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"Larsson no era ni un fantasma ni un cenizo"

Periodista. Es uno de los reporteros de investigación más célebres y comprometidos, y fue compañero de andanzas del autor sueco

FERRAN CASAS

Vinader, uno de esos periodistas a los que es tan necesario como justo reivindicar, fue en palabras de Manuel Vázquez Montalbán un 'flagelo de parafascistas' durante la Transición. Desde publicaciones como Interviú tuvo una trayectoria similar a la de Larsson, con quien coincidió en Londres. El periodista catalán se exilió allí a principios de los ochenta después de que ETA asesinara a dos extremistas a los que él desenmascaró y le condenaran por ello. Le indultaron en 1984 y en la capital inglesa, y durante sus viajes a Suecia, coincidió y trabó amistad con el autor de Millennium. Ha leído los tres best sellers. Le gustan porque enriquecen las tramas con su experiencia en la investigación. Pero él se queda con la obra periodística del sueco, a quien define como 'una esponja'.

¿Cómo le conoció?

Estando en Londres como corresponsal de Searchlight y de Interviú. Después nos vimos en Suecia cuando lo del asesinato de Olof Palme (1986), que sale en sus novelas. Antes ya había ido a Estocolmo. Nos reuníamos en un café, cerca del Palacio Real, y pasábamos horas hablando de la extrema derecha sueca y europea. Incluso planeamos artículos conjuntos para Seachlight hablando del panorama de neonazis en Europa.

Defínalo profesionalmente.

Metódico, claro sueco. No era un fantasma, era de la escuela anglosajona y nórdica del periodismo. Obsesivo de conseguir mucha información. Un curioso impenitente, compulsivo y nervioso. Tomaba 27 cafés. Podía discutir horas, pero era muy divertido. No un cenizo.

¿Preocupado por su seguridad?

Claro. Suecia es un mundo pequeño. Se conocen todos, y periodistas como él no había tantos. Eran objetivos permanentes, su domicilio no constaba en ningún registro, su teléfono tampoco. Expo sufrió atentados.

En su día habló de una red de periodistas antifascistas europeos.

Se articuló a través de los corresponsales de Searchlight y luego con colectivos que informan de la extrema derecha. Era de intercambio de información, para poder radiografiar. Una especie de observatorio que se plasmaba en informes que han servido de debate para la comisión de los derechos humanos europea. Funcionó bien en los ochenta y noventa.

¿Cree en la colaboración entre periodistas de investigación y gobiernos, como pasa en la tercera parte de Millennium?

Yo soy partidario de utilizar todas las vías de concienciación. Publicar artículos, colaborar con los organismos estatales... Se trata de estimular que se ocupen del tema. Si hay que facilitarles datos que no tienen pues sí, estoy de acuerdo. En esto se ha avanzado mucho desde la Transición, cuando parecíamos francotiradores, cazadores de neofascistas.

¿Por qué investigar la extrema derecha y no escribir de política o deportes, como hacemos los periodistas vulgares?

Porque es una realidad que no ha desaparecido, es como los camaleones, se ha metamorfoseado. Hoy no hay camisas pardas, brazo en alto y banderas al viento, pero tiene otras formas. ¿Qué es sino el MSI de Fini en Italia? Hace poco me decían que Blas Piñar anda diciendo que todos los de Fuerza Nueva están en el PP.

Hay quien dice que todo esto son cosas de otra época.

Antediluviano. Hay gente que dice que la extrema derecha ha desaparecido En España está desunida y sin líder. Ahora están con la inmigración y la xenofobia. Y creo que periodística y políticamente habría que tenerlo en cuenta.

¿Cómo trabaja un periodista que investiga estos asuntos?

Se utiliza mucho Internet. Es un mundo tan fragmentado y dividido que muchas veces eso facilita que haya datos porque unos explican de los otros, hay rivalidad y odios personales El debate ideológico no hay muchos que te lo puedan aguantar. Eso facilita que pueda existir gente que cuente cosas. Los egos personales son muy importantes. Vanagloriarse de su fuerza o capacidad de provocar miedo. Cuando me dedicaba a esto me encontraba gente que hablaba porque explicando lo que había hecho les daba la sensación de fuerza. Luego hay fuentes semiabiertas, gente que está y no está. Es un magma complicado. Un mundo fragmentario que facilita el conocimiento.

¿Vinader o Larsson habrían hecho este periodismo sin comprometerse en valores?

No, en ningún caso. Esto es un posicionamiento ideológico, un 'No pasarán' (de hecho a él le interesaba mucho la Guerra Civil). Significa tener un planteamiento ideológico y ético de conciencia social. Larsson era un periodista politizado de izquierdas era trotskista, un bicho raro dentro del periodismo sueco.

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