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Temor en el PP a que Rato 'tire de la manta' en el Congreso

Inquietud en el PP por la comparecencia parlamentaria del ex presidente de Bankia

ANA PARDO DE VERA

Rodrigo Rato podría haber sido el sucesor de José María Aznar y líder del PP en 2004 si éste no hubiera elegido a Mariano Rajoy; podría haber sido un referente global como director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) si le hubiese puesto ganas, y podría haber sido el hombre que salvó al sector financiero español de la bancarrota sacando a flote a Bankia. Pero Rodrigo Rato es hoy la figura política que causa mayor rechazo en los españoles, según el Real Instituto Elcano; es un hombre expulsado de la presidencia de Bankia por uno de sus discípulos e imputado por la Audiencia Nacional, y es un anti-líder a punto de dar explicaciones ante los micrófonos del Congreso de los Diputados, en la semana del 23 de julio. Esta tarde, la subcomisión del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) concretará el día.

A la vista de los hechos, desde el Partido Popular se entiende que quien fuera vicepresidente económico con Aznar no vaya a dejar pasar la oportunidad de explicarse con todo lujo de detalles sobre su etapa en Bankia. Caiga quien caiga, temen. Porque Rodrigo Rato no tiene nada que perder y sí algo que ganar: un poco de su maltrecho prestigio tras haber sido obligado a abandonar Bankia sin previo aviso por el ministro de Economía, Luis de Guindos, con el beneplácito de Rajoy. Pero sobre todo, tras haber sido imputado por el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, como resultado de la querella presentada por UPyD, cuya líder, Rosa Díez, se encuentra entre los políticos menos considerados por el presidente del Gobierno, según ha reconocido a su entorno en más de una ocasión. La de UPyD ha sido la primera de las dos querellas presentada contra Bankia. La segunda es del 15-M.

La dirección del PP intenta saber por dónde va a ir la comparecencia de Rato, pero no es fácil. Hace tiempo que el ex ministro no mantiene contacto con la actual cúpula de la calle Génova y es muy frío con La Moncloa. Apenas la pura formalidad relativa al anuncio de su comparecencia (y de 23 personas más) ante la subcomisión del FROB, que realizó el portavoz del grupo popular en el Congreso, Alfonso Alonso, el pasado martes. En Génova se habla con regularidad con el ex ministro Ángel Acebes, también imputado por Andreu, pero no con Rato. Rodrigo Rato cree que si el PP hubiera aceptado que diese explicaciones ante el Congreso desde el primer momento en que lo solicitaron los partidos de la oposición, hoy no estaría imputado. Por eso, quiere desmarcarse del partido en la preparación de su comparecencia, la cual, a pesar de la vorágine informativa del mes de julio, es uno de los acontecimientos que levanta mayor expectación pública y política.

El ex vicepresidente está volcado en atar un relato real y convincente, a pesar de la inevitable asunción de errores. Rato ya adelantó su desacuerdo con la decisión del jefe del Ejecutivo en la carta que envió a los consejeros de la entidad cuando fue obligado a abandonar Bankia: defendía su gestión e informaba de que la salud del enfermo no se recuperaría con los 19.000 millones a costa de la deuda pública que propuso su sucesor, José Ignacio Gorigolzarri.

Las diferencias entre el Gobierno del PP y Rodrigo Rato han convertido su comparecencia en un motivo de inquietud creciente para el partido. Ya no es sólo que el icono que suponía la figura de Rato para el sector más liberal de los conservadores se haya vuelto en su contra, sino que aquello que el ex responsable del FMI tenga que decir puede derivar en un revulsivo que hunda aún más la credibilidad del Gobierno y su presidente. Por eso, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ya lanzó un mensaje inequívoco en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros del viernes 6 de julio: 'El nombramiento del presidente de Bankia se produjo en el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero', no de Mariano Rajoy. Esta desvinculación de quien fuera un auténtico referente en el Partido Popular, pero también el símbolo del 'España va bien' de Aznar, refleja un distanciamiento ya inevitable de aquello que Rato pueda contar a los diputados y a todo el país en sede parlamentaria.

El responsable de la economía dorada del PP tiene a su alrededor a un puñado de íntimos -la mayoría ex colaboradores- en quienes se está apoyando para acceder con un texto atado y bien atado a la antesala de su declaración judicial: la comparecencia en las Cortes. Estos apoyos incondicionales y amigos de Rato ya no están en el PP, a pesar de lo mucho que representaron: el ex secretario de Estado Juan Costa, cuyo nombramiento como segundo de Rato en Caja Madrid vetó también Rajoy, y Manuel Pizarro, quien pasó de ser el fichaje económico estrella del líder del PP en la oposición a abandonar su acta de diputado raso en 2010, son dos de ellos. También volcado en respaldar al ex presidente de Bankia, está su compañero de Gobierno y amigo, Francisco Álvarez-Cascos. El dirigente asturiano arropó a Rato en su primera aparición pública tras haber sido imputado, la semana pasada en la inauguración de los cursos de La Granda en Oviedo. 'No aceptaré ningún estigma político sobre Rato', aseguró el líder de Foro Asturias en una entrevista a Oviedo Diario y concluyó con que es el Gobierno de Rajoy 'quien debe dar explicaciones' por sus incoherencias.

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