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Un 'minishuttle' quiere relevar a sus hermanos mayores

El 'Dream Chaser' aspira a ser uno de los futuros taxis espaciales

JAVIER YANES

La última misión del Atlantis ha tocado a su fin. Estados Unidos aparca la flota de los shuttle sin que 30 años de misiones orbitales hayan bastado para tener listo un relevo a los veteranos aviones espaciales. La NASA atraviesa sus momentos más bajos, convirtiéndose en blanco de todas las críticas mientras su director, el astronauta Charles Bolden, se afana en convencer al público estadounidense y a los perros de presa del Congreso de que el programa espacial de su país está vivo y coleando. Entre las opciones que pueden demostrarlo, toma fuerza una reencarnación de los shuttle en formato compacto, una especie de utilitario orbital que tomaría el testigo de sus mayores jubilados para volar a la Estación Espacial.

El avioncito, bautizado Dream Chaser (Cazador de sueños), es uno de los proyectos de taxis privados con los que la NASA espera sustituir a los transbordadores. Con la retirada de los shuttle, EEUU decidió externalizar a compañías privadas el desarrollo de la nueva generación de vehículos para viajar a la órbita cercana, y así reservar el grueso de los fondos públicos para centrarse en el sistema que deberá transportar astronautas a nuevos destinos como Marte o el cinturón de asteroides.

Llevará hasta siete ocupantes y podrá aterrizar en cualquier pista

Para apoyar la transición de los vuelos orbitales al sector privado, la NASA ha concedido ya dos partidas de subvenciones, de 50 y 270 millones de dólares respectivamente, a un puñado de empresas. Sierra Nevada Corporation (SNC), impulsora del Dream Chaser, es uno de los tres contendientes agraciados en ambas rondas. Cien millones de dólares federales la sitúan en el segundo puesto de las más mimadas por la NASA, por detrás del gigante Boeing.

El Dream Chaser es un monovolumen de nueve metros de largo la cuarta parte de un shuttle con un fuselaje aplanado que aporta la mayor parte de la sustentación. Alojará siete ocupantes, despegará pinchado en la punta de un cohete Atlas 5 y podrá aterrizar en cualquier pista. De las propuestas premiadas por el bombo de las arcas federales, es el único que recuerda a los shuttle; el resto son cápsulas.

Se basa en un diseño de la NASA inspirado en un aparato soviético

Su parecido con los transbordadores no es casual. El mes pasado, SNC organizó un acto de homenaje al origen del Dream Chaser en la NASA. Allí se recordó que el diseño se basa en el HL-20 (siglas en inglés de Aterrizaje Horizontal), un concepto ideado por la agencia a finales de los ochenta y que a su vez se inspiró en el BOR-4, un aparato soviético que un avión espía australiano logró fotografiar en 1982 cuando un buque ruso lo rescataba del océano. En el acto conjunto de Sierra Nevada y la NASA, el ingeniero Del Freeman recordó: 'Hicimos ingeniería inversa. Logramos suficiente información para construir un modelo y, cuando lo metimos en el túnel de viento, supimos que teníamos algo'. Por su parte, el presidente de SNC, Mark Sirangelo, no escatimó elogios al personal de la agencia: 'Cuanto más trabajamos en él, más cuenta nos damos de lo listos que fuisteis', declaró ante los ufanos empleados de la NASA.

El acto fue un nuevo hito en los vínculos entre SNC y la NASA que posicionan al Dream Chaser como un candidato muy serio a suceder a los shuttle. La compañía ha reforzado esta unión contratando a varios extécnicos de la NASA, entre ellos antiguos responsables del programa Constellation, que debía reemplazar a los transbordadores y fue cancelado por Barack Obama. La semana pasada, SNC firmó un acuerdo con la NASA para utilizar las instalaciones del centro espacial Kennedy en Florida.

Todo ello parece dar pista libre al Dream Chaser, que tiene previsto su bautismo de aire en 2012, el primer vuelo suborbital en 2013 y una prueba en órbita en 2014. SNC confía en morder otro pedazo en la tercera ronda de dádivas de la NASA, para la que Obama ha solicitado al Congreso un sabroso total de 850 millones de dólares.

Pero hay algo que aún podría romper el sueño del Dream Chaser. SNC es propiedad de Fatih y Eren Ozmen, un matrimonio casi desconocido que tanto rehúye focos y entrevistas como se prodiga en manejos políticos. Según el diario Las Vegas Sun, los millones que SNC gasta haciendo lobby en Wa-shington para cazar contratos de Defensa han logrado que el 84% de sus fondos gubernamentales proceda de adjudicaciones a dedo, frente al 30% de otros contratistas del Pentágono. Los medios criticaron la excesiva cercanía de los Ozmen al entonces gobernador de Nevada, Jim Gibbons, y su esposa, hasta el punto de que las dos parejas compartieron sus vacaciones. El rotativo Wall Street Journal reveló que los Ozmen financiaron campañas a Gibbons, quien facilitó contratos a SNC mientras su mujer trabajaba como consultora para la empresa.

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