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Zapatero apela a la Constitución para defender el Estado del bienestar

El presidente y el líder del PP evitan cualquier referencia a la reforma de la Carta Magna

JUANMA ROMERO

Casi ni se notaron. Las palabras sobre la Constitución, el día de su 32º aniversario, importaban poco este lunes. El caos vivido en los cielos españoles este fin de semana eclipsó por completo la conmemoración. La huelga encubierta de los controladores y la comparecencia en el Congreso, pasado mañana, del presidente del Gobierno, llenaron los discursos ante los micrófonos y también las conversaciones informales en el Salón de Pasos Perdidos de la Cámara baja.

Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero introdujo un importante subrayado en su declaración inicial, minutos antes de la recepción: 'Deseo recordar en estos momentos que la Constitución establece un modelo de Estado que es el Estado del bienestar, el Estado social, y eso ha de estar siempre presente, desde luego para los legisladores, los gobernantes y los ciudadanos'.

El 69,7% de los españoles quiere actualizar la norma fundamental

El presidente recordaba así uno de los pilares de la Carta Magna en mitad del acoso de los especuladores, que demandan un Estado del bienestar mucho más escuálido. La puntualización de Zapatero casaba con el manifiesto que, el domingo, la ejecutiva federal de los socialistas había remitido a los medios: 'El PSOE afirma que la Constitución contiene un pacto en torno a un modelo económico-social claramente incompatible con el modelo económico neoliberal basado en la absoluta desregulación, en el culto a la avaricia, y en la disminución o eliminación de lo público y de la política, causante de la mayor parte de la crisis'.

El presidente no fue hoy tan explícito. Sólo hizo esa pequeña reivindicación del carácter social de la Carta Magna. Lo demás fueron alabanzas a una Constitución que 'merece ser homenajeada' por haberse probado como un 'instrumento muy útil'. El jefe del Ejecutivo defendió que ha servido para 'garantizar la convivencia, respetar la pluralidad, articular la democracia y resolver problemas serios', como los que España está 'viviendo estos días'. O sea, el plante de los controladores.

A la recepción oficial sólo acudieron tres presidentes autonómicos

No hubo alusión a las reformas de la Constitución, pese a que el 69,7% de los españoles las reclama, según el Publiscopio. Tampoco Mariano Rajoy habló de los retoques y ni citó la consagración del Estado social. El líder del PP reivindicó la 'plena vigencia' de la Carta Magna, con la que los ciudadanos han vivido 'momentos muy felices', como el ingreso en la UE, la 'mejora del bienestar y la riqueza', la creación de las autonomías y la 'reafirmación de la nación española'. 'El PP estará siempre en ella. Es una Constitución que queremos que continúe y que dure mucho tiempo', dijo. No admitió preguntas.

José Bono fue el que protagonizó el acto de aniversario. El presidente del Congreso resaltó la larga tradición del parlamentarismo español –en 2010 se cumple el bicentenario de las Cortes de Cádiz– o la corta trayectoria del sufragio universal: 38 años (cinco en la II República y 33 desde 1977).

Bono cargó de nuevo contra los nacionalismos periféricos, sin citarlos expresamente, por su intento de 'exagerar diferencias', cuando lo que une a los españoles 'es mucho' más de lo que les distancia. 'Por mucho que se empeñen algunos en separarnos, somos millones los que sabemos que, con la Constitución, no hay peligro de ruptura'. En esa advertencia no incluyó al nacionalismo español. Y continuó: 'No hay peligro de que en España nazca un español que tenga más derechos que otro'; la desigualdad 'sería lo peor para la nación y la Justicia'. La misma ley de 1978 establece, por ejemplo, una desigualdad en la sucesión a la Corona.

Bono criticó al PP (también sin citarlo) por su electoralismo: 'España no precisa acciones excelsas de personajes heroicos, sino actos cotidianos de trabajo responsable que, al multiplicarse por millones de personas, transforman la sociedad. Esa es la razón para ser optimistas. No porque tengamos fe en la magia, ni en la burocracia, ni en las encuestas favorables, sino porque sabemos que el futuro es una sucesión infinita de presentes'. Y envió un recado a los mercados: el presente no está reservado a 'los vaivenes de los especuladores o de quienes sólo quieren ganar el titular del día siguiente en un periódico'.

El acto vino prologado por la tromba de abucheos y gritos de '¡Fuera!' con que unos 200 ciudadanos recibieron a Zapatero a las puertas del Congreso. Rajoy llegó pocos minutos después. Le aclamaron como '¡Presidente, presidente!'. Trinidad Jiménez y José Blanco fueron increpados, aunque el ministro de Fomento también recibió palabras de ánimo en su conflicto con los controladores.

A la recepción no acudió la inmensa mayoría de presidentes autonómicos –sólo estuvieron presentes los de Castilla-La Mancha, Galicia y Aragón, y ni siquiera se acercó Esperanza Aguirre–, y se echó en falta, en plena tormenta del caso Wikileaks, al embajador de EEUU, Alan D. Solomont. Un año más, se ausentaron los portavoces de ERC, ICV, BNG, NaBai y el PNV, quien hoy dijo no tener 'nada que celebrar' por no haberse resuelto 'el encaje' de Euskadi en España.

Cientos de personas de asociaciones y fuerzas de izquierda y republicanas se manifestaron ayer por las calles de Madrid para reivindicar una Constitución republicana en el 32º aniversario de la Carta Magna.

Con gritos de “Española o extranjera, la misma clase obrera” o “Lo llaman democracia y no lo es” y cargados con pancartas con proclamas como “Verdad, justicia y reparación para las víctimas del franquismo”, los manifestantes exigieron una Constitución republicana para resolver el “descrédito de la clase política española”, informa Europa Press.

 

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