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La violencia vuelve a teñir de sangre el centro de Bangkok

Los choques entre soldados y manifestantes se saldan con diez muertos y 125 heridos en Tailandia

ANDREA RODÉS

La crisis política que vive Tailandia ha entrado en una espiral de violencia que se ha cobrado diez nuevas víctimas mortales entre los manifestantes antigubernamentales. El ejército reanudó la ofensiva para sellar el campamento base que los opositores camisas rojas mantienen desde hace semanas en el centro comercial de Bangkok y estos opusieron una dura resistencia. Durante toda la mañana, los soldados abrieron fuego y dispararon gas lacrimógeno contra los camisas rojas, que prendieron fuego a pilas de neumáticos e incendiaron un autocar de la policía.

Además de los manifestantes fallecidos, otras 125 personas han resultado heridas de bala, entre ellas un cámara canadiense de la cadena de televisión France 24, que recibió un disparo en la pierna mientras filmaba los violentos enfrentamientos en la capital tailandesa.

El ejército intenta sellar el barrio comercial para ahogar la protesta

Tras la calma tensa que sucedió al baño de sangre del 10 de abril, cuando murieron 26 personas, la situación volvió a agravarse el jueves por la noche, cuando un francotirador desconocido intentó asesinar a uno de los líderes del Frente Unido para la Democracia contra la Dictadura (FUDD):  el general Khattiya Sawasdiphol.

El ex general del ejército tailandés, artífice de la estrategia de seguridad de los camisas rojas, recibió un disparo en la cabeza mientras hablaba con un periodista de The New York Times. Este viernes seguía hospitalizado en estado muy grave.

Los disturbios han dañado el sector turístico, fuente vital de ingresos

El Gobierno acusa a Khattiya, conocido como el Comandante rojo, de ser un 'terrorista' y estar detrás de los ataques con granada, de autoría desconocida, ocurridos en Bangkok durante las últimas semanas. Sin embargo, niega la responsabilidad del ejército en el ataque.

Como salida a la crisis, el primer ministro tailandés, Abhisit Vejajjiva, propuso convocar elecciones anticipadas en noviembre, meses después de lo que pedía el FUDD. Días después, retiró su oferta porque los manifestantes no cumplieron el requisito impuesto: desalojar las calles.

Desde entonces, el ejército ha empezado a cortar parcialmente el suministro de agua, electricidad, alimentos y la red de telefonía móvil en las zonas ocupadas por los camisas rojas. Unas 10.000 personas se resisten a abandonar las barricadas de bambú y alambre construidas en las principales calles comerciales de la ciudad. Aseguran que no se retirarán hasta que se convoquen elecciones anticipadas y el Gobierno actual dimita.

La mayoría de los camisas rojas son habitantes de las zonas rurales más pobres del país y creen que el Gobierno de Abhisit sólo representa a las élites. Consideran, además, que el Gobierno de coalición actual es ilegítimo, ya que Abhisit fue elegido por el Parlamento y no por sufragio.

Muchos de los miembros del FUDD son seguidores del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, un empresario multimillonario de talante populista, que fue depuesto en un golpe militar en 2006. Thaksin reside en el extranjero para evitar los cargos por corrupción que pesan contra él.

Según Jamie Metzl, analista del centro de estudios Asia Society de Nueva York, 'es evidente que Tailandia necesita mejorar su democracia, como exigen los camisas rojas, y también fortalecer sus instituciones, lo que desean los que están actualmente en el poder'.

'Lo que nadie sabe es cómo ambas partes acordarán una visión común para su país', añade Metzl.

Los disturbios políticos en Bangkok han provocado daños incalculables en el turismo, una de las principales industrias de Tailandia, equivalente al 5% del PIB. Hoteles y restaurantes del centro de la capital llevan cerrados o sin clientes casi dos meses y, aunque el resto del país está en calma, las cancelaciones para verano siguen aumentando.

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