Carlos Salvador es diputado de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y el jueves pasado reabrió el debate sobre la prostitución al conseguir de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, una concreción a su pregunta sobre si el Gobierno va a tomar medidas contra los diarios que publican anuncios de contactos. Aído contestó que ya ha pedido al Consejo de Estado un informe para ver qué actuaciones legales se podrían tomar contra estos periódicos.

¿Por qué está tan sensibilizado con esta cuestión?

Porque me parece muy cínico que por un lado los diarios estén intentando sensibilizar a sus lectores contra esta lacra y por otro se estén lucrando todos los días con los anuncios de contacto. En otras cuestiones estoy en contra de los posicionamientos del Gobierno, pero aquí estoy a favor de su determinación a quitar la publicidad de trata de personas en prensa.

¿Cree que finalmente el Gobierno pondrá en marcha esas sanciones?

Soy consciente de que es muy difícil obligar a una empresa a quitar una fuente de financiación que es muy importante, pero quiero confiar en las palabras de la ministra de Igualdad y ella me ha dicho que su intención con este asunto es no dar marcha atrás.

¿Qué le parece la excusa que ponen los medios de comunicación de que no pueden renunciar a esos ingresos por la crisis económica?

Creo que tener principios es complicado y cualquier excusa vale para no dar ese paso. Pero los periódicos tienen que ser coherentes, y esos principios que continuamente le piden a la sociedad que tenga desde sus páginas, también los tienen que tener ellos.

¿Qué propone como mejor medida para persuadir a los diarios?

La retirada de la publicidad institucional, porque no pueden estar lucrándose de dos vías tan contradictorias. Un diario no puede lucrarse con las mafias de la prostitución y a la vez tener publicidad de una campaña de sensibilización de algún tema social puesta en marcha por el Gobierno.

¿Esa medida se podría trasladar también a la Administración regional y local, que retirasen ellos su publicidad?

Sin ningún inconveniente.

La mayoría de los clientes no tiene conciencia de que detrás de una prostituta hay una mujer explotada por una mafia.

Eso pasa porque banalizamos mucho las cosas y podemos llegar a pensar que la prostitución es una opción laboral de las mujeres, como otra actividad cualquiera, cuando no lo es. En concreto, la gravedad de la prostitución está banalizada. Pero es un ejercicio indigno, que supone la esclavitud de la mujer y que da lugar a una violencia intolerable. Se trata a las mujeres como si fuesen mercancía.