Público
Público

Yo quiero mi Al Yazira

NAOMI WOLF

El corresponsal de Al Yazira Ayman Mohyeldin se encuentra realizando una exitosa gira por Estados Unidos. O, más bien, Al Yazira le envía. Mohyeldin es un hombre sencillo, pese a ser uno de los reporteros más conocidos de Al Yazira, una estrella en ascenso en los medios internacional. Al Yazira tiene buenas razones para presumir: goza de un nuevo prestigio en EEUU, después de que millones de estadounidenses, ávidos de información sobre el terreno acerca de Egipto, recurrieran a su retransmisión en directo a través de internet y, en concreto, a la cobertura de Mohyeldin desde la plaza Tahrir de El Cairo. Ahora este se encuentra en EEUU para tres semanas para asistir a eventos de medios, tras haber adquirido un buen nombre en un país donde han impedido a los espectadores ver su cadena.

Esta cadena ha sido un blanco de ataques del Gobierno de EEUU desde 2003, cuando el anterior vicepresidente, Dick Cheney, y el exsecretario de Defensa Donald Rumsfeld la describieron como el equivalente de un brazo de Al Qaeda. Dos de sus reporteros fueron asesinados en Bagdad cuando un tanque norteamericano disparó contra el Hotel Palestina, donde, según los oficiales de EEUU, se creía que había un francotirador que disparaba contra las tropas de EEUU. Sin embargo, debido a que era conocido que el equipo de Al Yazira se alojaba en dicho hotel, el canal y otros medios sospechan que los reporteros fueron asesinados deliberadamente.

Y, hasta el día de hoy, es prácticamente imposible encontrar en la televisión de EEUU a Al Yazira, que junto a BBC News se ha convertido en uno de los primeros puntos de oferta de noticias televisivas serias. La mayor compañía de cable y satélite rechaza emitirla -excepto en Washington DC y partes de Ohio y Vermont-, pese a la gran demanda de los espectadores. Así, Al Yazira envía a sus periodistas por EEUU en un esfuerzo por hacer conocidas por el público las caras de esta cadena demonizada. Y Mohyendin puede sonar como Robert F. Kennedy: cuando el llanto se alza desde la plaza Tahrir pidiendo la abdicación de Mubarak, él describe: 'Un hombre dimite y 80 millones de personas ascienden'.

El impulso de la cadena en EEUU apenas podía ser más necesario para los nortemericanos. Al denegar el derecho a ver Al Yazira, los estadounidenses están encerrados en una burbuja, aislados de las imágenes e historias de las que se informa en el resto del mundo. Consideremos el reciente escándalo alrededor de las atroces fotografías tomadas por los soldados de EEUU en Afganistán, las cuales están disponibles en los canales de noticias, incluida Al Yazira, a lo largo del mundo. En EEUU se ha contado al respecto un breve resumen de que la revista alemana Der Spiegel ha publicado la historia. Pero las imágenes en sí mismas -incluso aunque protejan la identidad de las víctimas- no han conseguido penetrar la dinámica de los medios en EEUU. Y las imágenes son tan extraordinariamente impactantes que no mostrarlas

-además de otras imágenes de bombardeos de niños en Gaza o entrevistas con los supervivientes de Guantanamo- impide a los norteamericanos entender hechos que pueden ser tan traumáticos para otros como el trauma de los ataques terroristas del 11-S para ellos. Por ejemplo, los principales medios de EEUU, incluido The New York Times, no han hecho mención acerca de una de las fotos, que muestra a soldados norteamericanos sosteniendo la cabeza de un afgano muerto como si fuera un trofeo de caza.

Por el bien de EEUU, espero que Al Yazira consiga entrar en el mercado de los medios norteamericano. A menos que los estadounidenses vean las imágenes y las historias que muestran cómo otros nos ven, EEUU no será capaz de superar su reputación internacional de matón medio ciego. Además, los egipcios están en ciertos aspectos mejor informados que los estadounidenses (Thomas Jefferson repetía a menudo que la libertad no es posible sin una ciudadanía informada). Egipto tiene 30 periódicos y más de 200 canales de televisión. Los periódicos en EEUU están agonizando, la cobertura de noticias internacionales se ha reducido a tres o cuatro minutos, como mucho, al final de uno o dos telediarios de la noche, y la mayoría de sus canales están llenos de realities.

Conocí a Mohyeldin antes de su reciente aparición pública en Manhattan. Su análisis de la revolución egipcia, y de otras en la región, es que el tipo de medio globalizado al que los estadounidenses no tiene total acceso crea las condiciones en las que la gente puede rebelarse para reclamar democracia. Él señala que 'la gente es consciente de sus derechos desde internet y la televisión por satélite; la gente ve películas y lee blogs. Es una revolución de conciencia, basada en el acceso rápido a la información circulante. Los granjeros, los campesinos en la plaza Tahrir eran conscientes de sus derechos'.

Los estadounidenses tenemos sed de noticias internacionales; es un mito el que no nos interesa el mundo exterior. Quizás los estadounidenses se levanten y amenacen con boicotear a sus proveedores de cable y satélite a menos que consigamos nuestra Al Yazira y otras empresas de noticias internacionales. Estaríamos un paso más cerca de ser parte del mundo como un todo, un mundo que, de otra manera, simplemente nos dejará atrás.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias