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Hanford: el lugar más sucio de América

La antigua factoría de plutonio contiene millones de toneladas de residuos radiactivos sin limpiar

NUÑO DOMÍNGUEZ

Los encargados de limpiar el lugar más contaminado de América acaban de topar con un nuevo problema: excrementos radiactivos de conejo. El hallazgo lo ha hecho un helicóptero equipado con aparatos de medición que acaba de sobrevolar parte de una zona acordonada conocida como Hanford Site. Esta área en el Estado de Washington (EEUU) fue durante más de 40 años la principal factoría de plutonio del país bajo el más alto secreto. De sus nueve reactores nucleares salió la carga de Fat Man, la bomba que lanzó el ejército estadounidense sobre Nagasaki, y otros miles de proyectiles atómicos.

Hoy la zona incluye una reserva natural, un laboratorio de investigación científica, un antiguo reactor abierto al público y una central nuclear. Sus 1.500 kilómetros cuadrados también albergan aún dos tercios de los residuos radiactivos más peligrosos del país. Se trata de millones de toneladas de desechos que contienen uranio, plutonio y otros isótopos radiactivos que se han filtrado de los tanques de contención o simplemente siguen en las fosas y vertederos en los que se desecharon durante décadas. El lugar es también el mayor proyecto de rehabilitación jamás emprendido por el Gobierno de EEUU.

El ecosistema único de Hanford ha dado lugar a una fauna característica cuyo último exponente son conejos que llevan décadas consumiendo sales contaminadas. Sus excrementos contienen trazas de radiactividad y cubren parte de la extensión de Hanford. Los responsables de los gobiernos federal y estatal han minimizado el riesgo que suponen los excrementos, pero la noticia ha vuelto a poner en entredicho la polémica rehabilitación del lugar.

'Los excrementos son sólo uno de los muchísimos problemas que tenemos', explica a Público Cheryl Whalen, del Departamento de Ecología del Estado de Washington. Señala que el estiércol sólo contiene niveles bajos de contaminación. 'Nuestra mayor preocupación es que estos u otros animales salgan del recinto', confiesa. Explica que ya no hay conejos en la zona y los excrementos son el resultado de una 'contaminación histórica' que se desarrolló durante décadas.

'A la gente le molesta mucho que haya conejos radiactivos corriendo por ahí', señala Tom Carpenter, director de Hanford Watch, una de las ONG que vigilan las actividades de limpieza de la zona. Carpenter dice que aún hay conejos contaminados por la zona y que los trabajadores del lugar ganan un sobresueldo dándoles caza. Los llaman money bunnies, algo así como los conejillos del dinero.

Esta no es la primera vez que la fauna y flora de Hanford causan dolores de cabeza a sus administradores. Hace unos meses, mientras se desarrollaban las actividades de demolición de los nueve reactores y otros edificios en los que se producía y procesaba el plutonio, se descubrieron nidos de avispa abandonados en los que se registraron niveles de contaminación considerables.

Los animales habían erigido los nidos con tierra procedente de una fosa en la que se había almacenado combustible nuclear usado. Contenían varios isótopos radiactivos como el cesio y el cobalto. Además, las avispas construyeron sus nidos sobre un área que acababa de ser rehabilitada, lo que obligó a deshacer parte del trabajo hecho. Fue un pequeño gasto más en un proyecto que cuesta unos 2.000 millones de dólares al año.

Otros incidentes han incluido moscas de la fruta y arbustos rodadores que desplazaban restos radiactivos por la zona. Tanto Whalen como Carpenter coinciden en que los niveles de radiación de estos animales no les causan daños biológicos. De hecho, hay problemas mucho más urgentes, como los efectos que los residuos de Hanford pueden estar causando en sus trabajadores y en los habitantes de la zona.

Hanford Site fue creado en 1943 como parte del Proyecto Manhattan. Bajo el máximo secreto, el Gobierno de EEUU quería desarrollar la bomba atómica antes que Alemania. Mientras en otros laboratorios se desarrollaban los aspectos técnicos, en Hanford se fabricaría el plutonio necesario para cargar los proyectiles nucleares. El lugar fue elegido por ser remoto, bien abastecido de agua y poco poblado. No obstante, unas 1.500 personas fueron realojadas, en algunos casos en el plazo de un mes.

Hanford se convirtió en la cuna del primer reactor nuclear del mundo para producir plutonio. Aquí se fabricó el material radiactivo que se utilizó en Trinity, la primera bomba nuclear de la Historia que fue detonada en pruebas en el Estado de Nuevo México. También generó la carga de Fat Man, la bomba que se lanzó sobre Nagasaki (Japón) en 1945 causando 40.000 muertos.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, Hanford entró en su periodo de esplendor. Durante años tuvo nueve reactores nucleares que produjeron 67.000 toneladas de plutonio para abastecer el nutrido arsenal nuclear estadounidense. Estaban refrigerados con el agua del Columbia, que fue durante años el río más radiactivo del mundo.

La producción de armamento continuó a medio gas durante las décadas de 1970 y 1980 hasta que en 1987 se clausuró el último reactor. Dos años después, el Gobierno federal y el del Estado de Washington comenzaron un proyecto aún más complicado: limpiar los millones de toneladas de residuos que habían dejado 40 años de producción de armamento nuclear.

Según la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA), Hanford contiene 33 millones de metros cúbicos de residuos radiactivos y otros 100 millones de metros cúbicos de suelo y escombros contaminados. Billones de litros de agua contaminada se vertieron directamente sobre la zona, lo que ha extendido la contaminación a acuíferos que cubren unos 200 kilómetros cuadrados. 'Cantidades ingentes de productos químicos y radiactivos se sepultaron en fosas, vertederos, pozos o simples agujeros cavados en el suelo', destaca Carpenter.

Los residuos más peligrosos se sepultaron en 177 contenedores bajo tierra. Al menos 67 de ellos tienen brechas por las que ya se han escapado cuatro millones de litros.

Tal volumen de contaminación ha causado durante décadas muchas dudas sobre el impacto en la salud de los trabajadores de Hanford y los habitantes de la zona. Carpenter señala que, según un estudio publicado en 2002 por la EPA, los niños de las poblaciones indígenas que habitan en la zona tienen 100 veces más posibilidades de contraer enfermedades inmunológicas y del sistema nervioso que el resto de la población.

Otro estudio financiado por el Departamento de Energía recién publicado en American Journal of Industrial Medicine acaba de estudiar la salud de más de 6.000 personas que trabajaron en Hanford y otros centros donde se fabricaban armas nucleares. Aunque los índices de mortalidad no son más altos entre este grupo, la mortalidad por cáncer es casi un 30% mayor que en la población general. Sin embargo, los autores advierten de que, con los datos actuales, no se puede establecer una relación directa entre la radiación en estos lugares y las enfermedades que contraen sus trabajadores. Por ahora hay unos 3.000 juicios abiertos por parte de habitantes de la zona que dicen haber sufrido problemas de salud debido a la radiación, señala Carpenter.

El problema de la contaminación no va a terminar pronto. Según Whalen, el Departamento de Energía ha revisado su calendario y ha retrasado considerablemente la fecha de finalización del proyecto. Primero habrá que terminar de construir una planta para vitrificar los residuos más peligrosos de los 177 tanques y después almacenarlos en contenedores de doble capa que deberían resistir durante décadas. No terminarán hasta 2040. Carpenter piensa que, siendo realista, el proyecto no terminará hasta dentro de 90 años. 'Hay que limpiar una enorme zona industrial', comenta. 'No será fácil ni rápido, pero es un reto que tenemos que afrontar', concluye.

En 1939 se puso en marcha el Proyecto Manhattan para conseguir la bomba nuclear antes que la Alemania nazi. El proyecto se sustentaría en las tres ‘ciudades atómicas’: Los Álamos, en Nuevo México; Oak Ridge, en Tennesse; y Hanford, en el Estado de Washington. En el primer enclave se desarrollaría la tecnología para las primeras bombas atómicas.

El segundo debía generar uranio 235 que después se transformaría en plutonio en los reactores de Hanford. De este centro salió el plutonio con el que iba cargada ‘Fat Man’, una bomba dos veces más potente que la que se lanzó sobre Hiroshima. La bomba fue lanzada el 9 de agosto de 1945 desde el bombardero ‘Bockscar’. A pesar de su mayor potencia, la bomba causó menos bajas que en Hiroshima debido a la irregularidad del terreno.

Murieron unas 40.000 personas y otras 25.000 resultaron heridas. Era la tercera bomba atómica que se lanzaba, después de ‘Trinity’, un prototipo que se probó en un área militar de Nuevo México dentro de una zona conocida como Jornada del Muerto, y ‘Little Boy’, que estaba cargada con uranio y se lanzó el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima. Mató a 66.000 personas e hirió a otras 70.000.

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