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Estados Unidos no concede tregua a Al Qaeda después de matar a su líder

Fracasa el intento de asesinar al influyente líder de la red en la Península Arábiga con un avión no tripulado

ISABEL PIQUER / PÚBLICO

Lejos de cantar victoria después de haber liquidado a Osama Bin Laden, el líder histórico de la red terrorista Al Qaeda, en su refugio en Pakistán, el Pentágono va ahora a por sus potenciales sucesores. El líder de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), Anuar al Aulaki, escapó el pasado jueves a un ataque desde un avión no tripulado de EEUU en Yemen.

El aparato lanzó un misil contra un coche en la provincia de Shabua, en el sureste del país, en el que se sospechaba que viajaba Aulaki. Murieron dos terroristas de la red. Desde hace años, Al Qaeda tiene una base muy fuerte en las zonas montañosas de Yemen, aprovechándose de la inestabilidad de este país árabe, debido a las luchas separatistas que castigan este país desde la unificación del norte y el sur en 1990.

Washington considera ahora que esta rama es la principal amenaza

El fallido ataque es la prueba de que Washington considera a AQPA como su nuevo enemigo Número Uno. Esta rama de la franquicia terrorista es la que últimamente ha conseguido mayores éxitos y puede tomar el testigo de la campaña de terror del movimiento, centrado hasta ahora en Afganistán y Pakistán.

'La muerte de Bin Laden es, sin duda, buena para AQPA', comentó a la agencia Reuters Jarret Brachman, un asesor del Gobierno de Barack Obama en materia antiterrorista. Este experto asegura que la rama podría llegar a ejercer una mayor influencia sobre el movimiento a nivel global que hasta ahora.

Desde su creación en 2009, AQPA se la ha vinculado con dos ataques contra EEUU: el intento fallido de atentado el 25 de diciembre de 2009 contra un avión en Detroit, llevado a cabo por un joven nigeriano, y los explosivos encontrados en dos aviones de carga en octubre de 2010 que salían de Yemen rumbo a Chicago y que fueron interceptados durante escalas en Europa.

'Es un momento decisivo en la lucha contra Al Qaeda', dice la Casa Blanca

La actual situación política en Yemen, que vive su propia revolución popular contra el régimen de Alí Abdalá Saleh, sólo puede ayudar a Al Qaeda. Con Aulaki, un clérigo nacido y educado en EEUU, esta rama de la organización cuenta además con uno de los ideólogos más influyentes del movimiento, cuyo carisma entre los yihadistas eclipsa al del egipcio Ayman al Zauahiri, el número dos de Al Qaeda y sucesor natural de Bin Laden.

Obama y su equipo supieron explotar el efecto propagandístico de la operación Gerónimo que acabó con la vida de Bin Laden. El presidente visitó la Zona Cero por primera vez durante su mandato y agradeció en persona a los militares responsables de llevar a cabo la misión en Pakistán.

Sin caer en el triunfalismo precipitado, la Casa Blanca ha empezado a escribir el epitafio de la nebulosa islamista. 'Este es un momento decisivo en la guerra contra Al Qaeda y contra el terrorismo', declaraba al día siguiente de la liquidación de Bin Laden, el asesor presidencial en temas de seguridad nacional, John Brennan. 'Va a tener serias repercusiones en toda la zona y en la red de Al Qaeda', aclaró y, coincidiendo con las recientes manifestaciones democráticas en Oriente Próximo y en el Magreb, 'demostrar que es una cosa del pasado'.

'La estrategia de la red no está siendo muy efectiva', comenta un experto

Desde el punto de vista estratégico y después de una década de lucha antiterrorista a nivel mundial, la operación Gerónimo 'ha demostrado que las operaciones militares convencionales a gran escala tienen menos éxito que una combinación innovadora de inteligencia, investigación y uso puntual de comandos especiales', dice David Barno, analista del Center for a New American Security. A pesar del fracaso, el intento de matar a Aulaki el pasado jueves con un avión no tripulado va en línea de esta nueva estrategia.

En Washington se considera que los movimientos afiliados a Al Qaeda, en Irak, Yemen, Argelia y Somalia, más que amenazas internacionales, son factores de desestabilización en sus propios países y regiones. Quien asuma las riendas después de Bin Laden 'tendrá un gran impacto en la dirección y objetivos' del movimiento, subraya Thomas Mahnken en la revista Foreign Policy. Opina que 'Ayman al Zauahiri, el número dos, ha repetido que quiere hacer de Egipto el centro de la nueva estrategia de Al Qaeda para establecer un califato en el mundo islámico'.

La naturaleza de Al Qaeda, una nebulosa con franquicias más que una organización, vuelve impreciso cualquier pronóstico. 'Al Qaeda no está teniendo un buen año desde un punto de vista terrorista', dice McManus, 'su estrategia no está siendo muy efectiva. El último gran ataque contra un país occidental instigado por Al Qaeda fue el atentado en el metro de Londres en 2005'. En EEUU 'sólo ha habido un episodio aislado inspirado por su ideología, la matanza de la base militar de Fort Hood en 2009, en la que murieron 13 personas, perpetrada por Nidal Malik Hasan', un soldado de origen jordano.

La visión del mundo de la organización creada por Bin Laden en 1988, 'la base', parece cada vez más irrelevante. Bin Laden no impulsó los atentados del 11-S porque 'odiaba las libertades' de los estadounidenses, como tantas veces dijo el entonces presidente George Bush. Lo hizo porque pensaba que al atacar al 'enemigo lejano', EEUU y luego Europa, aceleraría el derrocamiento de los regímenes represivos de Oriente Próximo, el 'enemigo cercano'. 'Se equivocaron', añade McNamus, 'los ataques de Al Qaeda no provocaron un repliegue de los estadounidenses del mundo árabe, sino todo lo contrario. EEUU aumentó su presencia en la región, invadiendo Irak y Afganistán'.

La lucha contra el terrorismo 'no se ganará en una sola batalla o en una sola campaña', advierte Mahnken, 'la victoria contra la visión extremista de Al Qaeda será una paciente acumulación de pequeños éxitos: desacreditar su ideología y crear fisuras entre los grupos extremistas', fisuras que con la muerte de Bin Laden, según espera Washington, marquen su irrevocable descenso hacia la irrelevancia.

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