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Kirmen Uribe dice que con su libro ha buscado "establecer puentes entre las personas"

EFE

El pasado octubre Kirmen Uribe se llevó la sorpresa: su primera novela, "Bilbao-Nueva York-Bilbao", obtenía el Premio Nacional de Narrativa, y ya había ganado el de la Crítica en Euskera. Ahora, esta novela que ha sorprendido tanto y que persigue "armonizar y crear puentes entre las personas", sale en castellano.

"Es un libro innovador, experimental, pero con alma, porque hay veces que la innovación es fría, y que busca la concordia. Busca sumar. Me gusta, como dijo hace poco el Nobel Orham Pamuk, sobre Turquía, escribir con 'tranquilidad y distancia'. Y yo he querido escribir cosas amables sobre el País Vasco", explica a Efe Kirmen Uribe (Ondarroa, Vizcaya, 1970).

Pero "Bilbao-Nueva York-Bilbao", además de ser el relato de tres generaciones de una misma familia vasca, es todo un experimento literario, en el que el autor se introduce como protagonista de la autoficción.

Un libro con historias segmentadas y superpuestas, que no está ubicado en ningún sitio, porque transcurre en el vuelo Bilbao-Nueva York-Bilbao, mientras el autor escribe, y en la que la tradición oral, el amor a la lengua vasca, las cartas, los diarios, los e-mails, poemas y diccionarios van reconstruyendo toda una historia del pasado de la familia Uribe, que se proyecta, a su vez, hacia el futuro.

Esta es la novela de un poeta, de un filólogo que ama la lengua vasca, sin menospreciar ninguna otra, que viaja constantemente a Nueva York, Madrid, Barcelona o por toda Europa y que con su poemario "Bitartean heldu eskutik" (Mientras tanto dame la mano") provocó también una "revolución tranquila" en el ámbito de la literatura vasca, según los críticos, y se llevó, además, el Premio Nacional de la Crítica.

Pero esta "novela en movimiento" le llegó a Uribe a través de un personaje familiar que le tenía cautivado, su abuelo materno, un hombre de Ondarroa que se alistó al bando nacional, "una realidad que se silenciaba mucho en casa".

"Un ser muy especial par mí -añade- y del que me intrigaba ¿por qué apoyó a Franco? o ¿por qué tuvo amigos tan especiales?, y es que fue amigo de socialistas, nacionalistas, de intelectuales, de pintores, de Aurelio Arteta o del arquitecto Bastida".

"Yo solo sabía que había muerto y me interesaba sus contradicciones. No era un personaje plano. Tenía muchas aristas y me gustan las personas así, complejas", recalca.

Una búsqueda en el entramado familiar por el que circulan muchas guerras pero donde impera, gracias a la mano del autor, una frase que define el libro: "el corazón está por encima de las ideas".

"El libro era muy luminoso hasta que llegó la figura de mi abuelo y necesitaba su sombra para equilibrar", añade este escritor que se mueve por igual entre la poesía y la narrativa, ya que su poesía, aclara, "es muy narrativa".

"Mi poesía es muy clara, muy narrativa, muy urbana. Es muy anglosajona en el sentido de que cuenta cosas, no con imágenes y metáforas, y me gusta tanto como escribir novelas. Me encantaría ser como Margaret Atwood, una excelente poeta y novelista", dice con una sonrisa de oreja a oreja y una dosis de humildad que no abandona en ningún momento de la entrevista.

Y como poeta Uribe tuvo un momento de "gloria", cuando Patxi López leyó un poema suyo en su toma de posesión como Lehendakari. "Creo que fue un guiño a la nueva generación de escritores. Yo no sabía nada, iba con mi madre en el coche y nos quedamos helados", dice.

Admirador de Coetzze, Pamuk, Vila Matas o Herta Müller, a Uribe el Premio Nacional, y todos lo que ha venido con la novela, no le deja mucho tiempo para escribir, pero sí que, de momento, trabaja en pequeños ensayos y poesías.

"Tengo muchos proyectos pero solo en la cabeza porque no paro de moverme", concluye con humor este autor que también ha trabajado en proyectos multimedia.

De "Bilbao-Nueva York-Bilbao", premio también de la Fundación Ramón Rubial y Premio del Gremio de Libreros en Euskadi, solo en euskera se han vendido 15.000 ejemplares. Ahora, traducido al castellano, al catalán y al gallego, y en breve al inglés, al libro le queda todavía mucho vuelo.

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