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Comienza el cortejo en Australia

Laboristas y conservadores seducen a los independientes para crear gobierno

SONIA DE VIANA

Verde. Ese es de momento el color del Gobierno australiano. El sábado, los 14 millones de votantes se acostaron con una ligera ventaja conservadora pero despertaron con lo contrario: con el 78% de los votos escrutados, los laboristas contaban con 72 escaños y los conservadores con 70.

Aun así, ninguno de los dos partidos mayoritarios obtiene los 76 escaños necesarios para gobernar en solitario, una situación que no se había dado en los últimos 70 años. Así que la clave sigue estando en las otras dos agrupaciones con escaño en el Parlamento: Los Verdes también ganadores en el Senado, una institución con poder real en Australia y otros cuatro independientes, que podrían ser cinco al cierre del recuento.

La primera ministra en funciones, Julia Gillard, ya se ha reunido con Bob Brown, el líder verde. 'No hemos abordado acuerdo alguno', dijo este.

El líder conservador, Tony Abbott, inició también el domingo los cortejos, cuando aún ganaba, para conseguir el apoyo de los independientes rurales. Dos de ellos son de los estados donde más ha caído el voto laborista: Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sidney, y Queensland, con capital en Brisbane. Entrevistados por la televisión ABC, los diputados Tony Windsor y Bob Katter no tuvieron pelos en la lengua para atacar a sus contrincantes y al tiempo declarar que harían lo que fuera mejor para sus distritos.

En la misma entrevista, el también independiente Rob Oakeshott, más diplomático, dijo: 'Todo el mundo tiene que tener en cuenta los intereses de todo el mundo. Las negociaciones pueden alargarse una o dos semanas. Lo lógico es que los independientes actuemos como un bloque'. La prensa australiana ya le ha adjudicado el papel de 'policía bueno' en esa tríada calificada como 'poli bueno, poli malo y poli malo' en las negociaciones que se abren con los independientes.

'La incertidumbre va a ser un verdadero desastre para los mercados financieros', comentó el analista económico Craig James. Los inversores internacionales 'preferirían un Gobierno conservador', apuntó otro experto financiero, David Cassidy.

Es precisamente un tema económico mezclado con la ecología el que hizo saltar del sillón gubernamental al anterior primer ministro, Kevin Rudd: quiso aumentar los impuestos al sector industrial más importante en Australia, el del comercio mineral, sobre todo con China. Abbott ya ha prometido desechar tal medida si llega a gobernar.

 

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