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El jubilado que arengó a los indignados en el Congreso

A sus 76 años, Francisco Román Oter no se pierde ni una de las asambleas que el Movimiento 15-M organiza en San Blas

ELENA HERRERA

“Siempre, siempre he estado luchando”. No está precisamente en la primavera su vida, pero Román –aunque su nombre de pila es Francisco, le gusta que le llamen por su “nombre de guerra”–, a sus 76 años, no se pierde ni una de las asambleas que el Movimiento 15-M organiza en San Blas, su barrio de Madrid. Tampoco hay tarde que no se deje caer por la Puerta del Sol, “aunque sólo sea para saludar a los chicos y chicas”, apunta.

Con gritos de “¡Este hombre sí nos representa!” le respondieron cientos de voces indignadas el pasado junio en la primera concentración del 15-M frente al Congreso de los Diputados. Instantes antes, Román había tomado el megáfono para decirles: “Os envidio, tenemos toda la razón y los compañeros policías lo saben”.

Lo de protestar en la calle no es algo nuevo para él. Antiguo militante del PCE, primero, y del PCPE, después, Román es un hombre bregado en las luchas vecinales de los barrios obreros de Madrid. Cuando, tras muchos días y noches al volante, se bajó del taxi con el que había recorrido las calles de la capital durante 39 años, se volcó en otra batalla, la de la memoria histórica. “El enemigo es muy poderoso desde 1939. Hay dos Españas, una arrasó a la otra y todavía hay impunidad”, señala. Román mira el futuro del movimiento con optimismo, tanto que este verano se quedará sin vacaciones: “No me puedo marchar, lo trascendental está aquí”.

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