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Clamor popular en defensa del juez Garzón

Sindicatos, fiscales, profesores, intelectuales, artistas y víctimas de la dictadura se rebelan contra el Tribunal Supremo.

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DIEGO BARCALA

Como si se tratara de una reunión clandestina en plena dictadura, la Complutense volvió ayer a dar cobijo a la izquierda antifranquista. La denuncia de Falange contra el juez Baltasar Garzón, admitida por el Tribunal Supremo, ha despertado a la izquierda de una forma que no se veía en la universidad desde hace décadas. Sindicatos, fiscales, partidos, profesores, intelectuales, artistas y víctimas de los crímenes que el magistrado acusado trató de investigar clamaron contra su inminente imputación por prevaricación.

La convocatoria de los sindicatos UGT y CCOO consiguió reventar el anfiteatro Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina con un acto en el que brillaron de forma destacada el ex president de la Generalitat Pasqual Maragall y, sobre todo, el ex fiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo. Este puso al público en pie al denunciar que el 'Supremo se ha puesto en manos de Falange Española, que defiende el honor del movimiento nacional'.

Tal y como solicitó el anfitrión, rector de la Complutense, Carlos Berzosa, el acto se convirtió en una 'reafirmación de la democracia'. La sombra del caso Gürtel, cuya investigación ha sido también llevada por Garzón, cubrió cada discurso en favor del juez. 'Han intentado acallar al juez ante su intento de luchar contra la corrupción. No seremos nosotros los que digamos que detrás de la persecución no hay otra cosa que la Gürtel, pero la duda es muy amplia', denunció el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo. Su homólogo en UGT, Cándido Méndez, fue más directo: 'Detrás de la persecución está el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia'.

Las menciones a que el PP se oculta tras el intento de acabar con la carrera de Garzón llevaron a la secretaria general del partido conservador, Dolores de Cospedal, a tildar el acto de la Complutense como un 'atentado contra la democracia'. Jiménez Villarejo acusó en el auditorio al Supremo de ponerse 'al servicio de los corruptos' al aceptar el recurso para anular las escuchas telefónicas que Garzón ordenó para investigar en la cárcel a la red Gürtel.

Por la tarde, en respuesta a Cospedal, el ex fiscal Anticorrupción señaló en la Cadena Ser que 'el verdadero atentado a la democracia lo tiene el PP en su seno con la corrupción política del señor Matas y del señor Bárcenas, que todavía incomprensiblemente conserva su escaño en el Senado'.

Los sindicatos calificaron la convocatoria como una 'rebelión cívica contra el olvido'. Una desmemoria que, en palabras de Cándido Méndez, trató de ocultar 'a centenares de ugetistas tirados bajo las cunetas'. Crímenes cometidos por los falangistas que ahora son tenidos en cuenta por el Supremo 'en un proceso que The New York Times ha calificado de farsa', añadió Méndez.

Los sindicatos dieron la palabra a dos estudiantes de la Complutense que expresaron la opinión de una generación que pide cuentas a la Transición. 'No aceptamos la amnesia como sucedáneo de la verdad', espetó la estudiante de Derecho Sara Bonmatti. Su compañera de Ciencias Políticas Sara Porras mostró su rechazo a que los culpables de los crímenes 'permanezcan impunes, mientras que las víctimas carecen de reparación en democracia'. Porras pidió un minuto de silencio por los jueces del Tribunal Supremo y del Tribunal de Garantía Social de la II República que fueron represaliados por los golpistas de 1936.

El auto de Luciano Varela que propone el procesamiento de Garzón por prevaricador fue repudiado por los asistentes. En especial, por Jiménez Villarejo, que lo calificó de 'golpe a la democracia como un instrumento del fascismo. ¿Cómo puede citar Varela la sensibilidad de los jueces con las víctimas si fueron cómplices de las torturas de la policía franquista hasta 1976?'.

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