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L.A. de Villena invita a pasear por el lado salvaje de los 70 en "Malditos"

EFE

Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y traductor, entre muchas otras cosas, Luis Antonio de Villena nos invita a pasear por el lado salvaje y oscuro de los años previos a la "movida madrileña" con su última novela, "Malditos", donde se recrean personas y personajes que son y no son reales.

Y no es difícil de entender, explica el autor en una conversación con EFE, porque su protagonista (Emilio Jordán) es y no es Eduardo Haro Ibars, igual que su narrador (Luis de Lastra), que es y no es Luis Antonio de Villena y ambos, y muchos más que les acompañan, sólo son -de verdad- parte de un momento de la historia de España.

"El lector puede creer que todo lo escrito es verdad o todo ficción; es igual, lo que tiene que saber es que la época fue como se cuenta", aunque retratada desde un grupo minoritario formado por gente joven, muchos, "hijos de papá", nacidos en los 50 y antes.

"Malditos" (Editorial Bruguera) cuenta desde un centro convergente -que es Emilio Jordán- la búsqueda de la libertad y de la vida al límite de un grupo de intelectuales, situados a una cierta distancia de la "movida" que vino después, mucho más "frívola, menos profunda" de lo que fueron los "malditos".

"Era un mundo más serio, donde se pensaba que había un proyecto intelectual detrás de la contracultura: era un intento de cambiar el sistema de valores del mundo, sobre todo un cambio moral, que es quizá el que sigue faltando hoy, porque cuesta mucho a los gobiernos desligarse de la moral católica", afirma De Villena.

Sexo (homosexualidad), droga y rock and roll, fueron gritos más que de guerra para estos muchachos: fueron un modo de vida marcado por la música de Lou Reed y sus himnos adictivos y suicidas: un "desacorde", como ellos, invitando a pasear, en 1972, por el lado oscuro de la vida: "take a walk on the wild side".

"Malditos" es un retrato brutalmente sincero y esclarecedor de lo que fueron los últimos años del franquismo, la ceguera -no siempre inocente- de los efectos de la heroína y del consumo desmesurado del alcohol o los psicotrópicos -"paseándose por el abismo uno lograba ese nivel de conocimiento", apunta el autor-, a la vez que un canto a la libertad de elección.

"Es que no es posible la libertad sin poder elegir", declara De Villena, para quien siempre habrá "malditos".

"Seguramente ahora hay chicos que quieren romper, pero quedan muy diluidos, no llaman la atención, como pasaba entonces", reflexiona, y agrega que hoy falta un mayor grado de concienciación.

"Vivimos una época en la que la juventud española es más inculta que nunca y eso es muy triste para la literatura: pocos lectores y poco cultos", y de fondo, internet, como reflejo de esa mediocridad: la red "tiene un nivel medio muy medio porque la sociedad se mueve en ese mismo nivel".

Luis Antonio de Villena entiende que la heroína y el sida acabaron con esos intentos de hallar "una tercera vía", pero también el cóctel de "reaccionarismo" que atacó el mundo en los años ochenta: Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Juan Pablo II, una "frenada enorme a todo lo progre".

"Son un potencial que puede volver -alerta-. Hoy día, la sociedad es más conservadora que lo éramos en los años 70, porque hay muchas libertades teóricas y muy pocas libertades prácticas", opina.

En "Malditos", el autor recrea con todo detalle las continuas situaciones límite en las que se ven inmersos sus personajes, tanto en sus relaciones homosexuales, como en sus "pasadas" nocturnas de drogas y alcohol, o en sus momentos de creación artística y literaria. Son excesivos para todo, "pero es que así era la época", asegura.

De Villena no sabe cómo reaccionarán los personajes aún vivos que puedan reconocerse en el libro y repite que "es una novela, pero también una crónica". Y, desde luego, -aunque no todo sea verdad del todo- un homenaje al amigo más excesivo.

Alicia G.Arribas.

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