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IU lucha por deshacerse de sus conflictos internos

Cayo Lara impulsa un pacto con todas las familias para liquidar las guerras 'heredadas' del pasado

JUANMA ROMERO

'¿Alguien cree que nuestros resultados electorales mejorarán si vamos a las elecciones municipales y autonómicas divididos y enfrentados?'. Fue la alarma. El desesperado toque a rebato que Cayo Lara plasmó en su balance político del 21 de noviembre, ante sus compañeros de la Presidencia Ejecutiva. El coordinador, y con él la gran mayoría de Izquierda Unida, está harto de los 'conflictos heredados' del pasado. Puntos negros, obstáculos al fin y al cabo, para una federación que persigue lavar su imagen, refundarse en 2010, galvanizar la paz interna y 'ser mucho más fuerte'.

En el mapa de conflictos de IU se solapan viejas dinámicas –Asturias, Jaén, focos muy aislados en Andalucía y, para algunos, Extremadura, Salamanca o Valencia– con otras escaramuzas nuevas, como las que estallaron esta semana: la acritud entre los distintos sectores de Madrid a cuenta de la marginación de Inés Sabanés de las autonómicas de 2011, que desembocó el viernes en la dimisión de la portavoz regional, Tania Sánchez, o el malestar que generaron las críticas del núcleo de la dirección contra el militante Agustín Santos, director de Gabinete de Miguel Ángel Moratinos y enviado del Gobierno en la crisis de la saharaui Aminatou Haidar.

Lara ya ha decidido. Ha urgido a Miguel Reneses, el jefe del aparato, a que ponga orden en la casa, liquide las 'riñas enquistadas' y amase antes del 16 de enero, cuando se reúna el máximo órgano de dirección, el Consejo Político Federal, una resolución por la que las familias de IU se comprometan a aparcar odios y trabajen por la unidad. 'Quiero ser el secretario de Organización de toda la organización, que yo soy un buenazo –bromea Reneses–. Y si hay voluntad de todos, los conflictos se habrán zanjado para primavera, antes de la asamblea de refundación'.

No hay una única raíz ni, por tanto, una única regla maestra. Las contiendas internas afectan a 'todas las sensibilidades', explica Reneses. 'Los partidos no son fábricas de tornillos. Se basan en relaciones humanas, y por eso saltan tensiones en varios sitios'.

El tercer territorio de IU en afiliados (tras Andalucía y Madrid), Asturias, el bastión de Gaspar Llamazares, agudizó sus disputas en los últimos años, y en una doble vertiente. Una, entre IU y el Partido Comunista de Asturias (PCA). En 2006, la cúpula federal del PCE –dirigida entonces por Francisco Frutos y Felipe Alcaraz– anuló por 'irregular' el VIII Congreso del PCA, que había ganado el sector mayoritario, el de la gasparista Noemí Martín, y montó otro cónclave en 2007. Todo para que venciera el líder de la minoría, Francisco de Asís Fernández Junquera-Huergo (hasta abril de 2006, director general de Seguridad Pública de la Comunidad, en el gobierno PSOE-IU). No tuvo barreras: los partidarios de Martín se negaron a participar. Controlado el PCA, vinieron las expulsiones, 'unas 2.000', según los gasparistas; 'unos 50', dice el PCE.

Fernández, mientras, promovió para las municipales de mayo candidaturas alternativas a las de IU. Entre ellas, la de Oviedo, encabezada por el popular Roberto Sánchez Ramos, Rivi. Él sí logró acta de concejal. La lista oficial de IU, no. La dirección regional tomó nota y expulsó a su vez de IU a los comunistas fieles a Fernández, unos 300.

Langreo es la segunda cara de las peleas. El aparato local, afín a Enrique Santiago, dirigente federal del PCE, 'no reconoció' en 2007 a la cúpula asturiana. Por ello ésta echó a los disidentes, que acudieron a los tribunales. El juez, el pasado octubre, les quitó la razón.

Ahora, la tensión convive aún con los indicios de armisticio. Se han sucedido las conversaciones informales de las ejecutivas federal y regional de IU. El PCE de José Luis Centella, el nuevo secretario general, intenta neutralizar a Fernández, que siempre ha defendido que el PCE ha de separarse de IU. El último congreso del partido, en noviembre, aplastó esa posición ultra con un apoyo del 82%. 'El PCA debe estar dentro de IU, e IU dentro del PCA –zanja Centella–. Tenemos que guiarnos por los dos principios que inspiran la refundación: la armonización de los estatutos y la solución de conflictos. Si hay gente expulsada del partido, se verá caso por caso, como se hará con aquellos que se presentaron en listas distintas a las de IU'.

Jesús Iglesias, el coordinador asturiano, no permite que se dude de su voluntad de diálogo: 'Lo de Langreo es fácil. Perdieron en los tribunales. Saben desde el primer momento que, si quieren volver, las puertas están abiertas'. La pelea con el PCA es más compleja: 'Siempre tuvimos en el partido un respaldo del 75%. El PCE no lo quiso ver. Paco de Asís y su gente no quieren estar en IU, o en la IU que existe'. Otro dirigente, Aurelio Martín, alude a la 'miopía' de Frutos, que actuó 'con las vísceras para atacar a Llamazares donde más le dolía'.

En Jaén, ocupan las trincheras el sector oficial de IU (y del PCE), bendecido por el líder regional, Diego Valderas, y la corriente crítica, capitaneada por Javier Aguilera, José Cabrero, María Dolores Nieto y el histórico Manuel Monereo. Ellos mismos se reivindican como los impulsores del legado de Julio Anguita, y abogan por que las asambleas locales decidan las alianzas, incluso con el PP, como pasa ya en Jódar, o como en el pasado ocurrió en los municipios sevillanos de Carmona y Osuna.

La guerra se recrudeció en 2007, en la asamblea provincial, en la que el ala oficial aupó al poder a Luis Segura. El cónclave, denunciado por los críticos, fue anulado por la Audiencia de Jaén en octubre. Aguilera y los suyos impugnaron también la IX Asamblea Federal de IU (2008) por irregularidades en el censo, causa que perdieron en noviembre.

El lunes pasado, se celebró una reunión a cuatro bandas (dirección federal, andaluza, jienense y críticos) para cimentar la concordia y celebrar por consenso una nueva asamblea provincial el 14 de febrero. Se constituirán dos comisiones plurales (documentos políticos y censos), vigiladas por Madrid. En la ejecutiva andaluza evitan echar más leña al fuego. Confían en 'que triunfe el espacio de diálogo abierto'. Aguilera, más escéptico, no cesa de condenar la 'política de exclusión' del sector oficial.

Los gasparistas y los críticos con Valderas insisten en que no hay sólo dos agujeros negros, Asturias y Jaén. Los primeros recuerdan los problemas 'graves' en Madrid y, sobre todo, en el País Valenciano –se escindió 'la mitad' de IU por la 'cerrazón' de la ex coordinadora regional, Glòria Marcos–, y que en Málaga se echó al edil Antonio Serrano por discrepancias con el portavoz en el Consistorio, Pedro Moreno. Los críticos señalan las 'purgas' de Bollullos Par del Condado (Huelva) y Chiclana de la Frontera (Cádiz), municipios donde Valderas desalojó a las ejecutivas locales por haber pactado con el PP. 

El PCE, por su parte, se queja de dos rencillas menores. En Extremadura, el anterior coordinador regional, Víctor Casco, expulsó en 2006 a cuatro miembros del partido, empezando por el secretario general, Cristóbal Guerrero, por sublevarse contra la dirección de IU. El expediente llegó a Madrid, no se resolvió y este año, Pedro Escobar, el líder de la federación desde 2007, dejó sin efecto la medida para buscar la conciliación y les pidió que volvieran. Los afiliados del PCE aún no se han integrado. En Salamanca, el aparato regional, dirigido por José María González, no permitió el ingreso como militantes de IU a una decena de afiliados del PCE por diversas infracciones antiestatutarias. Pero, como dice el gasparista González, 'ya no hay caso', porque los jueces resolvieron en dos ocasiones a favor de IU Castilla y León.

IU encaja ahora un nuevo tiempo. El que habla de mudar los tribunales en diálogo.

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