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"No tengo móvil y no me compro ropa hace tiempo"

Jaime Motos paga por su piso de 30 metros cuadrados en Madrid más de la mitad de su sueldo

ROCÍO AGUILAR

Nayibe Guarin abandonó hace poco más de un año la vivienda familiar, en una localidad a las afueras de Barcelona, y se fue a vivir a la capital catalana con su novio Francesc. Independizarse le ha supuesto apretarse el cinturón. 'Llevamos ahorrando meses para cambiar el colchón', explica. 'Con los viajes pasa lo mismo', se resigna. La pareja comparte el pago del alquiler del piso en el que vive, 800 euros mensuales, a los que hay que añadir los gastos de suministros.

Nayibe, de 29 años, estudió Biotecnología y ahora trabaja en un laboratorio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Cobra 1.200 euros, más o menos como su pareja, que trabaja en una empresa de software. 'Tienes que planificar y si quieres permitirte algo, tienes que quitártelo de otra parte', explica Nayibe. 'No tenemos coche', añade Francesc. 'El seguro, las averías y las multas que te puedan poner te dejan en la ruina', explica ella.

Jaime Motos paga por su piso más de la mitad de su sueldo.  Vive en un piso de 30 metros cuadrados en un barrio céntrico de Madrid. Le cuesta 570 euros, pero con los gastos básicos de la vivienda, como el agua y la luz, en total, cada mes desembolsa unos 650 euros. 'Es un alquiler altísimo', lamenta.

'Tendría que ir al dentista porque tengo un diente roto, pero no puedo permitírmelo'

'Lo estoy pasando mal', asegura este valenciano de 28 años. Cada vez que se le avería un electrodoméstico o le surge un imprevisto no le salen las cuentas. Hasta el punto que tiene que recurrir a un amigo. 'Se ha convertido en mi banco particular', lamenta.

Jaime trabaja como informático, de 9 a 19 horas, de lunes a viernes, y en sábados alternos. Por ello, cobra 1.000 euros que considera'una basura' y apenas tiene tiempo libre. 'Me he acostumbrado a comer una vez al día, no tengo móvil, no me compro ropa desde hace tiempo y salir está difícil', relata. 'Tendría que ir al dentista porque tengo un diente roto, pero no puedo permitírmelo', añade.

Paula García sale, como mucho, una vez a la semana y no gasta más de 20 euros. Estudiante, comparte piso con tres compañeras y no tiene ingresos. La situación que vive Paul es un ejemplo de lo que pasan muchos recién licenciados que deciden cursar un máster. Esta canaria de 23 años vive en Madrid gracias a la ayuda de sus padres: cada mes le ingresan 800 euros y le pagan los estudios, un posgrado en Relaciones Internacionales.

Paula espera un préstamo que oferta el Gobierno para estudiantes

Del dinero que recibe, algo más de 400 euros se los deja entre el alquiler y los gastos del piso. 'Sólo salgo con mis amigos una vez a la semana, y no me puedo gastar más de 20 euros', explica. Paula asegura que rara vez va al cine, que apenas tiene ropa nueva y que, aún así, no llega a fin de mes.

Ahora espera un préstamo que oferta el Gobierno para estudiantes, pero si no se lo concede piensa irse al extranjero o volver a Canarias. Lo más frustrante para ella, dice, es que 'con 23 años y una carrera es vergonzoso seguir pidiéndole dinero a los padres para vivir'.

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