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Boadella, contra la tutela cultural del Estado

Els Joglars celebra su cincuentenario y reestrena ‘El Nacional'

GONZALO DOMÍNGUEZ

Las piojosas carretas de la farándula han sido sustituidas por costosos y faraónicos edificios dedicados a montajes espectaculares y fichajes de lujo'. Así reza la presentación de El Nacional, el espectáculo de Els Joglars que se reestrena en el teatro Nuevo Alcalá para conmemorar el 50 aniversario de la compañía. El montaje es en sí mismo una condena del modelo de financiación de las administraciones públicas para con el teatro, lo que ha generado un 'intervencionismo tutor con un modelo de nacionalización de la cultura elitista', concluye la presentación.

En conversación con Público, Albert Boadella (Barcelona, 1943), director de la compañía desde sus comienzos, ejemplifica ese modelo de tutorización cultural del Estado: 'En Catalunya, hace cinco o seis años perdimos las ayudas porque hacíamos las obras en castellano. Esto es una intromisión del mundo de la Administración pública muy grave, pero es algo que sucede en todos los sectores del mundo de la cultura y no sólo en España, sino en el conjunto de Europa'. La separación de los intereses políticos de la gestión pública teatral supone el principio fundamental e innegociable para el dramaturgo y director de la empresa pública Teatros del Canal. Es básico encontrar una 'fórmula desligada de la política, es decir de un partido político. Encontrar una buena forma indirecta, más parecida a la forma de subvencionar la agricultura. Menos implicación personal por parte de los dirigentes en el sentido de su gusto personal', infiere.

'El intervencionismo tutor es un modelo de nacionalización de la cultura elitista' 

Desde su posición como gerente de una empresa pública, Boadella intenta impulsar un modelo alternativo de gestión teatral: 'Las compañías que trabajan con nosotros obtienen sólo lo que les corresponde de la taquilla, así que sus ingresos dependen de la atracción que generen. Desde este punto de vista, yo no he tenido la intención de hacer un desastre en el mundo teatral, sino de facilitar las cosas al máximo'. Esa actitud de minimizar la intervención cultural se culmina evitando 'competencia desleal a la iniciativa privada. Los espectáculos están poco tiempo en los Teatros del Canal, pero es evidente que si están dos meses y medio caigo en la competencia desleal con los teatros privados. Yo no puedo tener tanto tiempo en ese espacio a Els Joglars. Es un equilibrio siempre complejo, queriendo liderar al sector y no dañarlo, eso sucede en muchos otros temas. Es como en los movimientos ecologistas: a veces, por intervenir en un asunto pensando que proteges una raza, jodes a otras tres', afirma categórico el dramaturgo.

El Nacional ya fue estrenado en 1993 con un reparto muy similar al que ahora encabeza Ramón Fontseré. Esta producción obtuvo entonces el Premio Nacional de Teatro que entrega cada año el Ministerio de Cultura. La compañía lo rechazó, ya que era una ayuda que para ellos llegaba tarde, cuando habían superado sus peores momentos.

El montaje supone, además, una síntesis del 'conjunto de cosas que han funcionado en estos 50 años, es decir, esa duplicidad entre lo canalla y lo sublime. Existe una clara mezcla de esos aspectos satíricos, poéticos y líricos crueles que nos definen', comenta el catalán. Esos 50 años han hecho que Els Joglars desarrolle un estilo propio y peculiar, un estilo en el que los miembros de la compañía han hecho 'una cosa complicada: un teatro con investigación, pero popular al mismo tiempo. Es algo que no se hace mucho, lo popular muchas veces es un poco zafio, pero el experimento, los contenidos más rebuscados, está dirigido a una audiencia minoritaria. Hemos hecho una extraña mezcla de contenido popular e innovador sin llegar a ser un producto popular. Eso ha sido una voluntad constante, conseguir que el público, en lo que llamamos la primera cortina, sea enormemente comprensible. Después, podemos entrar en más cosas, o no, pero que la primera parte no se dirigiera a unos coleccionistas del teatro, sino para el público en general', resume Boadella.

En ese lenguaje y estilo Joglars, la sociedad y la realidad han sido el motor creativo. Esa sociedad que les inspira vive ahora unos tiempos convulsos, ante los que se ha reccionado con un movimiento como el 15-M, una

corriente ante la que el propio Boadella se siente escéptico: 'A mí, que la gente se queje, me parece formidable, pero para enfrentarse al mundo y a los poderes hay que tener las armas adecuadas y suficientemente afiladas. Hay que usar el ingenio, y yo hubiera hecho un movimiento silencioso. Además, yo he visto una cierta desconexión y propuestas vagas. También faltan líderes y organización, igual que pasó en Mayo del 68', apunta.

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