectados son la única forma que tienen desde los organismos para informarse de este tipo de casos.

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