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El espejismo que cerró el paso del Noroeste

La Royal Society de Londres publica el diario original de Edward Sabine, tripulante de una expedición frustrada al Ártico

NUÑO DOMÍNGUEZ

El 30 de agosto de 1818, Reino Unido estuvo a las puertas de una conquista histórica. La expedición al Ártico a bordo del Isabella y el Alexander que había zarpado en abril embocó ese día el estrecho de Lancaster, al norte de Canadá. Sus aguas eran la clave para franquear el paso del Noroeste, la ruta que conecta el océano Atlántico y el Pacífico a través del Ártico y que los marinos habían buscado sin éxito desde los tiempos de Colón.

'Estamos en el umbral y dotados de todas las provisiones que necesitamos', celebró en su diario el astrónomo de la misión, Edward Sabine. Aunque el objetivo de la misión era encontrar la ruta, Sabine ansiaba ser el primero en localizar el Polo Norte magnético de la Tierra. Su diario puede consultarse en la web de la RoyalSociety de Londres, que ha digitalizado sus 115 páginas en las que queda reflejado el aciago destino de la aventura.

El capitán aseguró que una cadena de montañas bloqueaba la ruta

El 9 de septiembre, cuando todo parecía ganado, algo se torció. El capitán, John Ross, aseguró que al fondo del estrecho había una cadena de montañas que bloqueaban la ruta. Estaba tan seguro de ver sus cumbres cerrando el estrecho que las bautizó como montañas de Croker, apellido del secretario del Almirantazgo. No había, según el capitán, otra opción que dar media vuelta.

Según el diario de Sabine, Ross además 'temía que lo avanzado de la estación, la cercanía del equinoccio y la mala mar debido a los vientos le obligaran a abandonar la zona'. Ningún otro tripulante a bordo del barco de Ross vio las montañas, recuerda Keith Moon,bibliotecario de la Royal Society, en la web. Las dudas de Ross parecen 'un puñado de excusas', opina.

Aún es un misterio si Ross se dejó llevar por un espejismo que genuinamente vio o le pudo el miedo a que el Ártico se convirtiese en su tumba. Según Moon, es 'poco probable' que los marinos se dejasen llevar por efectos ópticos reflejados en las aguas, a los que estaban acostumbrados después de meses de navegación.

Medio siglo después de la muerte del inglés, Amundsen cruzaba el paso

La decisión de Ross fue muy criticada por Sabine, quien se confiesa 'mortificado' por el hecho de haber viajado 'al lugar más interesante del mundo' y no haber podido lograr su ansiada localización del Polo Norte magnético. De regreso a Ingla-terra, Sabine acusará al capitán de frustrar la misión.

En 1829 Ross reconoció su error y logró financiación para un nuevo viaje al Ártico, esta vez en un barco de vapor. La expedición cruzó el estrecho de Lancaster pero quedó varada luego en el hielo, donde pasarían cuatro años antes de ser rescatados. Como premio, James Clark Ross, sobrino del capitán, localizó el Polo Norte magnético que ansió Sabine. En 1906, medio siglo después de la muerte de Ross, el explorador noruego Roald Amundsen fue el primero en cruzar el paso del Noroeste.

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