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Los mineros mandan regalo a Rajoy

Un senador socialista se acercó al presidente para entregarle un casco con el que bajar a un pozo de El Bierzo y 'tomase conciencia' del conflicto, pero una escolta lo agarró de los brazos y lo apartó del jefe del Ejecut

Empecemos por el final: si eres senador, si intentas charlar unos minutos con Mariano Rajoy y más aún, darle un pequeño obsequio bienintencionado, puede salirte algo caro. Tanto que los escoltas y la guardia pretoriana del presidente te pueden tratar como si fueras un peligro público, tirarte de las mangas de tu flamante traje con insistencia y apartarte de un plumazo del perímetro del jefe del Ejecutivo. 

Pues eso. Eso pasó esta tarde en el pleno de la Cámara alta. Ibán García del Blanco, senador autonómico del PSOE por Castilla y León, se acercó a Rajoy con determinación pocos minutos antes de las 16 horas, antes de que comenzara la sesión de control pero cuando se oía en toda la Cámara el pitido que llama a sus señorías al hemiciclo. Primero intentó interceptarle en los pasillos. No pudo porque la seguridad rodeó al líder del PP. Así que entró con el jefe del Ejecutivo en el salón de plenos, escoltado por un enjambre de cámaras.

Ibán llevaba una bolsa de Mango color blanco y, dentro de ella, un casco blanco, que le habían dado a su vez unos mineros leoneses de La Robla. Era un regalo para el presidente, 'para que lo utilizara para ir al pozo de Santa Cruz del Sil [El Bierzo], donde están encerrados ocho mineros desde hace más de dos semanas, y para que tomara conciencia del conflicto'. '¿Quién eres, de dónde vienes?', le preguntó con cierta displicencia Rajoy. Se presentó: senador, del PSOE, de Castilla y León. 

'¿Quién eres y de dónde vienes?', le preguntó el presidente

'Le dije entonces que tenía que tomar las riendas del conflicto de manera directa, y apartar a su ministro [José Manuel Soria, titular de Industria], que ha demostrado que no conoce el sector y no tiene sensibilidad, porque lleva un mes que repite como un mantra que no hay presupuestos pero no ofrece ninguna solución más'. Ibán comenzó a relatarle los problemas del sector que se viven en Asturias y Castilla y León consecuencia de un recorte de más del 60% de las ayudas al sector aprobado por el Gobierno central y que ha elevado la tensión social en las cuencas. Rajoy apenas le miraba desde su escaño. Asentía, decía 'bien, bien' y poco más. Jorge Moragas, diputado y director de Gabinete de la Presidencia, estaba sentado unas filas atrás. Enseguida corrió raudo a interponerse entre su jefe y el senador, casi como si tuviera que salvarle. No dejó que le entregase la bolsa en mano, ni que sacase el casco blanco. Nada de nada. 

A la vez, una escolta del presidente, vestida de paisano, acudió al presunto rescate. Sin deshacer la sonrisa de su boca, tironeó por las mangas al senador, mientras este intentaba seguir explicándose. La policía siguió tirándole de la chaqueta y de los hombros, apartándole con fuerza del escaño de Rajoy y arrastrándole hacia el centro del hemiciclo. '¡Oiga, que soy senador, que tengo derecho a estar aquí!', protestó Ibán. 'Sí, sí, tiene razón', le dijo la agente, aunque sin permitirle volver a aproximarse al jefe del Ejecutivo. 

Ibán lo contaba luego a los periodistas, con cierta indignación por haber sido tratado como un intruso, pero también 'satisfecho' por haber intentado llevarle la voz de los mineros al presidente, porque hay 'más de 15.000 familias que viven directamente del carbón'. 

El PSOE elevará una queja porque cree que la policía no puede entrar en el hemiciclo

La cosa tenía más miga de la que parece.  Porque como sanciona claramente la Constitución en el artículo 66, las Cortes son 'inviolables' , como también gozan de inviolabilidad los diputados y senadores. El celo siempre es máximo, de hecho. Durante los plenos, son los ujieres los encargados de pasar a los parlamentarios notas o mensajes del exterior. Así que de inmediato se planteó la duda de si los policías pueden entrar –y encima, armados– en el hemiciclo. Fuentes de la Cámara insistían en que sí, en que pueden penetrar en el recinto diputados, senadores y también funcionarios si están 'en el ejercicio de sus funciones', pero que en este caso la polémica no tenía sentido porque el incidente se produjo justo antes de que el presidente del Senado, Pío García-Escudero, abriese la sesión. 

En el PSOE no lo ven así. De ningún modo. El secretario general del grupo, José Miguel Camacho, recordaba que 'no hay precedentes' de que un policía entre en el hemiciclo y que por tanto elevarán una queja ante la Mesa de la Cámara, queja que formalizarán mañana.

Horas después, la noticia había recorrido todos los diarios digitales. La repercusión había sido clarísima. 'Pretendía que el problema trascendiese a escala nacional, y que Rajoy se viera inmiscuido, y en ese sentido lo he logrado, aunque no quería provocarlo. Si acercarse al presidente e intentar hablar con él es una provocación, que se lo haga mirar. El PP debería relajar el pistón un poco', relataba horas después a Público. Ibán insistía en el corazón de su demanda, que se arregle el problema, que no intente 'desmantelarlo' a escondidas. Y eso es lo que, a su juicio, busca el Ejecutivo, 'desmantelar el sector quitando las ayudas que hoy por hoy son necesarias y sin buscar alternativas'. 

¿Y el casco, qué fue de él? El senador dejó la bolsa a la vera del escaño de Rajoy. Cuando acabó el pleno, ya no estaba. 'Me dijeron que los escoltas se la habían llevado', comentó el parlamentario. Con casco o sin él, los mineros tuvieron sitio hoy en la Cámara. 

'Echarle la culpa a un Gobierno que lleva cinco años en sus responsabilidades es profundamente injusto...'.

El rumor y las risas se extendieron por el plenario en cuanto el presidente del Gobierno hizo esa afirmación. Estaba contestando al portavoz de Foro Asturias en el Senado, Isidro Martínez Oblanca, precisamente también a cuenta del conflicto minero. Visto el asombro del hemiciclo, preguntó a los suyos: '¿Qué he dicho?'. '¡Cinco años!'. Rajoy enmendó su error: 'Quería decir cinco meses al frente de sus responsabilidades. Cuando transcurran cinco años será otra cosa...'. El salón se llenó de risas y de aplausos (del PP) al jefe del Ejecutivo. 

La anécdota venía a redondar una dura refriega entre el presidente del Gobierno y sus antiguos compañeros de partido, Foro Asturias, la formación del díscolo Francisco Álvarez-Cascos. Martínez Oblanca le reprochaba a Rajoy el 'incumplimiento' de la 'solidaridad' requerida por la Constitución entre las comunidades autónomas y las 'decisiones discriminatorias e injustas' tomadas por el Ejecutivo contra el Principado.

Rajoy, en la réplica, le pegó un rejonazo: 'Ha hablado mucho de su Gobierno [el de Foro]. Yo no voy a hablar mucho, ni poco, ni nada del Gobierno que usted ha estado apoyando en Asturias a lo largo de estos meses y que, sin duda, es conocido por las soluciones estupendas que ha planteado para todos los problemas a los que usted ha hecho referencia'. Es decir, que le castigaba por la inoperancia del Gabinete de Cascos y la falta de diálogo que, a la postre, llevó a la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas. Rajoy luego siguió explicando todas las medidas aprobadas por su Gobierno para Asturias y el resto de comunidades: plan de pago a proveedores, línea ICO-vencimientos, anticipo de la liquidación de 2010, 'incremento' del presupuesto de las obras del AVE... Y si hoy se habla de recortes en los fondos mineros se debe al 'bajo grado de ejecución' de los mismos durante los últimos años, sostuvo, al tiempo que condenó que 'Gobiernos autonómicos como el de Asturias no se gastan las cantidades que figuran en los Presupuestos Generales del Estado' y luego 'echan la culpa' al Ejecutivo central. 

 

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