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Lujo y ostentación a la vista de todo el mundo

El matrimonio Matas dejó un rastro de gastos de difícil explicación

A. G.

El dinero siempre deja rastro. Y en una ciudad de 400.000 habitantes, los que en números redondos viven en Palma, ese rastro adquiere dimensiones de autopista. La pregunta, pues, no es otra que la de por qué Matas y su esposa, que ni siquiera ayer abdicó de su vocación de elegancia cara, se arriesgaron a dejar un rastro tan visible.

El matrimonio Matas dejó un rastro de gastos de difícil explicación

¿Por qué Maite Areal y su marido gastaron 71.000 euros a tocateja en la mejor joyería de Palma? ¿Por qué el matrimonio alfombró las paredes de su palacete con al menos una treintena de cuadros valiosos? ¿Por qué invirtieron 40.000 euros en televisores y 375 en un escobillero de cuarto de baño? ¿Por qué, de nuevo, compraron el hoy ex president balear y su mujer un palacete al precio confesado de 950.000 euros (más una penalización por tardanza en el pago) cuando, con relativa facilidad, la Agencia Tributaria ha podido tasar el inmueble en 2,4 millones de euros? ¿ Por qué, finalmente, enviaron a Fernando Areal a pagar albañiles, electricistas y otros técnicos con billetes metidos a presión en sobres cerrados?

Los expertos en corrupción sostienen que para preguntas como las anteriores sólo cabe una respuesta: la convicción de que, por visible que sea, nadie seguirá el rastro. En el caso de Matas, a punto estuvo a punto de ocurrir eso: el fiscal general en persona ordenó a mediados de 2009 a los fiscales Anticorrupción de Baleares, Juan Carrau y Pedro Horrach que cesasen en su investigación sobre el misterioso incremento patrimonial de Matas. Cándido Conde Pumpido mandó parar. Pero el juez José Castro recogió el guante: en ese misterioro enriquecimiento había visos de conexión con el caso que ya investigaba, el Palma Arena.

El sumario lleva el nombre del velódromo palmesano que con tanto empeño promovió Matas. Su presupuesto original no pasaba de 48 millones. El final dio un doble salto mortal sin red hasta situarse en 110 millones. Ahora bien, lo que se perdió en gasto se ahorró en burocracia: el Gobierno de Matas contrató a dedo a los arquitectos García Ruiz. El monto: ocho millones de euros cobrados factura a factura. El dispendio público contrasta con el hecho de que el velódromo ni siquiera ha logrado que la Unión Ciclista Internacional (UCI) lo homologue.

Las compras incluían joyas, cuadros y una escobilla de 375 euros

En el caso hay ya más de 30 imputados. Y los testimonios no benefician a Matas: nada importante relacionado con el proyecto han declarado sus antiguos colaboradores se hacía sin su visto bueno.

En la investigación se entreveran varios cabos. El enriquecimiento de Matas es uno. El de la presunta financiación ilegal del PP, otro. En esa segunda pieza hay un imputado, Antonio Alemany, a quien el juez ha impuesto nada menos que 250.000 euros de fianza.

Ayer, cinco minutos después de que Matas llegase a los juzgados de Palma a bordo de un coche gris metalizado y en compañía de su esposa y su abogado que lo es también de Fernando Areal, un sesentón desharrapado siguió sus pasos. Esposado. 'Es otro tipo de ladrón', dijo en catalán una mujer apostada en la cristalera exterior del bar Els Suprem. Cinco minutos antes, esa misma mujer había coreado los gritos contra Matas mientras desde la concentración espontánea de la esquina surgía un cartel con el siguiente lema: 'D Day por Matas'. El Día D para Matas. ¿Esto se sabía? La mujer de antes responde: 'Si te vas a una joyería de Nueva York, nadie se entera, pero aquí, en Palma...'

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