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La Policía británica cuestiona la eficacia de la videovigilancia

Londres cuenta con un millón de cámaras de seguridad, que han resuelto 1.000 delitos

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Como Orwell, pero con una cierta tendencia a la torpeza. Por cada 1.000 cámaras de vigilancia que hay ubicadas en Londres, sólo se consigue resolver un delito. En la capital británica, paraíso del mirón policial, hay cerca de un millón de cámaras. Una cantidad que sólo sirvió para descubrir, en 2008, a los autores de unos 1.000 delitos.

La cifra ha sido publicada en un informe de la Policía Metropolitana de Londres. El documento recoge opiniones de mandos policiales que empiezan a ser conscientes de las dificultades para justificar tal despliegue de vigilancia pública. Precisamente porque los ciudadanos son conscientes de que cada día son enfocados y grabados por centenares de cámaras, las autoridades aspiran a que al menos sean útiles en la lucha contra la delincuencia. Si no es el caso, dice el informe, llegará el momento en que los británicos no aceptarán con tanta facilidad esta intromisión.

Los carteles con las letras CCTV (siglas en inglés de Circuito Cerrado de Televisión) son omnipresentes en el Reino Unido, en especial en las grandes ciudades. No son sólo los edificios oficiales los que están plagados de cámaras tanto en el exterior como en su interior. Centros comerciales, instalaciones deportivas, plazas, cines, calles céntricas... Apenas hay lugares concurridos que carezcan de videovigilancia.

El Gobierno británico se ha gastado 570 millones de euros en extender las videocámaras por todo Londres. Una inversión exagerada que es aún más cuestionable si produce tan escasos resultados en el trabajo policial. 'CCTV produce un gasto inmenso y una eficacia mínima. Supone una clara intrusión en la privacidad y, sin embargo, no facilita una mejora de la seguridad', ha dicho el ex ministro de Interior, el conservador David Davies, uno de los críticos más incisivos de esta política.

Los alumnos aprenden desde pequeños a ser observados. En un colegio de Londres, el director aprovechó el pasado mes de julio el inicio de unas obras para doblar el número de cámaras existentes en las aulas, donde ya había 68. La razón: impedir robos y disputas entre alumnos y profesores. Insistió en que los maestros se mostraban a favor de aumentar la vigilancia, aunque los sindicatos de enseñanza no están nada convencidos de llevar el control hasta estos extremos.

 

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