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Con 'El Niño' llega la guerra

Una quinta parte de los conflictos mundiales están relacionados con este fenómeno climático

 

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Cada tres a siete años, las aguas del Océano Pacífico se calientan tanto que pueden provocar una guerra. Según un equipo de investigadores, el fenómeno climático que allí se genera, conocido como El Niño, está relacionado con buena parte de los conflictos que ha sufrido el planeta desde 1950. Con él llegan la sequía y las crisis agrarias que estarían tras las revueltas.

El Niño/Oscilación del Sur (ENSO), que tiene carácter cíclico, está asociado a una anormal elevación de la temperatura de las aguas superficiales de la zona central del Pacífico intertropical. Su consecuencia, en las zonas continentales, se concreta en un aumento de la temperatura y un descenso de las precipitaciones. Su influjo se nota en los países tropicales, desde Perú hasta Somalia. El reverso de la moneda es La Niña, de periodos fríos y húmedos.

Con él llegan las crisis agrarias que están tras las revueltas

Ahora, investigadores del Instituto para la Tierra de la Universidad de Columbia han puesto los datos de este fenómeno climático sobre el mapa de los conflictos surgidos tras la Segunda Guerra Mundial. La conclusión a la que han llegado es que los episodios más duros de El Niño han precedido al 30% de las guerras civiles vividas en casi el centenar de países que sufren sus efectos. De hecho, el riesgo de un conflicto se dobla respecto a los periodos de La Niña. A escala global, su calor y sequías están relacionadas con el 21% de los 234 conflictos que analizaron desde 1950 a 2004, según publican en Nature.

'Nadie debería tomar esto para decir que el clima decide nuestro destino. Más bien, es una evidencia de que tiene una influencia apreciable en la cantidad de personas dispuestas a combatir', explica Mark Cane, coautor del trabajo y conocido por participar en la primera predicción de El Niño en 1986. 'Pero si hay desigualdad social, pobreza y tensiones subyacentes, es posible que el clima pueda dar el golpe de gracia', completa su colega y principal responsable del estudio, Solomon Hsiang.

Esta desestabilización climática afecta al sur de la Península Arábiga, a la mayor parte de África, India, el sudeste de Asia, América Latina y Australia.

El riesgo de un conflicto se dobla respecto a los periodos de 'La Niña'

La ausencia de conflicto en algunos países no invalida la tesis. Aquellas naciones de pocos recursos que están fuera del influjo presentan un índice de conflictos mucho menor. Como explica Hsiang a Público, la anomalía australiana 'podría deberse a que la agricultura es menos importante para economías más ricas'.

ENSO influye en variables climáticas como la reducción de las lluvias, que puede afectar a las economías agrarias que predominan en estos países. También suele venir acompañado de desastres naturales como ciclones o el estallido de epidemias. Todo ello tiene un impacto negativo en forma de reducción de cosechas, ingresos y escasez de alimentos. Es este cuadro el que, apuntan los autores, crea las condiciones para el conflicto.

Aunque es la primera vez que se vinculan los conflictos contemporáneos con un patrón climático global como es El Niño, el impacto del clima en la historia lleva un par de décadas despertando la curiosidad de historiadores y paleoclimatólogos. La primera superpotencia de la historia, el imperio acadio, colapsó hace 6.000 años tras una prolongada serie de revueltas sociales, muy posiblemente tras un proceso de aridez que dejó Mesopotamia en el desierto que es hoy. Las sequías prolongadas estarían detrás, según los expertos, de la desaparición del antiguo imperio egipcio (en torno a 2.180 A.C.).

Pero que haya una correlación estadística no significa que haya una relación de causalidad. En un comentario al estudio aparecido en Nature, el climatólogo Andrew Solow, propone una hipótesis alternativa: los conflictos no surgen con las variaciones climáticas sino que menguan y se recrudecen en la medida que la agricultura expulsa a los hombres y los convierte en combatientes. Pero, incluso aquí, es la sequía creada por El Niño la que empequeñece los cultivos.

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