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El hipopótamo 'Pepe' divide Colombia

Los expertos defienden que el Ejército abatiera a la mascota de Escobar pese a las críticas ecologistas

 

ANTONIO ALBIÑANA

La muerte a tiros del hipopótamo Pepe ha conmocionado a Colombia, un país sacudido por la violencia cotidiana que, por unos días, olvidó el debate sobre masacres y desplazamiento forzado hacia la suerte de otros desplazados del reino animal: los caballos de agua.

Pepe era una de las mascotas del capo de los capos de la droga en Colombia, Pablo Escobar. Hace unos 20 años, Escobar decidió rematar su imperio con la creación de un gran parque zoológico en su hacienda. Sin ningún permiso que se adaptara a los convenios internacionales sobre tráfico de especies suscritos por Colombia, llevó en sus propios aviones desde África y Estados Unidos ejemplares de más de 1.500 especies exóticas: jirafas, leones, tigres, avestruces, hipopótamos...

Tras la muerte de Escobar en 1993, la Hacienda Nápoles, a 250 kilómetros de Bogotá, quedó abandonada, y la abundante fauna de su zoo, desprotegida. Tras una serie de cesiones, la mansión es hoy es un parque temático en cuya puerta principal se puede contemplar la avioneta en la que Escobar sacó de Colombia su primer alijo de cocaína.

Entre las curiosidades del parque figura su nutrida colonia de hipopótamos, unos once. Pero, hace unos dos años, tras ser derrotado en una pelea con El Viejo, el macho dominante, Pepe, acompañado por su pareja de hecho, Matilda, escapó de la Hacienda Nápoles para establecerse 150 kilómetros aguas abajo. En el camino nació una cría.

Aunque los pescadores de la zona afirman que los hipopótamos no les causaban ningún problema, las autoridades regionales y las del Ministerio de Medio Ambiente se alarmaron por la presunta peligrosidad de las fieras, celosas en marcar su territorio y en procurarse el sustento, unos 50 kilos de hierba por cabeza y día. Se decretó la muerte forzosa de los hipopótamos y se ofrecieron voluntarios dos ejecutivos alemanes de la multinacional Porsche, inscritos en la Federación Colombiana de Caza. Les acompañó en su expedición un batallón del Ejército. Tres tiros precisos bastaron para liquidar a Pepe. Los soldados se hicieron una foto con el hipopótamo antes de que el matarife que acompañaba la expedición le cortara la cabeza y la entregara a los alemanes para su salón de trofeos.

La operación no pudo ser más chapucera. Los lugareños protestaron enérgicamente porque no se les advirtió de que iba a haber tiros en sus terrenos y por el hedor que desprendía la casquería hipopotámica, que los soldados dejaron prácticamente a la intemperie por las prisas. La foto de la hazaña en El Tiempo hizo todo lo demás: las quejas por la muerte de Pepe han desatado una fenomenal protesta.

Los ecologistas han exigido la dimisión del ministro de Medio Ambiente, Carlos Costa, en manifestaciones contra 'el animal que ordenó el asesinato del indefenso hipopótamo'. Por su parte, el Defensor del Pueblo ha exigido 'que no se repitan hechos como la reprochable muerte de Pepe'. La cacería de su pareja y su cría ha sido interrumpida por el momento.

Sin embargo, el criterio de los expertos llegados del continente africano para asesorar a las autoridades ambientales de Colombia es que estos animales son muy peligrosos en libertad y que hay que sacrificarlos.

Lo mismo opina, en declaraciones a Público, el biólogo Luis Guillermo Baptiste, director científico de la Fundación Humboldt: 'Al margen del mal manejo mediático del problema, pienso que se ha hecho lo que se debe hacer. Hay que sacrificar a los hipopótamos sueltos porque son muy peligrosos, y a los que permanecen en la reserva hay que vigilarlos y esterilizarlos'.

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