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"A Peyo no le interesaba la política"

El creador de Los Pitufos' 'no era un intelectual', según su biógrafo Huges Dayes

JESÚS ROCAMORA

Las interpretaciones libres alrededor de Los Pitufos, creados por Pierre Peyo Culliford en 1958, se han disparado con el paso de los años al mismo ritmo que el éxito los empujaba desde las páginas del cómic a la televisión, las tazas de café y los muñecos de goma.

Cómo unos seres entrañables de la altura de una bota han pasado a esconder lecturas diabólicas, lo mismo favorables al comunismo (es lo que tiene vivir una aldea donde cada uno es conocido por su oficio y estar liderados por un barbudo de color rojo) que al Ku Klux Klan (¡esos uniformes blancos!) no es ningún misterio, vistos los casos de Tintín o del universo Disney, blancos de segundas y terceras interpretaciones. Con motivo del estreno de su adaptación al cine, Huges Dayes, biógrafo de Peyo, aclarara a Público algunas verdades sobre este mito azul.

'No hay ningún mensaje político en Los Pitufos', dice Dayes. 'Peyo nunca se preocupó por la política, él era un entusiasta de la niñez y los mundos fantásticos de los cuentos de hadas. No era un intelectual, sólo un creador de cómics apasionado por contar historias. Es cierto que uno de sus libros, El rey Pitufo, es una inteligente y divertida sátira sobre el proceso de las elecciones. Pero es el único político que hizo, junto a su amigo [y editor de la revista Spirou] Yvan Delporte'.

Los materiales en los que Peyo se basó para cocinar a sus criaturas no son un secreto: Disney en general, y Blancanieves y los siete enanitos en particular. 'Pero no quiso crear personajes humanos, quería algo diferente. Había dos ideas originales respecto a los Pitufos. Por un lado, su color azul y la ropa blanca. Por otro, su lenguaje: ellos hablan en pitufo y los humanos no pueden entenderlos'.

Así fue desde su primera aparición, dentro de un tebeo de Johan y Pirluit, dos personajes de la Edad Media creados por Peyo en 1946. Es más: Johan y Pirluit fueron sus 'hijos predilectos' hasta que, debido al éxito de los enanos azules, tuvo que centrarse en crear material exclusivo de Los Pitufos a tiempo completo, algo que Dayes considera que lo atrapó en 'una jaula de oro'. '¡Los Pitufos se han comido a mi marido!', recuerda que solía decir Nine, su viuda.

¿Estaría Peyo contento con el alcance mundial de sus criaturas? Ejemplos hay para todos los gustos. Ahí está Schulz, creador de Snoopy, partícipe de un imperio que empezó con las tiras cómicas y se expandió hasta casi ahogarlo. Al otro lado está BillWatterson, celoso padre de Calvin y Hobbes, de gran potencial comercial de no ser por el rechazo de Watterson a la industria. 'Peyo se volcó en su trabajo.

Pero a finales de los años setenta, cuando Los Pitufos se hicieron muy populares, intentó mantener el control de todo. No tenía tiempo para dibujar y se convirtió en un hombre de negocios, todo el día viajando. Se hizo rico y famoso. Pero también enfermo e infeliz, nostálgico de un pasado dorado', dice Dayes, lo que no le impide afirmar que hoy estaría orgulloso del lugar que ocupan sus enanos azules en la cultural popular.

'Aceptó el lado malo de la popularidad porque se dio cuenta de que no podía controlar al fenómeno. En ese sentido, fue muy listo al entender que no puedes manejar un mito. Lo único que intentó evitar eran las parodias sexuales y pornográficas de Los Pitufos'.

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