El vandalismo de la ciudad de Londres se ha achacado en parte, y de forma un tanto histérica, a Twitter, Facebook o las BlackBerry. Las manifestaciones del 15M o las de la Primavera Árabe, aunque muy diferentes, sí que comparten con Londres el efecto aglutinador y acelerante de las redes sociales. A diferencia de los canales de información más clásicos como la prensa, la radio o la televisión, las redes sociales generan información de forma muy rápida.

Pero hay dos características todavía más importantes de las redes sociales. La primera es que se pueden autorganizar rápidamente alrededor de ideas nuevas. Y la segunda, que muestran muy directamente el comportamiento de otros, gente cercana y no tanto, que deja en directo frases en Twitter o Facebook, con fotos o vídeos. Dada la tendencia imitadora de los animales sociales como nosotros, este acceso tan directo al comportamiento de otros puede dar lugar a avalanchas de comportamiento colectivo.

Estas webs see pueden autorganizar rápidamente alrededor de ideas nuevas

Varios son los experimentos que se han valido de las redes sociales para estudiar este efecto colectivo de imitación. Duncan Watts y su equipo del Departamento de Sociología de la Universidad de Columbia han estudiado por qué es tan impredecible qué canción va a ser un hit. Estos investigadores crearon una web de canciones desconocidas. Según entraba en la web un participante, se le presentaba al azar una versión social de la web o una no social. En la social cada canción venía acompañada de cuánta gente la había bajado ya a su ordenador. Los investigadores demostraron que sólo en la versión social se creaban hits, canciones mucho más descargadas que las demás.

Pero la parte más interesante del experimento de Watts eraque, en realidad, los investigadores habían creado ocho versiones distintas de la web social. Cada participante visitaba la versión no social o una de estas ocho webs sociales. Aunque las ocho web sociales eran inicialmente idénticas, las canciones que los participantes iban bajando podían ser diferentes. Y la gracia del experimento es que en cada mundo social diferente se acababan generando hits diferentes. El colectivo había seguido a los primeros en bajarse las canciones en cada unos de estos ocho mundos.

No imitamos porque seamos particularmente tontos. Al contrario, somos suficientemente listos como para tener en cuenta la capacidad de otros a la hora de tomar decisiones. Y también usamos las redes para colaborar. Esta capacidad de colaboración social nos puede llevar a realizar tareas que serían muy difíciles de cualquier otra forma. El siguiente ejemplo es una muestra fascinante de esta capacidad.

Somos listos como para tener en cuenta la capacidad de otros al tomar decisiones

Un grupo multidisciplinar de bioquímicos e engenieros entrenaron a 57.000 jugadores de videojuegos a usar el programa Foldit para plegar proteínas, unas moléculas de gran tamaño. Encontrar la estructura real de la proteína es un problema muy difícil para nuestros ordenadores porque hay muchísimas formas de plegar la molécula. Sin embargo, algunos de los jugadores, tras un breve entrenamiento, consiguieron encontrar estrategias colaborativas más abstractas y muy novedosas. Aunar la inteligencia social con la potencia de cálculo de los ordenadores daba a los investigadores una herramienta muy potente para resolver un problema muy difícil.

Son muchas las posibilidades de las redes sociales. En el futuro se monitorizará, preservando la privacidad, toda la información social. Un ejemplo es FuturICT, una iniciativa europea que espera poder captar toda la información social, entenderla y usarla para establecer mejores políticas sociales y económicas.

Las redes servirán para magnificar nuestra capacidad social, con un sinfín de aplicaciones, unas buenas y otras fraudulentas. Habrá nuevos estilos de negocio, se podrá participar en la toma de decisiones de forma colectiva, se usarán para llegar a las soluciones de nuevos problemas y, para tener acceso a información de forma más directa y democrática.