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El largo invierno del año más cálido

A pesar de la percepción popular, 2010 no está siendo el año más frío. El periodo invernal sí es inusualmente lluvioso

A. IRIBERRI / M. DEL AMO

A pesar de las nevadas que han colapsado Catalunya en las últimas semanas y de los inusuales paisajes blancos que se han observado desde el mes de diciembre en gran parte de la Península, los expertos en climatología son contundentes: este año ha sido sólo ligeramente más frío que otros.

Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), febrero resultó 'en general, algo más frío de lo normal, con una temperatura media promediada sobre el conjunto de España situada 0,6 grados centígrados por debajo de su valor medio en el periodo de referencia (1971-2000)'. El periodo comprendido entre diciembre de 2009 y febrero de 2010 sí ha sido inusualmente lluvioso.

'El agua que ha caído en España nos la regala Escocia'

Paradójicamente, las temperaturas registradas en 2009 son más llamativas en lo que se refiere al calor, ya que ha sido el tercer año más cálido desde 1965, con el tercer otoño más caluroso desde 1970.

Las inundaciones provocadas por las lluvias en Andalucía, el caos urbano generado por la nieve en Catalunya y el frío generalizado preocupan a la ciudadanía que, en apariencia, no recordaba un fenómeno similar. Pero, tal y como subraya el climatólogo Jacob Petrus, hombre del tiempo de la cadena Telemadrid, en meteorología 'inusual no es lo mismo que anormal'. Además, los expertos coinciden en señalar la 'mala memoria meteorológica' de la sociedad.

Esta es sólo la repetición de un fenómeno poco frecuente

Así, el temporal de este invierno se ha vivido otras veces en España, aunque hace más de un cuarto de siglo que no se veía un clima así. AEMET constató la semana pasada que febrero de 2010 ha sido el más lluvioso de los últimos 30 años. El mes resultó 'de muy húmedo a extremadamente húmedo' en la mayor parte de España y la media de las precipitaciones acumuladas en el mes fue de 117 milímetros, lo que supone más del doble del valor medio sobre el periodo de referencia, los años transcurridos entre 1971 y 2000.

El portavoz de AEMET, Ángel Rivera, explica que este año se encuentra 'entre los cinco más lluviosos, sobre todo por la vertiente atlántica' desde 1960. Esto ha provocado que llueva en zonas muy castigadas por la sequía, 'como las tablas de Daimiel, las lagunas de Ruidera y los pantanos de la cabecera del río Tajo', explica el experto.

La responsable de las abundantes lluvias en lugares tradicionalmente secos tiene nombre: la corriente del chorro. Según Rivera, esta se define como un 'río de aire' que es 'el elemento rector de las borrascas y los frentes de lluvia'. Esta corriente se sitúa normalmente en la parte alta de la atmósfera y sus oscilaciones la hacen subir o bajar de latitud.

'El cambio climático se sigue produciendo', alerta un experto

Rivera señala que es normal que en invierno la corriente del chorro baje de latitud. 'El problema es que este año se ha mantenido demasiado tiempo en latitud baja y, además, en una zona inusual entre las islas Canarias y el Golfo de Cádiz. Las oscilaciones habituales han dado paso este año a su permanencia en la zona prácticamente sin cambios', explica.

La inmovilidad de la corriente del chorro tiene a su vez una explicación conocida por los meteorólogos. El investigador de la Universidad Autónoma de Madrid Íñigo Aguirre de Cárcer comenta que, en años como este, se asiste al fenómeno denominado de 'la Oscilación del Atlántico Norte (NAO) de índice negativo'.

Tras subrayar que el viento se mueve por los sistemas de alta y de baja presión, Aguirre puntualiza que, en circunstancias normales, se observa un anticiclón en las Azores, asociado a la presión atmosférica alta. Al mismo tiempo, se puede ver una presión baja en Islandia. 'Esta situación, la más habitual, implica que haya borrascas que recorran el Atlántico y, en parte, rocen áreas como Galicia'. Sin embargo, en años de NAO de índice negativo 'la baja presión de Islandia no es tan baja y la presión alta de las Azores no es tan alta'.

Las previsiones hablan de unos meses de marzo y abril lluviosos

Pero, ¿qué supone esto en la práctica? Lo resume Aguirre de Cárcer: 'En estos años, el régimen de lluvias aumenta en invierno en la Península Ibérica, mientras que, en la situación habitual, estamos alejados de las borrascas, que se dan en latitudes más altas, como Irlanda y Escocia, y mueren a la altura de Noruega. Algún resto se escapa para formar los típicos frentes que barren la cornisa cantábrica'.

Y es aquí donde surge la paradoja. La abundancia de precipitaciones que ha provocado las peores inundaciones en años en Andalucía son, al mismo tiempo, muy positivas para España. 'Nos regalan el agua que iba a ir a Escocia. Son años buenos para un país seco como el nuestro', resume el investigador.

En la misma línea se expresa Rivera: 'Si no hubiera sido por las inundaciones, hubiera sido positivo. De hecho, ha recargado los acuíferos'. Petrus, que coincide con sus colegas, comenta también que la abundancia de borrascas ha impedido que bajaran las temperaturas por la noche, algo habitual en la Península por los inviernos secos. Esto explicaría que haya habido menos heladas que otros años.

Respecto al futuro, es difícil saber con precisión qué ocurrirá. Petrus, aunque reticente a este tipo de pronósticos, explica que las previsiones hablan de unos meses de marzo y abril lluviosos y, sin embargo, de un descenso del riesgo de nevadas. Por su parte, Rivera señala que las precipitaciones tan abundantes como las observadas hasta ahora van llegando a su fin. 'Nos espera una semana tranquila y las borrascas se enfocarán más hacia Galicia', subraya.

Lo que es aún más difícil de predecir es si el invierno que viene seguirá el mismo patrón climatológico que el que ahora termina. En principio, no tendría por qué ser así, ya que es un fenómeno que viene años repitiéndose cíclicamente. Petrus explica que los científicos se sorprenderían 'si volviera a observarse muy seguido', pero que, aun así, tienen que pasar bastantes años antes de que se pueda establecer una tendencia meteorológica.

La pregunta que ronda a todos los ciudadanos, que no cesan de escuchar los efectos de la acción humana en el calentamiento global, es si las abundantes lluvias y las inusuales nevadas de este invierno se deben al fenómeno del cambio climático.

Sin embargo, los expertos tienen claro que no es así y que lo de este invierno no ha sido más que la repetición de un fenómeno poco frecuente.

Rivera afirma contundente: 'No tiene nada que ver'. Eso sí, el climatólogo advierte de que esto no significa que no haya que seguir preocupándose por el calentamiento global. 'El cambio climático se sigue produciendo', señala. Así lo demuestran los datos del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), que señalan que el calentamiento global durante el pasado siglo (1901-2000) se estimó en 0,6 grados centígrados, mientras que, en 2005, la cifra había aumentado ya a 0,74 grados centígrados.

Hay más datos que alertan de la realidad de este problema, como el aumento del nivel del mar, que subió una media de 1,8 milímetros por año desde 1961 y a 3,1 milímetros por año desde 1993.

Estas observaciones coinciden con un aumento del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero entre 1970 y 2004. Éstas se consideran una de las principales causas del calentamiento global.

9.169

Alerta amarilla. Entre diciembre de 2009 y febrero de 2010, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) emitió un total de 9.169 alertas meterológicas de nivel amarillo. Este color representa un riesgo meteorológico moderado.

2.499

Alerta naranja. Durante el mismo periodo, los avisos de nivel naranja, que representan un riesgo importante, alcanzaron las 2.499 alertas emitidas por la AEMET

107

Alerta roja. El color rojo representa el riesgo extremo. En sólo tres meses, la AEMET hizo 107 avisos de este tipo.

3

Causas de aviso. De las 11.775 alertas totales que la AEMET emitió entre diciembre de 2009 y febrero de 2010, la gran mayoría correspondió a sólo tres fenómenos diferentes: rachas máximas de viento, nieve acumulada en 24 horas y temperaturas mínimas.

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