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La crisis de ETA pasa factura a su capacidad de extorsión

Los empresarios continúan recibiendo cartas de amenaza tras el anuncio de la tregua. La resistencia creciente a pagar hace mella en las cuentas de la banda

PEDRO ÁGUEDA

ETA ha llegado exhausta a su última tregua. Haciendo de la necesidad virtud, interrumpió sus 'acciones armadas ofensivas' en marzo, pero no hizo pública la decisión hasta el 5 de septiembre. Forzada por los pasos que ha dado Batasuna, el anuncio de tregua se produjo sin la planificación de otras ocasiones. Eso afecta ahora a la recaudación del denominado impuesto revolucionario, que se resiente de la ausencia de una campaña violenta contra los extorsionados y sus intereses, como la que precedió al alto el fuego de 2006.

La consecuencia inmediata ha sido la relajación de una parte importante del colectivo de extorsionados, que siguen recibiendo las cartas del chantaje etarra pero ignoran cada vez más las amenazas, explican fuentes implicadas en la seguridad de los empresarios. El reloj también corre en contra de ETA en lo referente a la recaudación. Su último atentado se remonta al verano de 2009 y, sin violencia, no tiene capacidad de amedrentar, añaden.

La última misiva de extorsión fue recibida a finales del pasado octubre

Y eso a pesar de que la banda asesinó en diciembre de 2008 al empresario Ignacio Uria, de 71 años de edad, en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, por negarse a pagar. Sus empresas estaban vinculadas a las obras del TAV, un proyecto de alta velocidad ferroviaria sobre el que ETA desplegó una feroz campaña en contra y que acabó por abandonar finalmente.

Según ha podido saber Público, la última carta exigiendo el pago de la extorsión llegó a finales del mes pasado, sumándose así al goteo constante que se produjo durante septiembre. En una entrevista con dos miembros de la dirección, ETA advirtió el 26 de septiembre de que el paréntesis en su actividad no afectaba a 'las habituales tareas de abastecimiento y a las labores necesarias para mantener su estructura'.

Estas cartas exigiendo el pago del denominado impuesto revolucionario eran las primeras para algunos y servían de recordatorio para el resto de los extorsionados. 'Mientras Euskal Herria siga bajo dominio de los Estados francés y español, y sus ciudadanos obligados a subvencionar la maquinaria represiva e institucional, negadora de los derechos como Pueblo, las necesidades económicas para llegar a una situación de plena democracia van a ser muy grandes', advierte la banda en las cartas a las que ha tenido acceso este periódico.

Las cartas del verano exigían hasta medio millón a nuevos extorsionados

Misivas bilingües

Las misivas van escritas en euskera, pero incluyen un resumen en castellano por si el extorsionado desconoce la lengua vasca y solicita a otra persona que se la traduzca, rompiendo la discreción requerida. La banda sigue poniendo sus condiciones de pago en billetes de 20, 50 y 100 euros a través de 'los habituales círculos de la izquierda abertzale'.

Como viene haciendo en los últimos tiempos, evita las duras expresiones del pasado y recurre a los eufemismos: 'El no responder positivamente a esta petición, le haría acreedor de las medidas que Euskadi Ta Askatasuna decida aplicar contra usted y sus bienes'.

Esta cifra récord es la que necesitan al año los tres grandes aparatos de ETA

La cifra más alta reclamada en las misivas enviadas a lo largo de este verano es de 500.000 euros, algo que los expertos descartan que haya podido pagar alguien. De ser satisfecho el pago por un solo empresario, este mantendría a toda la organización terrorista un año entero. En la más completa documentación incautada a la dirección de la banda terrorista en los últimos tiempos, que la Guardia Civil halló en poder de Francisco Javier López Peña, Thierry, en mayo de 2008, apareció el presupuesto de los diferentes aparatos y las disputas que las estreches económicas acarreaban.

Según aquella documentación, el aparato militar necesita 140.000 euros anuales; el político, 48.000, y el logístico, 154.000. Estos gastos estaban hechos a partir de unos cálculos también recogidos en aquella documentación: un militante en la clandestinidad gasta 950 euros mensuales, pero, si actúa junto a otro, les corresponden 1.250. La banda calculaba que el alquiler oscila entre 350 y 450 euros; la comida, unos 250 euros, y los desplazamientos y el material, 300 euros.

A pesar de la presión policial, el aparato de financiación suele sufrir escasos golpes

Una carta firmada el 27 de enero de 2008 por Mikel Carrera Sarobe, Ata, describe las tiranteces por el dinero. Ata y Txeroki mantenían una lucha de poder con Thierry y sus seguidores, entre estos Ainhoa Ozaeta. 'Mientras ha sido responsable del dinero, ha apretado el cinturón a la organización, que ha llegado casi a ahogarla. Ha creado una obsesión de tal magnitud que los militantes, con su buena voluntad y para ahorrar cuatro duros miserables, han llegado a cometer fallos de seguridad muy gordos', escribió el que luego fue jefe militar de la banda hasta su detención en mayo pasado.

En aquella carta, también se recuerda el episodio más traumático vivido en la contabilidad de ETA en los últimos tiempos: la inversión de una elevada cantidad en dólares que supuso grandes pérdidas por la depreciación de la moneda estadounidense. En 2004, la banda tenía 210.280 dólares americanos, según la documentación incautada al jefe absoluto Mikel Antza en 2004. No fue hasta 2008 cuando se volvió a cambiar la moneda, a un valor bastante inferior del que tenía cuando fue adquirida y provocando pérdidas que pudieron alcanzar los 95.000 euros para ETA.

Las Fuerzas de Seguridad apuntan que, a pesar de la tregua, los terroristas en Francia no pueden dejar de cambiar frecuentemente de domicilio para no ser detectados; tampoco de robar coches, que utilizan para desplazarse, y en ningún caso pueden renunciar a la extorsión, única fuente de financiación.

ETA pide el pago en billetes de 25, 50 y 100 euros, y usa un lenguaje menos duro

En la hoja de ruta que los terroristas firmaron en agosto de 2009, titulada Proceso democrático (Euskal Herria hacia su independencia), la banda afirmaba: 'ETA necesitará apoyo económico para llevar a cabo su alto el fuego al ámbito del impuesto. Se analizarán en principio las ofertas que pueden venir del ámbito internacional en una situación así. Como consecuencia de cerrar el frente del impuesto, ETA exigirá ayuda de apoyo al alto el fuego de 4 millones de euros anuales'. Según esto, si la banda consigue en un eventual proceso de paz los objetivos políticos que ansía, solicitará al Estado que la mantenga a cambio de ceder en las tareas de extorsión.

La gran asignatura pendiente de la lucha antiterrorista es interceptar los grandes fondos de ETA. La banda se ha esforzado siempre en blindar su aparato financiero, que se divide en las subestructuras Gezi, dedicada a la recaudación del impuesto revolucionario, y Diba, que administra el dinero de la banda.

A pesar de las continuas operaciones policiales, el aparato de financiación de la banda terrorista ha sufrido escasos golpes. En el año 1986, la operación contra la cooperativa Sokoa, en Hendaia, reveló que ETA había recaudado en seis años un total de 1.200 millones de las antiguas pesetas. La última jefa detenida de Gezi fue la histórica Soledad Iparragirre, Anboto, la pareja de Mikel Antza.

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