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La crisis obliga a Escocia a frenar el camino a la independencia

El nacionalista Alex Salmond ofrece una separación no traumática del Reino Unido

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Los números se impusieron sobre Alex Salmond. El primer ministro escocés tuvo que frenar su camino a la independencia y renunció a presentar esta legislatura el proyecto de ley con el que pretendía convocar un referéndum.

Su objetivo ahora es convertir la campaña electoral para las elecciones de mayo de 2011 en una consulta oficiosa sobre el mismo tema.

El Partido Nacional de Escocia centrará su congreso anual, que comenzó ayer, en el intento de ofrecer una independencia no traumática.

La idea es apostar por una “unión social” con Inglaterra en la que se compartan algunos símbolos nacionales: la libra esterlina, la reina como jefa de Estado y el idioma como base común de convivencia.

Los nacionalistas no tienen mayoría absoluta en el Parlamento escocés, donde sólo cuentan con un escaño más que los laboristas.

Sin embargo, el factor que más ha trastocado los planes de Salmond es la crisis económica. Escocia es aún más vulnerable que Inglaterra a la recesión al depender más del sector público. Casi mil personas continúan perdiendo su empleo cada semana. El índice de paro es del 8,6%, frente al 7,7% del conjunto del país.

Aunque el partido nacionalista tiene un origen pacifista y está en contra de la OTAN, el Gobierno escocés no puede prescindir del gasto militar, que se decide en Londres.

El Gobierno británico aún duda sobre si continuará la construcción de dos portaaviones –la opción más probable– o si se quedará sólo con uno para financiar la modernización del programa de armamento nuclear Trident.

Miles de puestos de trabajo de los astilleros de Glasgow dependen de esa decisión. El sector de defensa y la industria aeronáutica dan trabajo a unas 40.000 personas en Escocia y de forma indirecta a muchas más.

Dejar la ofensiva independentista para la próxima legislatura ha molestado en algunos sectores del partido de Salmond. Sin embargo, la prioridad ahora es ganar en las urnas en una cita que será más difícil de lo que se aventuraba hace un año.

Los laboristas sacan diez puntos a los nacionalistas en los últimos sondeos y están en condiciones de recuperar su posición tradicional de partido más votado en Escocia.

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